La historia oficial

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Forks, Washington. 08 de junio de 2006. Casa de los Cullen, por la noche. Día crucial para el mantenimiento en secreto, o no, de la existencia de los vampiros.

Jackson, John y yo emergimos de la cocina al cabo de un rato. Yo tenía un plan bien definido en mente, y sobre todo después de lo que John nos había contado, no teníamos tiempo que perder si iba a tener que convencer a mis nada tontos compañeros de equipo con una historia que, aunque lo más convincente posible, no dejaba de ser puro invento.

Contaba con que Edward y Alice me siguieran el juego, para sus oídos una simple puerta cerrada no era más que un pequeño estorbo. Aún así, estaba nerviosa; no habíamos tenido tiempo de crear la historia en conjunto ni de acordar ningún tipo de detalles y dependíamos por completo de nuestras dotes actorales en improvisación.

Me aclaré la garganta al entrar a la sala, donde todo el mundo nos esperaba expectante.

—John, aquí presente, nos tiene algunas noticias interesantes —anuncié, señalando a John con un gesto de la mano—. Él se adelantó a un grupo de gente que viene a vernos y a... cerrar el caso, de una manera u otra. Ellos pertenecen a la CIA, y lideran un proyecto basado en estudiar a personas que sufren un desorden genético muy raro y poco frecuente, aunque se ha dado una decena de casos en los últimos doscientos años... la frecuencia está aumentando. La CIA busca determinar cuál es el gen o los genes que causan la alteración, y les faltan tres muestras más para completar la secuencia de doce que, mediante una serie de estudios comparativos, debería darles la clave.

Hice un silencio de un par de segundos para que las palabras causaran la debida impresión en mi público.

—Como ya se están imaginando, los Cullen, y también John, sufren de este desorden. Básicamente, se trata de una alteración de la dermis y la epidermis, que se encuentran incapacitadas de producir melanina, es decir, pigmentación.

—¿Es una forma de albinismo? —preguntó Sheila. Yo estaba esperando esa pregunta.

—No exactamente —repuse, sentándome junto a Edward y tomando su mano entre las mías—. En las personas albinas, toda la persona carece de pigmentación: la piel, el cabello, los iris. En este caso en particular, la piel carece de pigmentación, pero el cabello puede tomar cualquier tonalidad, y los ojos... siempre son castaños, más claros u oscuros. Hasta ahí, la alteración genética es extraña, pero no peligrosa —proseguí, mientras Jackson se sentaba cerca de Fred y John se quedaba de pie cerca de la pared, pero sin apoyarse en ella—. Quienes tienen este problema deben cuidarse mucho de exponerse al sol directo, ya que la falta de pigmentación en la piel puede ocasionar cáncer con mucha facilidad. Es por eso que Edward y su familia nunca se dejan ver en los días soleados... tienen que encerrarse en su casa. Por extraño que parezca, es sólo la exposición al sol directo la que les ocasiona quemaduras; los días nublados no les representan un problema, pese a que la radiación ultravioleta es la misma —añadí.

Yo podía ver claramente cómo todos mis compañeros y colegas absorbían estas noticias. Lo que había dicho hasta ese momento tenía suficiente sentido, debían estar creyéndome. Menos mal, porque ahora venía la parte más complicada.

—Pero esta alteración genética tiene un segundo efecto. Además de la alteración en la piel y en el color de los ojos, causa... un sistema inmunológico a prueba de prácticamente todas las infecciones y enfermedades posibles, y por si fuera poco... también origina una longevidad excepcional —traté de explicar—. Ellos... envejecen un año por cada cincuenta que pasan.

A Sheila le quedó colgando abierta la boca, a Alex se le desorbitaron los ojos. Fred soltó una risita histérica mientras Caddy frunció el ceño en incredulidad y Phillips ladeó la cabeza, como esperando una explicación algo más completa.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora