Primer capítulo: El comienzo

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"Supongo que eso es todo, que esa es mi historia. Soy simplemente una chica que escribe en su diario. Escribe sobre como nunca ha mantenido ninguna relación con un chico. Si, esa soy yo. La chica tímida de la clase que desea fervientemente besar por primera vez y acabar enamorada. Nunca he creído eso posible. Pero creo que algún día, no muy lejano, pasará. Cuando ocurra, no habrá ninguna persona, absolutamente ninguna persona que sea más feliz que yo. A veces creo que parece ese mi único objetivo, enamorarme. ¿Eso es todo lo que quiero? Creo que estoy loca o tal vez soy una adolescente normal. Lo único que se es que por ahora eso es lo único que me importa y no me siento mal por pensar así. Es mi último año de instituto y quiero vivir todas esas experiencias que nunca he experimentado."

Una chica se encontraba escribiendo en un cuaderno. Estaba sobre su cama, las sabanas estaban desechas. La ventana estaba abierta de par en par y podía mostrar la brillante luz de la luna alumbrar su pequeño cuarto. Ella cerró su viejo diario rosa. Se levantó, cerró la ventana y se metió bajo esas sábanas desordenadas. La noche sumió la habitación.

                                                                                                                                                                                                                                                                 ~ ~ ~ ~

- ¡Anastasia! - chillaba alguien desde el primer piso de la casa

- ¡Ya voy! - contestó la chica sobre la cama.

Se levantó perezosamente. Lo primero que hizo fue poner música. Parecía que la música era lo único que podría darla fuerzas para salir de la cama. Se puso la ropa que había dejado la tarde anterior sobre una silla de su cuarto. Llevaba una camiseta negra a conjunto con los pantalones y una blusa de color salmón con un estampado de mariposas. Para el calzado eligió unos tacones grises con tachuelas y  bajos para no llamar demasiado la atención.

En la cocina se encontraba una mujer de estatura mediana y ancha de cuerpo. Llevaba la ropa ancha y sus pequeños rizos adornaban su cara con arrugas. Es una mujer risueña y con bastante energía para ser las siete de las mañana. Estaba sirviendo cereales y una tostada al chico que se encontraba sentado sobre una silla delante de la encimera de la cocina. La habitación estaba directamente conectada con el salón sin paredes, ni pasillos. La estancia parecía tranquila, solo se oía el ruido al masticar del chico de la cocina y los pájaros cantando sobre el árbol del jardín. Esa paz se vio interrumpida por el castañeo de los zapatos de Ana al bajar las escaleras. Cuando llegó a la cocina se encontró que su comida ya estaba sobre la encimera.

- Gracias mama. Pero no consigo entender esa manía de llamarme Anastasia. Es un nombre que, como sabes, no me gusta. Es muy ñoño. - dijo Ana mientras se sentó a desayunar.

- Cariño, te puse ese nombre porque me gusta, no para llamarte Ana. Pero si te molesta tanto, te llamaré Ana. - contestó la mujer con un tono molesto aunque seguía sonriendo.

Ana sonrió

- Hija, se puede saber porque vas tan arreglada.

- Ya sabes, son las reglas de Casi. "El primer día de instituto es obligatorio llevar tacones y la mejor de tus camisetas. Si se puede, lleva una bonita falda que deje destacar ese culo" - dijo Ana intentando no reírse.

- Esa amiga tuya, Casilda. Es una chica muy...especial.

Ana se echó a reír. Era cierto, pensó, pero la encantaba su seguridad en si misma y esa forma de demostrar que no tiene miedo a nada.

Se acabó sus cereales rápidamente.

- Adrián pásame una servilleta, por favor.

No dijo nada y le pasó la servilleta sin ni siquiera mirarla. Podrá ser más borde pensó Ana irritada. Dejó la tostada en el plato, la faltaban un montón de cosas que hacer antes de llegar al instituto.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2013 ⏰

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