Capítulo 1

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Ser hija de la Canciller era una sensación a la que no terminaba de acostumbrarme. Mi madre ha sido miembro del Consejo desde que tengo uso de razón pero su nuevo puesto me quedaba demasiado grande.

Hoy iba a ir a la zona de los trabajadores, allí me odian porque yo tengo todas las facilidades que se pueden tener en este lugar mientras que a ellos les cuesta mucho más conseguirlas, y lo entiendo, yo también me odiaría. Aun así me gustaba pasearme por una zona del Arca cada día que tenía libre en la enfermería para saber si la gente estaba bien o necesitaba algo.

Empecé a escuchar movimiento pero no era el normal; había barullo, voces que gritaban algo al unísono y el sonido eléctrico de las armas de los guardias. No era raro que las usaran pero sí que hubiera tantas a la vez, algo estaba yendo mal así que corrí por los metálicos pasillos para encontrarme a una fila de agentes a punto de atacar a un grupo de jóvenes que estaban protestando bajo la mirada atenta, preocupada y furiosa de los mayores de edad.

Todo se convirtió en un caos cuando el uno de los guardias pegó su porra electrificada a la chica que parecía liderar al grupo. Sus ojos se cerraron bajo una pintura negra que ocupaba parte de su cara y aguantó de pie hasta que el dolor la tumbó.

-¡Para! ¡Por favor déjala, la vas a matar! – Me interpuse entre ambos consiguiendo que la chica quedara libre de la descarga a la que la habían sometido - ¿Qué está pasando aquí?

-Han hecho un motín señorita.

Cuando me giré para ver a los cientos de personas que se hacinaban tras de mí vi a la líder levantar el puño, aquello se estaba poniendo más tenso por momento.

-¡Jus drain jus daun! – lo último que vi antes de ser arrollada y pisoteada por esa multitud es a la gente lanzándose contra ellos. Me levante tan rápido como pude e intenté separarlos pero cuando escuché a uno de ellos pedir refuerzos supe que estábamos bien jodidos. A los pocos segundos se escuchó un tiro en el aire y después todo se sumió en un silencio sepulcral, en el cual me di cuenta de que tenía una de esas armas a mis pies.

-¡Todos a la caja de metal! ¡Vamos, rápido, no tenemos todo el día! ¡El que haga cualquier tipo de movimiento que no sea el de vuestros pies hacia adelante será flotado aunque no cumpla la mayoría de edad!

-Pero eso no puede ser, las leyes no lo establecen así.

-Son órdenes de tu madre, Clarke.

-¿Mi madre ha ordenado eso?

-Sí. Te sacaremos de la prisión en cuanto podamos.

-No, no quiero un trato especial por ser la hija de quien ha ordenado algo que está fuera de nuestro código sólo porque quiere conservar el poder – asintió. Bellamy era un buen guardia, lo conocía desde hace algún tiempo y me llevaba bien con él.

-Tú no eres igual que ellos.

-¿Qué no soy igual que ellos? Haber nacido en una familia diferente no me hace distinta.

-No voy a encerrarte por algo que no has hecho, Clarke.

-Bueno, eso tiene fácil solución – vi a Kane acercarse a nosotros, era otro miembro del consejo y mano derecha de mi madre. Corrí hacia él sorteando a la multitud – Oye, Kane – grité.

-¿Qué haces Clarke?

-Ser como ellos – le propiné un puñetazo en la mandíbula que debió dolerle a juzgar por su expresión de enfado.

-¿Se puede saber qué te pasa? ¿Es que te has vuelto loca?

-Estoy cansada de los privilegios que les dais a la gente que está relacionada con él consejo. Yo no soy la hija de la Canciller, soy la hija de alguien que permitió que floraran a su marido. Desde entonces las normas en esta chatarra han cambiado, Kane, y no estoy de acuerdo con los abusos de poder que estáis teniendo – noté la ira dentro de mí saliendo como debería haberlo hecho el día que perdí a mi padre – Prefiero ser alguien que lucha contra vuestro sistema corrupto que estar de vuestro lado.

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