Capítulo 4: Deber de hijo

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Desde el camarote se oía el bullicio del puerto. Aquella misma mañana debían dejar el barco Andromeda. Lukas seguía mirando fijamente la carta de su madre. El día anterior, el abogado Perrins le había dado dos cartas, una de las cuales había leído con su padre. La otra, en cambio, la había guardado para si. No quería leerla con su padre. Sentía que aquello era algo entre su madre y el. Miro al frente y vio algunas de las pertenencias de su madre. Aún no las había mirado y ahora que debía dejar su barco, no sabia donde mandarlas.
Oyó como sus hombres cantaban una canción de marineros mientras terminaban de llevarse sus cosas. Con esa alegre melodía que tanto echaría en falta, Lukas se armo de valor y abrió la carta. La verdad es que le sorprendió la escaces de información. La carta era realmente corta. Su madre había sido parca en palabras, pero muy concisa.

"Mi querido Lukas.
Lamento todo lo que ha ocurrido. No he podido ahorrarte el mal trago. Pero por favor, intenta hacer las paces con tu padre y haz todo lo posible por llevarte bien con el esos seis meses. El abuelo así lo querría. Siento todo el pesar que te he causado. Te quiero.".

Le dio la vuelta a la carta varias veces y miro dentro del sobre, esperando encontar algo más. ¡No podían esas ser las últimas palabras de su madre! Lukas tiro la carta por las aires con desilusión y se frotó la cara. El sonido de la puerta le sobresalto.

-Capitán, todo listo.- dijo Rupert con su usual jovialidad mientras se asomaba por la puerta. La abrió del todo y entro. Al ver la carta, se agachó a recogerla e hizo un ademán de leerla. Lukas asintió.- Vaya... ¿Estas bien?
-¿Tu que crees? La carta de mi abuelo era como una carta de sentencia. Quitarme todo lo que poseo. ¡El Andromeda! Pero la carta de mi madre... es como jarro de agua fría. Ella sabe que mi padre me odia y aun así me pide que nos llevemos bien, cuando es física, química y mágicamente imposible, y solo...
-Hey, hey... respira.- dijo Rupert acercándose a el. Lukas le hizo caso y dio una larga inspiración.- ¿Que vas a hacer ahora?
- Ayer hable con mi padre y quedamos en que me quedaría en Holland Place hasta que las cosas se tranquilicen un poco y pueda conseguir algo para poder marcharme.
-¿Y las cosas de tu madre?- pregunto Rupert señalando su espalda.
-Creo que al final lo mandare a casa de los Knight. Ayer le conté todo a Warren y dijo que podía guardarmelo. Además, Caroline esta en la ciudad y a lo mejor quiere algo de mi madre.
-Sí, supongo que será lo mejor. Le diré a Angus que lo carge todo al carro y que lo mande todo a la residencia Knight.- dijo Rupert mientras se dirigía a la escotilla y miraba el puerto.- En fin, capitán, creo que ya es hora de partir.
-¿Ya están todos?- pregunto Lukas algo nervioso. Rupert lo miro y asintió.- Es la hora.

-No hay hombres más valientes y leales que ustedes. Ha sido un placer inmenso trabajar y convivir con ustedes durante todos estos años. Lamento que todo haya terminado tan abruptamente.- dijo Lukas a su tripulación a modo de despedida.- En unos seis meses, espero recobrar mi navío. Si para entonces aun lo deseáis, me encantaría volver a teneros como tripulación.- el murmullo de aceptación se extendió por el barco.- Creo que no queda más que añadir.- le dijo Rupert.
-¡Por el capitán!- grito levantando una botella de ron y repartiendo unas cuantas entre los marineros.
-¡Por el capitán!- gritaron todos. Los hombres se dispersaron y recogieron sus cosas antes de partir.
-Capitán.- Lo llamo Angus.
-¿Sí, Angus?
-Puede contar conmigo. Estaré por la ciudad, con mi hermana y su familia. Mi cuñado ahora está enfermo y les ayudaré hasta que se recupere. Si dentro de seis meses aun me necesita, me encantaría volver a estar bajo sus ordenes, capitán.- dijo Angus con una sonrisa.
-¡Desde luego!- exclamó Lukas con una risotada.
-Angus, viejo bribón, no te metas en demasiados líos.- dijo Rupert bromeando.
-Sabes que no puedo prometerlo.- respondió Angus mientras se marchaba.

Rupert y Lukas bajaron al muelle y ambos se quedaron mirando el barco. El Andromeda había sido su hogar durante ocho años y había llegado el trágico día de despedirse de él.
-Se hará raro.- comentó Rupert haciendo una mueca y apoyando su mano en el hombro de su amigo.
-La verdad es que si. Tantos años...- dijo Lukas acompañado de un suspiro.- Me alegro de que estés a mi lado, amigo.
-Faltaría menos. ¡Qué harías sin mí!

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Ahora que se fijaba mejor, Lukas percibió que Holland Place era más triste que como la recordaba de pequeño. El mayordomo lo observó con una mirada severa e incriminatoria, como si tuviera la culpa de algo. La única que se alegró de tenerlo de vuelta era la señora Hughs. Lo habían hospedado en su antigua habitación. Estaba tal y como la había dejado la última vez: llena de libros y con el escritorio arrastrado hasta la ventana. Le habían cambiado la cama a una más grande, pero en lo demás, seguía igual. Bajo las escaleras hasta el despacho, donde su padre le esperaba. Antes de entrar, oyó como gritaba su padre enfadado y como estrellaba un baso contra la puerta mientras el desdichado lacayo salía despavorido.
-¿No es un poco temprano para dar caza al servicio?- se burlo Lukas mientras entraba en el despacho y se sentaba frente a su padre. Se arrepintió de lo que dijo en cuanto vio la cara de su padre.- Bueno, acabemos con esto de una vez. Sé que no me quieres aquí, créeme yo tampoco quiero estar aquí, pero el abuelo...- la risa de su padre hizo que se detuviera. Jamás había oído a su padre reírse en su presencia y tal acto lo hacía estremecerse.
-El viejo Landon... ¡Tu abuelo nos ha montado una buena jugarreta!- exclamó mientras se levantaba y se servía una copa de whisky. Parecía divertido.- ¿Qué te parece si hacemos un trato?
-¿Un trato?- repitió Lukas confuso.
-Si, un trato. Yo acepto aceptarte como hijo y tenerte bajo mi techo si a cambio tú aceptas cumplir con tus deberes como hijo.
-Creo que salgo perdiendo.- murmuro para si.- Sí no me quieres aquí, buscaré otro sitio donde dormir. Y lo de aceptarme como hijo, llega un poco tarde. Todos saben que es mi padre. Llevo su apellido, ¿o a caso piensa cambiármelo?
-Debería hacerlo. No, te quedarás aquí y cumplirás con el trato.- volvió a decir lord Holland.
-Ya se cuales son sus intenciones. Quiere hacerles creer a los demás que somos una familia feliz para así conseguir su fortuna.- no hizo falta que su padre contestara para saber la respuesta. Lukas se levanto para marcharse.- ¡No participaré de esta farsa!
-Yo lo haría si quieres recuperar tu preciada Andromeda.- Lukas se volvió a su padre y le presto atención.- Sí, veo que ahora nos entendemos.
-¿Cómo a conseguido hacerse con mi barco si no tiene ni un centavo?
-Tengo amigos. Amigos que me deben favores.- dijo con un deje de diversión.- La cuestión es que tu barco puede pasar a ser montón de leña para chimenea si no aceptas mis condiciones.
-¿Cuáles son?- preguntó de mala gana.
-Te lo dije antes: tus deberes como hijo.
-¿Y qué deberes serían esos?
-Nada difícil, créeme. Lo de siempre: acudir a bailes y fiestas, deben vernos en público, intentar llevarnos bien, casarte con una buena dama, cosas de este estilo.- dijo su padre con calma.
-¿Casarme? No pienso dejar que tú me elijas esposa. Y menos si es para que te beneficies más.- dijo Lukas con furia.
-Supongo que eso lo podremos hablar llegado el momento.
-Deseas mucho esa herencia si te ofreces a tenerme de vuelta.- su padre no contesto, por mucho que quisiera ocultar su enfado y demostrar diversión, Lukas vio odio en los ojos de su padre.- Acepto, pero Rupert también se quedara aquí.
-¿Rupert? ¿Quién diantres es Rupert?
-Es un amigo y mi segundo al mando en el Andromeda. Pero ahora, no tiene donde quedarse. Vivirá aquí.
-Si, si...- acepto su padre mientras lo despachaba con la mano. Lukas fue hacia la puerta y antes de abrirla pregunto algo que siempre le había rondado la mente.
-¿Por qué me odia tanto, padre?- la pregunta le pilló por sorpresa.
-Odiarte... ¿Por qué?- su padre se levanto de golpe de la butaca y lo apuntó con un dedo incriminatorio.- ¿Quieres saber por qué te odio? ¡La zorra de tu madre tiene toda la culpa! Siempre coqueteando... ¡Maldito el día que me case con ella! ¿Sabes qué? Me alegro que haya muerto. ¡Y ahora sal de mi vista, maldito bastardo!- lo empujo fuera del despacho y cerró la puerta con un portazo. La señora Hughs corrió a su lado y lo abrazo para darle ánimos.
-Lamento que se haya puesto así contigo. El pobre Ben lo enfado antes de que entraras.- Lukas la miró sin saber qué decir. El comentario de su padre expresaba más de lo que esperaba. Estaba como flotando, las palabras iban y venían, se repetían una y otra vez. Cuando al fin reaccionó, estaba sentado en una butaca en el salón.- ¿Señorito, esta bien?
-Martha, dígame... Dígame la verdad: ¿soy un bastardo?- la señora Hughs lo miró con asombro y enseguida entendió a que se refería. Sus ojos se llenaron de lágrimas y de ternura. Le acarició el rostro y dijo las palabras que más había temido que dijera.
-Si, lo eres.

Secretos Compartidos (Saga por y para siempre #2)Where stories live. Discover now