Parte sin título 4

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La castaña se ajusto la coleta y agarro las dos bandejas con los pedidos, una en cada mano. Hizo equilibrio y trató de que nada se le cayera mientras murmuraba una plegaria. Llevaba haciendo eso dos años, pero nunca se acostumbraría a llevar las cosas así sin miedo. Empezó a trabajar en la pequeña cafetería cuando se había encaprichado con un bolso que había visto en Gucci. Su mama no era especialmente rica y con lo costoso que era el bolso no podía comprarlo. Entonces decidió empezar a trabajar. Lamentablemente en esa pequeña pocilga era en el único lugar donde consiguió empleo. Obviamente nadie contrataría a una torpe quinceañera. Trabajo todo un año y lo que le pagaban era una miseria y pensó que nuca podría ahorrar lo suficiente, pero su madre al ver lo que se esforzaba pago lo que le faltaba y así tuvo su bolso que lo cuidaba como si fuera una mina de oro. En cierta forma así era. Luego de eso siguió trabajando, aunque el sueldo no era lo mejor, le alcanzaba para darse gustos, perfectamente ahora podría pedir trabajo en otro lugar con mejor paga pero ya se había encariñado con todos los de ahí.

Ese día en especial había demasiada gente sin razón. Se estaba volviendo loca. Tenía que trabajar el triple de rápido y con lo estresada que estaba no podía hacer ni la mitad de lo que hacía normalmente, sin agregar que su mejor amiga iba detrás de ella secándole la mente.

-Solo digo –seguía su amiga-, que podría estar enamorado de ti.

-Paige, se necesitan más de tres horas para enamorarse de alguien-dijo Crystal agitada.

Deposito una bandeja en una mesa y luego camino esquivando a un montón de personas llegando a su otra mesa con el pedido. Soplo un mechón rebelde que le molestaba y siguió atendiendo.

-Pero existe el amor a primera vista –tan pronto como la morocho soltó eso, deseo nunca haberlo dicho.

La modelo se quedo quieta en su lugar como si su cuerpo ya no le perteneciera más y no pudiera controlarlo.

-Sabes que yo no creo eso –dijo con vos monótona.

Paige no dijo nada y le dio un empujoncito a su amiga para que volviera en si. La castaña pestañeo repetida veces y volvió a trabajar. Su amiga se sentó en un banquito alto donde estaba la barra mientras veía como Crystal preparaba innumerables cafés y capuchinos.

Paige dio una vuelta completa sobre el banquito mirando todo el lugar. La verdad es que en los últimos dos años había cambiado mucho. Las paredes antes rojas ahora eran de un color beige con lámparas colgando haciendo proyecciones de luces. Una música suave se mezclaba con los murmullos de los clientes. La barra había cambiado de baldosas a hecha de madera con banquitos altos, acolchonados y giratorios. En las paredes habían colgado imitaciones de cuadros famosos. La mona lisa, Frida Kahlo y la última cena. El exterior estaba hecho de piedras con un cartel colgando y pequeñas luces de colores iluminaban el nombre de la cafetería. La mayoría de las personas, a pesar de las bajas temperaturas, iban a la terraza. Estaba cercada con una reja que simulaba ser madera formando flores. Las mesas eran de metal como un estilo de Francia con las sillas a juego.

El familiar tintineo hizo despertar a Paige de su ensueño y miro hacia la puerta donde entraba un nuevo cliente. Sonrió para sí misma y busco a su amiga con la mirada. Estaba anotando los pedidos de una mesa en su libreta y luego de terminar, se metió el pequeño cuaderno en el bolsillo de su delantal y se acercaba a la morocha. Paige al ver al chico desorientado le hizo señas de que se acercara.

-Scott –lo saludo-. Vaya sorpresa ¿Qué haces aquí?

El muchacho sonrió en forma de saludo.

-Mi madre me envió a comprar algo para esta noche. Tenemos una cena algo importante.

En ese momento Crystal estaba llegando y se quedo como piedra en su lugar al ver a su amiga y al nuevo hablando.

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