Capítulo 1

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Olivia Kramer era una reconocida escritora de libros de misterio que en los últimos meses tenía un bloqueo terrible y no podía acabar con él. Escuchó el consejo de su editor que le propuso cambiar de ambiente a un sitio relajado donde pudiera concentrarse y recobrar a su musa perdida.

Además disfrutaría de su hija, ya que después del tormentoso divorcio debía compartirla con el innombrable de su exesposo y no se veían tanto como ella deseaba. Y salir del país representaba un extra para que la chica aceptara.

Kimberly llegó al apartamento de su madre y no la encontró, así que acomodándose en el sillón de la sala se colocó los audífonos y siguió leyendo su libro de género policiaco. Tenía dieciséis años, acababa de terminar la secundaria y había sido aceptada en una prestigiosa universidad. A pesar de tener aficiones un tanto particulares era sociable, pero muy selectiva con sus amistades. Su mejor amiga era Jane, se encontraba de viaje con sus padres quienes intentaban mejorar su relación junto a ella, lo que a ambas les causaba gracia porque al igual que los padres de Kimberly, se odiaban a muerte.

Después de un rato de estar leyendo, unos movimientos estrafalarios la distrajeron y sonrió al ver quien los realizaba.

—¡Por Dios Kim! Me encanta que leas, pero te quedas tan absorta en el libro de turno o en ese teléfono que te desconectas del planeta.

—¡Mamá! —gritó sonriendo, se puso de pie y caminó en su dirección. Le dio un fuerte abrazo y continuó: —No comprendo tu molestia mujer, tú haces exactamente lo mismo cuando escribes. Deberías ser más comprensiva.

—Si leyeras mis libros, creo que reaccionaría de otra forma —contestó fingiendo desagrado.

—Pues avísame cuando sale el más reciente porque hace tiempo espero ansiosa el siguiente —respondió sonriendo y dándole un beso en la mejilla.

—¡Mira, qué casualidad que hablamos del tema...! —dijo devolviéndole la sonrisa y acarició el cabello negro de su hija.

—Mamá por favor no me subestimes, contigo no existen las casualidades. Vamos dímelo. Sé que tienes una razón de peso para llamarme justo hoy que inician mis vacaciones —le contestó Kimberly haciendo un gesto de impaciencia con las manos.

—Sabes que en estos meses he estado estresada cariño y Sam me propuso salir del país. Me gustaría que me acompañaras. Estás por irte a la universidad y pensé que sería buena idea hacer un viaje madre e hija —dijo moviendo las cejas arriba y abajo.

—¿Y a dónde iríamos? —preguntó dudando, conocía los gustos de su madre y no le apetecía ir a aventurarse a cualquier lugar.

—¡A Italia! —respondió emocionada—. El lugar le pertenece a un amigo de Sam y está a la venta en este momento, ¿mencioné que es un castillo?

—¿Qué se supone que haremos tú y yo en un castillo?

—Pues compartir... es precioso ¿quieres ver las fotografías? Además, tengo un obsequio para ti, si deseas acompañarme —dijo mostrándole una caja color negra de terciopelo y explicó: —Lo compré en una tienda de antigüedades, es algo inusual. Lo creí perfecto para tus gustos extravagantes.

Kimberly se emocionó más por la caja que por las imágenes que le mostraba. Le encantaba coleccionar objetos antiguos y su madre contaba con grandiosos contactos. Tomó la caja y al contemplar su contenido dio un grito de júbilo.

—¡Un camafeo de Medusa! ¡Es increíble mamá!, gracias —exclamó a la vez que salía corriendo en dirección a la habitación que tenía allí cuando era el turno de quedarse con ella. Volvió después de un momento, mostrando el camafeo colgando de una cadena larga de oro sobre su camiseta negra.

El CamafeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora