Prólogo.

13K 385 27
                                    

Nueva Gales del Sur, Australia. Sidney.

Marzo de 2003.

Mi reloj marcaba las doce de la madrugada y seguía sin una pizca de sueño, debo dejar de tomar café... o tal vez no. Pero lo que si debo hacer es dormir, mañana hay feria de libros y los dejarán en descuento desde las siete hasta las nueve.

Bien, pues tocó el último recurso. Bajo a la cocina intentando hacer el menor ruido posible y cuando lo logro enciendo la luz y rebusco en uno de los gabinetes el frasco de pastillas para dormir de papá. Encuentro el frasco que en letras mayúsculas reza: "LUNESTA, RECETA DE ERICK FLIESH. 03/25/2003". Tomo una de las pastillas y la paso por mi garganta con un poco de agua tibia; guardo el frasco en su lugar y salgo de la cocina no sin antes apagar la luz. Subo a mi habitación y apago mi lampara de mesa, ya el sueño se estaba apoderando de mi. Que eficientes las pastillas. Busco mi cobija y me cubro hasta el cuello mientras cierro mis ojos plácidamente.

Oigo a lo lejos que alguien me llama pero mi cuerpo no reacciona, no puedo abrir mis parpados, los siento muy pesados al igual que el resto de las extremidades de mi cuerpo, pero claro, eso es sólo hasta que siento que mi trasero despierta por un ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Oigo a lo lejos que alguien me llama pero mi cuerpo no reacciona, no puedo abrir mis parpados, los siento muy pesados al igual que el resto de las extremidades de mi cuerpo, pero claro, eso es sólo hasta que siento que mi trasero despierta por un fuerte impacto y así poco a poco van despertando el resto de mis extremidades. Despierto por completo y me encuentro tirada en la alfombra de mi habitación, frente a mi hay unas piernas largas que no logro reconocer porque están cubiertas por un pantalón oscuro masculino. Levanto la mirada mientras se me va aclarando poco a poco la vista y veo a José frente a mi con sus brazos puestos como taza en sus caderas. Ruedo los ojos y me coloco de pie, me tiro de espaldas en mi cama nuevamente.

-¿Qué quieres y quién te dio autorización de espantarme mi sueño?- digo con mis ojos cerrados por el gran destello de luz que produce el foco en ellos.

-Camerón ha tenido un accidente- al principio no había captado bien sus palabras, pero cuando organizo accidente y Camerón en la misma oración mi cuerpo reacciona y voy directamente a mi baño para mojarme la cara y lavarme los dientes.

-¿dónde está?, ¿qué sucedió?, ¿es grave? ¿qué hora es?- interrogo.

-Está en la clínica central, iba ebrio; estábamos en una fiesta pero sabes que yo no tomo; se salió de control y cuando me di cuenta ya no estaba conmigo, no mucho dicen los doctores que no son cosas tan dañinas, son las cinco de la mañana- contesta a todo mi cuestionario.

Cierro la puerta de mi baño y me doy la ducha más rápida de toda mi vida, seco mi cabello un poco (un poco porque queda húmedo), salgo y me coloco lo primero que encuentro, vaqueros negros, un abrigo de Cam y mis tenis blancos. Bajo las escaleras rápido mientras paso mis dedos por mi cabello para desenredarlo.

-¿lista? vamos- dice José en la puerta. Voy detrás de si hasta que recuerdo mi celular.

-Espera- subo las escaleras una vez más hasta mi habitación y busco mi celular entre las sábanas, bajo rápido y cierro la puerta fuerte para ponerle llave y guardarlas en mi bolsillo.

Subo al auto junto con mi hermano y cierro la puerta para que el auto se ponga en marcha. Enciendo el aire acondicionado mientras busco el número de Janeth en mi celular, quien por cierto me manda al buzón de mensajes.

-Hola, buen día. Tal vez no pueda ir a la feria de los libros, llámame, te confirmo antes de siete- cuelgo y coloco mi celular en el pequeño compartimiento que separa los dos asientos delanteros.

Llegamos a la clínica y entramos a paso rápido, cruzo unos pasillos y me encuentro con la mamá de Cam tomando un café muy tranquilamente, lo que hace que me relaje un poco, le saludo, pero volteo y me encuentro con la hermana de Clara, mi enemiga de la infancia. Quien por cierto, no está tan calmada.

-Me permite, Sra. Smith- digo con una falsa sonrisa en mi cara. Tomo a José del brazo enterrándole mis uñas- ¿puedes explicarme qué pasó, ahora si?- 

Enseguida puedo ver como se tensa- ya te lo dije Lú, fue un accidente, ¿qué más puedo decirte?-

-Lo que pasó, con detalles- se rasca detrás de la nuca- y ya, sin rodeos-

-Iba en el auto con Clara, ambos iban pasados de tragos- puedo sentir como se me calientan mis mejillas- Chocaron contra un árbol pero el mayor impacto lo recibió Clara, parece que su vida peligra, está en estado de coma.

¿Amigos? No, Tu Me Gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora