Prólogo:

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Siete años atrás...

Los labios del chico seguían unidos a los de la chica mientras ella sentía sus ojos llenarse de lágrimas, causadas por la impotencia de no poder alejarse de él. Sus manos estaban sobre su pecho, tratando de empujarlo lejos pero él no cedía. Esto no podía estar pasándole a ella. No podía creer que lo que se suponía sería un divertido juego estuviera resultando de esta manera.

— ¡Teagan! —la voz lejana de su mejor amigo la hizo salir de su aturdimiento. Seguro llevaba tiempo buscándola. Eso la llenó de renovadas energías y elevó su pierna derecha, impactando su rodilla contra los genitales del rubio, que la soltó de inmediato y le gritó, molesto.

— ¡Maldita puta!

— ¡Maldito asqueroso! —gritó ella de regreso, limpiando sus labios con el dorso de su mano con repugnancia—. ¡Casi metiste tu asquerosa lengua hasta mi garganta!

—Tú fuiste la que vino aquí conmigo, no te hagas la mojigata —masculló él aún con el rostro rojo del dolor provocado por el golpe, aun con sus manos en su entrepierna.

—Vine contigo por una maldita apuesta —le aclaró entre dientes. Pronto se dio cuenta que eso no había sido lo correcto para decirle. El rostro del chico ahora era completo cabreo y eso logró asustarla. Elevó una mano dispuesto a golpearla, ella se cubrió con sus brazos por instinto, pero un agarre firme en el brazo del chico impidió que el golpe llegara a ella.

—Ni se te ocurra tocarla —espetó el pelinegro con furia. Ella suspiró aliviada al ver a su mejor amigo y se colocó rápidamente a su costado. El rubio lo miró, el miedo reflejándose en sus ojos verdes y se zafó de su agarre sin decir más, corriendo dentro de la casa donde la fiesta aún seguía en pleno apogeo.

—Estaré traumada de por vida —farfulló ella, restregando su mano cerrada contra su boca, tratando de eliminar cualquier rastro de lo que acababa de pasar. El chico se tensó y la sacudió por los hombros.

—Dime que no se atrevió a ponerte una mano encima —exigió, mirándola directamente a los ojos. Ese gesto protector estaba ahí, aparecía siempre que ella tenía algún problema.

—No, sólo... puso sus sucios labios sobre los míos —refunfuñó, haciéndose a un lado y él entendió enseguida su molestia.

—Ese no fue el mejor primer beso, ¿cierto? —sonrió burlón, cruzándose de brazos y trataba de aparentar calma, pero aun sentía la adrenalina corriendo por su cuerpo. De verdad se había preocupado al ya no ver a Teagan dentro de la fiesta y ese rubio idiota estuvo a punto de golpearla. Eso definitivamente lo tenía muy cabreado. Sacudiendo su cabeza, respiró hondo y observó a su amiga. La molestia fue desvaneciéndose mientras veía el divertido gesto de molestia en su rostro.

—No te burles —lo golpeó en el hombro y comenzó a caminar por las solitarias calles hacia casa.

—Hey, era broma, Teagan —rió él, alcanzándola. Ella alzó sus brazos, exasperada.

—Lo sé, pero es que... —se pasó una mano por el rostro libre de maquillaje—. No soy una chica que soñó con el momento, ni siquiera me agradan las fiestas y por una estúpida apuesta con Rafe, tuve que insinuarme a ese rubio idiota...

—Y el idiota te robó tu primer beso —completó por ella y agregó—. Una gran mierda de primer beso.

—Exactamente —arrastró el abrigo que pertenecía a su madre por el pavimento y pateó las piedras en su camino con la punta de sus converse morados—. Ojalá pudiera tener un buen recuerdo de un real primer beso.

— ¿Quién dice que no se puede aún? —se giró hacia su mejor amigo, desconcertada, pero él no le dio tiempo a replicar. Tomó su rostro delgado entre sus grandes manos y la besó, un beso tierno y delicado, justo como debió haber sido. No hubo movimientos bruscos ni lenguas invadiendo su boca de manera asquerosa y fue el mejor recuerdo que podría atesorar de aquella desastrosa noche.

Caótico Pasado (#1 Trilogía Vidas Tormentosas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora