Si pudiera

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–¿En qué estás pensando? –Preguntó Magnus mientras chasqueaba los dedos y la ventana de la habitación se abría en consecuencia. El aire de París entraba despacio y movía las blancas cortinas.

La pareja se encontraba en la cama, ambos acostados boca arriba, con los dedos entrelazados; Magnus no sabía cuánto tiempo llevaban así, pero no tenía prisa por moverse.

–En nada. –Alec se safó de la mano del brujo y se la pasó por los ojos y después por el enmarañado cabello.
–Alexander...

Magnus sabía muy bien en qué estaba pensando, pero entrar en el tema era difícil para ambos. Habían pasado por muchas cosas, he incluso se han salvado la vida en distintas ocasiones, pero aquello siempre quedaba al aire, entre su relación.

–Alexander –Repitió, no tenía nada que decir, pero el sonido de su nombre siempre lo calmaba.

Alec giró para mirarlo a los ojos. Los suyos eran un exploción de tristeza, de amor y estaban sumergidos en sus pensamientos.

–Lo siento –le dijo –es algo así como inevitable. –volvió a tomar la mano del brujo, que de vez en cuando sacaba una chispa azul que no podía controlar.

Magnus sólo atinó a sonreírle, aunque era una sonrisa triste. En sus ochocientos años nunca había tenido tantos sentimientos encontrados acumulados en su pecho.

Se miraron así durante minutos, hasta que Alec volvió a voltearse y se quedó mirando el techo.

–¿Dejarías tu inmortalidad por mí?

Ahí está. Lo había dicho. Magnus sabía que él estaba pensando acerca del tema, pero escucharlo decirlo en voz alta, le dio una punzada en el corazón.

–Perdona. –volvió a hablar Alec –Fue estúpido preguntar.

Magnus le apretó la mano, en parte porque quería sentir la piel del otro, y en parte porque así era más fácil soportar el dolor del pecho.

–Aku cinta kamu. –Respondió al fin.
–¿Eso qué significa?
–Significa te amo. –Sus ojos de gato ambarinos estaban fijados en los azules de Alec. –Y por supuesto que lo haría, si tuviera opción –escondió el temblor de su voz –...daría mi vida por ti.

Al parecer, el cazador de sombras esperaba algo más bien como un "si" o un "no", pues se veía sorpresa en sus ojos. A Magnus le causó ternura, ¿Cómo es posible que después de todo, le sorpendiera el decirle que lo ama? rió para sus adentros. Alec siempre fue así desde que se conocieron.

–Yo... –Tampoco fue bueno con las palabras. Nunca. –Yo... si pudiera... sabes yo también haría...

Pero fue interrumpido por los labios de Magnus que buscaban los suyos; pero más que nada fue un beso tierno, ambos se decían lo que sentían pero sin palabras. Se decían que si pudieran vivirían juntos hasta la muerte, o para siempre. Pero Magnus sabía, más que nadie, que era mejor no pensar en lo que pudo haber sido.

MALEC  One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora