Él tenía los ojos abiertos como platos y su frente tenía un poco de sudor.

—Dios mujer, ten más cuidado.

—No era necesario, lo tenía controlado— volví a bufar.

Emilia vas a tener que controlar ese genio, pareces un animal salvaje. El me sacaba de quicio.

Will decidió ignorarme de nuevo y llego al suelo dando un salto, me tendió la mano para ayudarme a bajar y esta vez no protesté. Pegue un pequeño saltito pero cuando estuve a punto de aterrizar en el suelo mi pie choco con una piedra doblándolo. Pegue un grito de dolor y Will se agacho rápidamente ayudarme a poner de pie.

— ¿estás bien? —preguntó.

Quería decirle que estaba a punto de morir de dolor, pero mi orgullo fue más fuerte.

—Perfectamente— me puse de pie y enderece mi espalda como si no hubiera pasado nada— ¿podemos irnos? Deben estarnos esperando.

El me observo con algo de duda pero aceptó. Di tres pasos que me dolieron hasta la medula y justo al dar el cuarto terminé de nuevo en el suelo lloriqueando como un reno herido.

— ¡Demonios Emilia! —exclamó Will mientras se acercaba rápidamente. —tienes muy mal ese pie, sube a mi espalda.

Lo mire extrañada, no era para tanto.

—voy a estar bien, está muy reciente, es todo.

—no seas rogada. O te subes o te subo.

Maldito insolente...

Intente ponerme de nuevo de pie con algo de dificultad y con mi pie bueno pegue un salto a su espalda enrollando mis piernas en sus caderas para no caer. Traía su pelo desordenado y este hacia cosquillas en mis mejillas.

— ¿lista? — preguntó y volteo la cabeza un poco para mirarme

Asentí.

Caminamos lo que serían cinco metros de bosque y no encontrábamos a nadie, ni siquiera se escuchaban voces.

— ¿Dónde están todos? — empezaba a sentirme angustiada.

—no puedo creer que nos dejaran.

Suspiré resignada.

Will camino conmigo en su espalda por media hora hasta que yo decidí que era hora de descansar, él era fuerte pero también humano. Baje de su espalda y me senté en una gran roca al tiempo que sobaba mi tobillo.

—Aun puedo seguir—reprochó

—cállate

—Emilia no nos podemos quedar aquí, debemos continuar.

— ¡pues tú tienes que descansar! —Grité

— ¡todo esto es tu culpa! Por qué tenías que fotografiar a ese maldito mono.

— ¡eso no te incumbe, jamás te dije que me siguieras!

—de no haberlo hecho ahora estarías perdida tu sola. — Comenzó a caminar en cirulos metiendo la cara entre sus manos

— ¡Tal vez eso sería bueno, no tendría que estar aguantándote! —espeté.

— ¿Por qué tienes esa actitud? ¿Qué demonios hice para que me odies?

— ¡Yo no te odio! —Manotee con impaciencia.

—entonces que es, por que maldita sea no lo entiendo. Un segundo estas feliz y otro me odias, un día eres mi amiga y al otro estas distante, un momento te divierto y al otro te fastidio. ¿Estas así porque te dije que me gustas?

puntos suspensivos  #Wattys2016Where stories live. Discover now