Dos días antes

El día es fresco así que tomo mi chamarra de piel color guinda para ir hacia aquel lugar en el que estoy seguro que encontraré un tesoro. Mis instintos no suelen fallar, y justo ahora tengo la corazonada de que puedo curar el corazón roto de mi pequeño ángel.

Ella es un ángel para mí.

Bonita, curiosa, inteligente, difícil.

Me recuerda tanto a la esencia de mi abuela, y por eso estoy convencido de que ella la ha enviado para mí.

Bajo las enormes escaleras resbalándome por el barandal y río un poco porque cada vez que lo hago, la señora Hortencia grita como si me estuviesen disparando con una metralleta. Por suerte, ahora no está. Sólo viene a darle mantenimiento a la casa por las mañanas y me ayuda con la comida, una vez listas sus tareas, se marcha.

Subo a mi deportivo y me dirijo hacia las calles menos favorecidas de la ciudad. Un grupo de hombres me observa con extrema seriedad cuando bajo y me preparo en todo caso de que sea necesario defenderme; no sucede. Abro las puertas de cristal del negocio y merodeo entre los aparadores que hay en su interior. Empiezo a preocuparme y me decepciono al pensar que me he equivocado, pero cuando estoy a una pizca de darme por vencido, la felicidad que siento en el interior me obliga a celebrar alzando con fuerza mi puño derecho mientras musito un demandante "¡Si!".

-¿Cuánto por el collar de tulipán y cristales?

El sujeto tras la caja registradora me observa de pies a cabeza con detenimiento.

-Quince grandes.

-Te daré ocho -advierto.

-Es un Swarovski, niño.

-Lo sé, pero también soy cliente de la marca y sé lo que vale. Además, estamos en una casa de empeño, no diste más de mil pesos por él.

-Quince.

-Ocho y agradécelo porque nadie te dará más -Le miro con astucia-. Lo sabes, Víctor.

Él suspira derrotado al cabo de unos segundos de mantenerme la mirada como si realmente pensara que cambiaré de opinión.

-¿Cuántas cosas más vendrás a salvar?

-Las que sean necesarias.

-Qué calvario.

Toma el collar y extiende la mano. Le entrego dinero en efectivo y a cambio me da el collar.

-Un placer hacer negocios contigo. -Sonrío-. Adiosito.



Actualmente


-¿Crees que eso sea suficiente?-cuestiono a través del manos libres de mi celular.

-Alex, no seas tan intenso. Cualquier chica caerá a tus pies.

-Ella no es cualquier chica.

-Lo mismo decías sobre mí y terminé siéndolo -ríe-. Le encantará la sorpresa, no te estreses de a gratis.

Cómo le rompí el corazón al amor de mi vidaWhere stories live. Discover now