Capítulo 2

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-¿Es ahí dónde está?-pregunté sorprendida.

-Sí-afirmó Hagrid frotándose las manos-. Suerte que te dije que te pusieras el abrigo, sabía que ahora en la noche habría una tormenta.

Hacía mucho frío. El lugar del que hablaba era lo que parecía una gran roca en el mar. Y, encima de ella, se veía la más miserable choza que uno se pudiera imaginar. Dos cosas eran seguras, allí no había televisión y allí se hospedaba Harry Potter.

-¿Cómo llegaremos allí?-empecé a preguntar mientras nos acercábamos al mar caminando por la arena.

-En eso-señaló Hagrid un viejo bote que se balanceaba en el agua grisácea- ¡A bordo!

En el bote hacía un frío terrible. El mar congelado nos salpicaba, la lluvia nos golpeaba la cabeza y un viento gélido nos azotaba el rostro. Después de lo que pareció una eternidad, llegamos al peñasco, donde Hagrid me condujo hasta la desvencijada casa.

-Toca la puerta, Hagrid-le dije.

Y lo hizo. Se escuchó un fuerte BUM en todo el lugar.

-Creo que lo tienes que hacer un poco más des...

BUM otra vez, no me dejó terminar lo que dije.

-Creo que tendré que hacerlo por las malas. Ala, apártate-me advirtió Hagrid.

-No te atre...

¡UN GOLPE VIOLENTO!

La puerta fue empujada, que como pasó con la mía, se salió de los goznes y cayó al suelo.

-...vas-terminé la frase rendida.

El interior era horrible: había un fuerte olor a algas, el viento se colaba por las rendijas de las paredes de madera y la chimenea estaba vacía y húmeda. Había un sofá, y en él se encontraba un niño gordo que miraba a Hagrid con temor. Cerca de las escaleras, había un hombre de unos cuarenta años con un rifle en las manos apuntándonos, atrás de él estaba al parecer su esposa. Y por último, al lado de la chimenea, en el suelo y con una manta delgadísima, había un chico de unos 11 años con gafas circulares, ojos verdes y pelo azabache.

Hagrid entró con dificultad a la cabaña, agachando la cabeza. Yo iba detrás suyo. Hagrid cogió la puerta y la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Me coloqué a su lado y los dos observábamos a las personas que se encontraban ahí.

-Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...

Se desparramó en el sofá donde el niño gordo estaba petrificado de miedo.

-Levántate, bola de grasa-le dijo Hagrid.

El niño se escapó de allí y corrió a esconderse junto a la señora que estaba detrás del señor con rifle.

Hagrid me miró.

-Ven, Ala, no te quedes en la puerta y siéntate.

Ahora todos me miraban. Con un poco de timidez, me fui acercando poco a poco al sofá y me senté junto a Hagrid.

-¡Ah! ¡Aquí está Harry!-dijo él.

Me di cuenta que el niño de gafas era el famoso Harry Potter, él levantó la vista hacia nosotros.

-La última vez que te vi eras sólo una criatura -continuó Hagrid-. Te pareces mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.

El señor con el rifle dejó escapar un curioso sonido.

-¡Le exijo que se vaya enseguida con su hija, señor!-dijo-. ¡Esto es allanamiento de morada!

-Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero -dijo Hagrid.

Alanna Diggory, comienza la magia [1]Where stories live. Discover now