Capítulo 11

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Capítulo 11:

El sonido de las gotas de agua golpeando con fuerza la venta hacia que me acordara de casa.

Añoraba tanto mi casa… el olor que salía de la cocina y recorría toda la casa cuando mi madre preparaba la cena… el dulce sonido de la máquina de escribir que salía del despacho de mi padre cuando trabajaba allí durante horas… pasar por delante la puerta de la habitación de mi hermano Luke y gastarle bromas… eso era lo que añoraba, estar en una casa los cuatro… antes de que Jessica muriese.

Claro que también añoraba cuando tenía 6 años, justo antes de que las voces apareciesen. Cuando todos estábamos en casa. Cuando Jessica y Krista se peleaban por la ropa y el maquillaje. Cuando Eric volvía tarde a casa y entraba en mi habitación para darme un beso en la frente mientras dormía. Cuando Luke no era más que un bebe. Cuando nos peleábamos por entrar a el baño. Aún me parece increíble que solo hubiese un baño para siete personas que vivíamos en la casa.

Me senté en el borde de la cama y miré la hora: 6:07 am

Hoy era viernes y desde el miércoles por la noche no había visto a Ian. Había desaparecido, no estaba por ninguna parte.

Ayer me hicieron una de las peores pruebas médicas que me habían hecho en la vida.

Entró una enfermera con una pequeña bandeja aguantándola en las dos manos. Encima de la bandeja vi unas cuerdas, agujas de distintos tamaños, tijeras, vendas, desinfectante, algodón, un metro y varios instrumentos que tienen los médicos para medirte el pulso, la tensión, el latido del corazón…

La doctora me dijo que me sacara la ropa y que me quedara en ropa interior.

Despacio y mirando como lo preparaba todo encima de la mesa de noche que tenía al lado de mi cama, me quité la ropa.

-Muy bien- dijo-. Estate tranquila. Como no sabemos cuánto hace que fuiste al médico a hacerte una revisión física pues te la vamos a hacer nosotros.

En cuanto dijo eso dirigí la mirada a la afilada aguja que estaba encima de la bandeja. Unas horribles ganas de vomitar me subieron a la garganta.

-¿Qué te pasa?- preguntó poniéndolo todo bien colocado.

-Odio las agujas.

Ella rio.

-Oh, no te preocupes por eso- dijo cogiendo el desinfectante y el algodón para ponérmelo en el sitio en el que me iba a pinchar-. No te vas a dar ni cuenta. En un abrir y cerrar de ojos, ya tendrás la aguja fuera de tu brazo.

Tragué con dificultad al ver la aguja acercándose a mi brazo.

-¿Dónde está el doctor Veeners?- pregunté. Creo que pensaba que si hablaba con ella ese mal momento pasaría enseguida.

-Oh- contesto ella metiéndome la aguja en al brazo, mientras yo hacia el esfuerzo de no gritar-. Él… bueno, estos días se los ha cogido libres por un asunto familiar o algo así. Hasta el domingo no estará aquí.

El domingo, pensé, justo el día que yo salía del manicomio para ir al funeral de Jessica.

Por alguna razón me dolió más eso de que no pudiera ver a Ian en unos cuantos días más que el pinchazo de la aguja. Que se pasó enseguida.

La enfermera me hizo unas cuantas pruebas más mucho menos dolorosas que el pinchazo y me dijo que sí quería esa tarde habían organizado unos juegos en el jardín delantero para los más jóvenes del manicomio.

Yo no fui. Me quedé todo el día allí tumbada hasta que por la noche me quedé dormida sin ni siquiera salir a cenar al Gran Comedor, donde sabía que tendría un sitio reservado en la mesa popular en la que no se me haría ningún caso y todos me mirarían con asco.

Si ella me llamaKde žijí příběhy. Začni objevovat