Cap 2

244 24 1
                                    

Y ahí estaba, el azabache entrando a una prisión de alta seguridad, desde que puso un pie dentro de la prisión los policías cuchicheaban al verlo, uno hasta oso acariciarle el trasero, Himuro molesto se le enfrento pero el policía se hizo el desentendido y aprovecho para golpearle por desobediencia.

Se sentía asqueado, pero eso era solo la entrada, todavía faltaba el plato principal "los presos", esos hombres que no han visto la luz del día en mucho tiempo, y el ahora era "carne fresca" como le habían advertido los policías, ahora tendría que cuidar su espalda hasta cuando dormía.

Cuando comenzó a caminar por los pasillos junto a 2 policías que lo llevaban a su celda, los chiflidos no se hicieron esperar, le lanzaban besos y estiraban las manos para alcanzar al hermoso peli negro.

Himuro es hermoso, alto, con un cuerpo divinamente formado, facciones que harían ver feo hasta el mismísimo Narciso. Sus ojos grises y su cabello sedoso que caía armoniosamente dejando al descubierto solo una de esas orbes gris humo, eso le daba un aspecto más misterioso y ese lunar bajo su ojo, era una de las criaturas de lo más exótica y eso no le ayudaba mucho dentro de la prisión, ¿como jodidos pasaría el resto de su vida ahí dentro?.

-Bueno, hemos llegado princesa... esta es tu habitación real- Decía uno de los policías sarcásticamente, y sin quitar los ojos del trasero del azabache.

-Tienes suerte muchacho, te toco con otra princesa- El otro guardia parecía emocionado al ver la figura que se levantaba de la horrible plancha de metal a la que tendría que llamar "cama".

-Hola...tú debes ser mi nuevo compañero...Dios santo! sí que eres bello!-

Los ojos de su nuevo compañero brillaron con un singular destello, que no era como el de los pervertidos policías y prisioneros que lo miraban desde que entro, más bien era solo de admiración.

-Grandote, te veré esta noche?-

El enorme policía de piel morena, se pinto de color carmín ante el comentario de su nuevo compañero de celda, pero enseguida le asintió tímidamente con un movimiento de cabeza.

Reo dio un par de brinquillos armoniosos de felicidad, y se dedico a jalar a Himuro dentro de la celda.

-Bienvenido...cual es tu nombre?- Pregunto el pelinegro, su nuevo compañero de celda

-Himuro Tatsuya...- Sonrió con tristeza

-Mi nombre es Mibuchi Reo, es un placer conocerte...- Extendiendo su mano para saludar

Himuro asintió y tomo la mano para corresponder la cortesía.

-Y dime... cuál es tu historia?- Pregunto Reo acomodándose en la litera de abajo que pertenecía ahora a Tatsuya.

...

Estaba recostado en esa incomoda litera de metal recordando la escena de cómo se despedía de su esposa, recordaba el aroma de sus cabellos dorados, y el sabor de sus labios rosas.

Estaba tan sumergido en el recuerdo de su Alex, y esperando con ansias la visita conyugal, que era cuando la vería, una vez al mes. Himuro le había propuesto a Alex divorciarse, ella ya no tenía un futuro prometedor a su lado, el estaría encerrado mucho tiempo, y se escuchaba muy pesimista, porque aun que seguían investigando, nadie había visto nada, las cámaras de seguridad por alguna razón no funcionaban y los únicos testigos eran inútiles en ese momento, Ryo no había visto, ni escuchado nada, y aunque alego que Himuro era una buena persona y que jamás sería capaz de hacerles daño, la policía aun estaba investigando, no tenían por qué pensar que Himuro fuera inocente, ya que gracias al forcejeo que tuvo con el asaltante, el arma tenía sus huellas, claramente todo lo inculpaba, pero era inocente.

Estaba comenzando a hundirse en pesimismo, por otro lado estaba Kotaro, que era la llave para solucionar todo, pero por desgracia estaba en coma y no tenía muchas ganas de despertar.

Con todo eso, aunque Alex se portaba como la esposa amorosa de siempre, apoyándolo en todo y negándose completamente al divorcio y a dejarlo pudrirse en la cárcel. Aun así el quería lo mejor para su esposa, y aun que se alegro mucho de saber que no lo dejaría solo, una parte de él , hubiese querido que lo hiciera, para que comenzara de cero, tal vez mudarse, que conociera a alguien y formara la familia que el ya no podría darle.

Estaba totalmente asustado, hundido en sus pensamientos de lo que podría pasar en cuanto saliera de esa habitación con barrotes.

Reo le había comentado algunas cosas, le había prevenido acerca de las cosas que pasaban en la cárcel, y que no estaban muy lejos de lo que imaginaba por las películas que alguna vez había visto. Le comento que tenia de 2, seguir la corriente y sacar beneficio de ello o negarse y asumir las consecuencias.

El azabache le conto su historia, como había llegado ahí, según la historia de Reo, le habían detenido en su automóvil cuando iba de regreso a casa, y los policías que revisaron su auto le plantaron droga y lo acusaron de tráfico, así que le habían condenado sin ningún tipo investigación y un juicio dudoso.

Le contó lo difícil que había sido llegar ahí, con su hermosa cara y buen cuerpo, la primera vez que llego fue obligado a hacer cosas, que no quisiera recordar, le habían abusado, le habían humillado y lo habían convertido en la muñeca de los presos, un juguete del que podían disponer cuando tuvieran ganas de jugar y divertirse.

Reo, había sufrido en un principio, había pensado en quitarse la vida muchas veces, pero después siguió la corriente, dejo de resistirse, y aun que seguía siendo el juguete de todos, en ese momento el podía decidir con quien sí y con quien no, ya no lo obligaban, ni lo hacía de gratis, ahora conseguía favores a cambio de sus servicios. Podía escucharse vulgar, podía decirse que se prostituía, pero era algo que le había salvado la vida, le hizo menos peligrosa su estadía en ese horrible lugar, más cómoda y confortable. Iba a pasar mucho tiempo aún ese encierro y tenía que encontrar el lado bueno de toda su situación, si es que se le podría llamar lado bueno.

Le conto su pasado con un deje de melancolía en sus hermosos ojos, su rostro palideció y miedo, frustración, odio y tristeza se reflejaba en su semblante al contar su historia. Pero todo cambio al contar como eran sus días actualmente, habían pasado ya 2 años desde que había hecho algo con algún preso, todo cambio desde que llego ese enorme policía.

1 año de sufrimiento, 2 de resignación y los puntos suspensivos (...) que denotaba los últimos 2 años de paz y felicidad que había vivido, vive y seguiría viviendo, hasta que el saliera o que el policía le dejara, cosa que le asustaba un poco, pero que el moreno le había prometido jamás pasaría, si le llegaban a asignar otra prisión lo llevaría con él, y no solo eso, Nebuya le había prometido sacarlo de ahí, y estaba haciendo lo posible por hacerlo, el caso era difícil, pero el abogado que contrato, y algunos contactos de confianza de Nebuya le habían dicho que era difícil, pero no imposible, y gracias al buen comportamiento del azabache, seguro que lograba salir y vivir su feliz para siempre con el moreno.

TO BE CONTINUE

THE CHOICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora