Capítulo 1 *Déjate llevar*

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Capitulo 1

*Déjate llevar*

- ¡mierda las galletas tiene vida! – grite mientras huía de la cocina. Última vez que trato de seguir un tutorial en YouTube. Mejor iré a la pandemia. Dejé el desastre atrás y fui hasta mi habitación, agarré unos shorts, una blusa limpia azul y mis vans negras.

Agarré las llaves de mi apartamento, dinero y mi celular. Me vi por última vez en el espejo y fruncí el ceño.

- Debo peinarme, posiblemente me encuentre al amor de mi vida y me invite a comer pizza. – en esos momentos, el timbre sonó suavemente... demasiado suave a decir verdad.

Terminé de hacerme mi trenza, dejé mi flequillo suelto y me dispuse a abrir la puerta.

Pero me arrepentí.

- Hola vecina – su sonrisa petulante y su aspecto de chico malo que solo te traerá problemas se estampó en frente de mi dulce morada.- oí que tenías problemas con unas galletas

- ¿y? – dije cortante

- Vengo a ayudarte- él sonrió. Rodé los ojos y terminé de salir de mi apartamento.

- Que considerado querido y apreciado vecino – dije con notable sarcasmo- pero me di por vencida, así que voy a ir por unas galletas a la panadería.

- Te acompaño – mierda

- No hay necesidad – dije tratando de evitar su compañía, no me hace bien, para nada bien.

- Insisto – suspiré algo frustrada

- Muy bien – él sonrió como siempre lo hacía, con esa sonrisa explota ovarios, pero no los míos, ya no.

Caminamos en silencio hasta el ascensor, no mames.

- Bajemos por las escaleras – dije rápidamente.

- ¿a qué le temes? – lo miré a los ojos nerviosa

- Es más saludable, oxigenas músculos, haces ejercicio y... - su mano me arrastró hacia el ascensor y presionó el primer piso.

El silencio es muy abrumador. El recuerdo de hace dos años me revienta en la cara.

Empiezo a tararear una canción para evitar morir de los nervios. El timbre del ascensor que indica que habíamos llegado fue para mí como música para mis oídos.

Salimos y enseguida fuimos a la puerta principal.

La panadería no estaba muy lejos, sin embargo, su cercanía hacia que el trayecto fuese eterno. La piel de sus brazos rozaba contra la mía de vez en cuando y eso provocaba que me erizase.

Dejé que mi cabello cayera sobre mis hombros para evitar el contacto, pero fue casi imposible, el delicadamente lo retiró.

- Me gusta ver tu rostro y sentir como tu piel se eriza con mi contacto. Si es así cuando estamos haciendo algo inocente a la luz pública – acunó mi rostro entre sus cálidas manos y acarició tentativamente mi labio inferior- no imaginó como seria en la oscuridad, bajo las sabanas, completamente solos y desnudos – tragué saliva

- ¡mira, Emmm, la panadería está cerca! – me alejé de él y corrí hacia mi tranquilidad hormonal.

Compramos unas cuantas galletas, pan y un pastel de chocolate y fresas.

Llegamos a nuestro edificio, subimos a nuestros respectivos apartamentos.

- Gracias por acompañarme - dije frente a la puerta de mi apartamento

- Fue un placer – dijo con una sonrisa.

- Q-que tengas buena noche – entré rápidamente, porque su sonrisa no era una simple sonrisa inocente, no era una sonrisa córtes, era una sonrisa que hacía tu corazón palpitar descontroladamente, era una sonrisa llena de deseo...

Dejé las cosas encima de la mesa y me dejé caer sobre mi sillón.

Miré la cocina...

- Mierda, estúpido YouTube, y estúpida inhabilidad para seguir recetas al puto pie de la letra.

El timbre sonó y yo me levanté para ver si era algún vecino o... "el vecino"

Abrí la puerta cuidadosamente y él estaba de pie frente a mí.

- _____ creo que te has llevado mis galletas – sonreí y agarré la bolsa con su nombre.

- Toma, lo siento mucho – sonreí en forma de disculpa, pero él no recibió las galletas, se cayeron y lo único que hizo fue capturar mis labios y estamparme contra la pared. No sé por qué coño le seguía el beso. Sus labios se movían suavemente junto con los míos, su exigencia aumentaba con cada segundo. Su lengua paseaba sobre mi labio inferior, abrí ligeramente mi boca y el gimió mientras su lengua jugaba con la mí un juego muy peligroso. Enredé mis dedos en su cabello negro y lo pegué más a mí. Joder, nos necesitábamos, era lo más obvio, cualquier persona lo notaría. Sus manos agarraron mi culo y me hizo enredarme en sus caderas, sentí la erección en su pantalón y solté un suave gemido. Él se separó.

- Di mi nombre – susurró sobre mis labios

- S-Sebastian – murmuré sobre sus labios que estaban algo rojos e hinchados.- me besó y presionó sus caderas contra mí. Ahogué un gemido.

- Déjate llevar _______...


{Neighbors} (Hot) (Sebastian Michaelis y tú) 1.TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora