Capítulo 1.

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   ¿No les a pasado que justo cuando te dicen que ya no saldrás adelante, aparece una oportunidad para probarte que todo se puede? Bueno, pues mi oportunidad tenía nombre.

   Lucy Heartfilia; una estudiante de segundo grado de preparatoria con buenas notas, buen físico, buenos sentimientos, buena familia, buenos modales... ¡Todo en ella era bueno! sin embargo eso no la hacía más asequible. Ella era como el mal común de todos. Era lo que todos buscaban y nunca encontraban. Era lo que parecía exótico e inexistente. Ella era lo que llamábamos amor.

   Todos necesitábamos amor, unos más que otros pero al final todos carecíamos de él. Así que me fue fácil el deducir que necesitaba a Lucy, que necesitaba su presencia a mí lado, que necesitaba sentir como brindaba amor a mí ser, que necesitaba un pedazo de su naturaleza.

   Porque así era yo. Natsu Dragneel; un chico de tercer grado de preparatoria con notas regulares, no muy fan del deporte y mucho menos alguien educado, tampoco era feo o al menos eso me decía mi mamá, no poseía grandes músculos pero iba al gimnasio siempre que podía, tampoco era un estudiante invisible pero no era denominado popular. Yo era el típico chico de 18 años que buscaba un poco de amor en su ignorancia.

—Joven Dragneel ¿le importaría seguir con la lectura? —interrumpió la profesora Aries mis pensamientos y me sacó de mi pequeño trance—. ¿Si sabe dónde vamos? —volvió a preguntar, pero esta vez ajustó sus grandes anteojos en el puente de su nariz como retándome a saber la respuesta.

—Claro. —contesté sin tener la menor idea siquiera de en qué clase estaba. Dirigí mi mirada a los párrafos marcados de mi compañero de a lado y después a mi libro grafiteado, vi el renglón que más me llamó la atención y traté de seguir con la lectura—. En el virreinato... —empecé y las risas burlonas de mis compañeros me callaron, indicándome claramente que estaba equivocado.  

—Natsu, —me advirtió la profesora—. Debes poner más atención para la otra. —terminó, para después achicar los ojos y elevar las comisuras de sus labios. Si bien, Aries era una de las profesoras más jóvenes del instituto y por lo tanto podía comportarse como en un amigo, como en un enemigo. Pero yo en lo personal la consideraba una persona tanto activa como alegre, apostaba lo que fuera a que años atrás ella era la Lucy de la preparatoria, pues en su suave semblante al hablar y en su pasiva mirada al mirar, salía a flote su manera de amar y la cantidad en que lo hacía.

   Restándole importancia a las risas finales de mis compañeros, trate de seguir con la lectura y cuando por fin había encontrado su seguimiento: la chicharra del receso deslumbró a mis adentros. La hora del almuerzo era lo que anhelaba desde la primera clase de química porque aparte de que era cuando veía a todos mis amigos en una misma mesa, era cuando descansaba de las primeras tres horas de clases frente a la mesa de Lucy.

   Lucy era la hermanastra menor de Sting y eso hacía más grande su popularidad ya que Sting era el estúpido capitán del equipo de lacrosse y por lo tanto compartían mesa junto a su grupito de populares. Pero lejos de agradarme, la idea me molestaba; Sting y yo tenemos nuestras indiferencias que por arte del típico cliché hacen las cosas más difíciles entre Lucy y yo, aunque en realidad no somos nada. 

—¡Vamos, Dragneel! —me animó mi mejor amigo—. Quiero que vengas este Viernes a verme en el partido. —prosiguió con la invitación que me había dado desde que anunciaron su aparición en el juego que estaba por darse en la preparatoria del equipo de lacrosse, pues si bien, Gray pertenecía al equipo.

—¿Quién soy yo? ¿Tú novia? Estas muy equivocado si piensas que iré. Sabes que no me gusta ver como Sting se luce en el partido.— le dije y ocasioné que bufara.

—¿No hay rencores, Dragneel? —habló alguien a mi espalda y pude reconocer su voz no tan común. Siempre que teníamos algún pequeño atentado él recurría a cambiar su voz a una más gruesa para tener más poder, según él eso funcionaba a la hora de discutir. Para mí era patético.

—Claro que no, Eucliffe. —le respondí sin tomarme la molestia en mirarlo para saber que se enfureció.

—Fullbuster, ¿qué haces aquí? Te tenemos un lugar con nosotros. No tienes porque estar con perdedores. —dijo con su voz imbécil mientras disimuladamente me miraba, aunque claro, no disimulaba nada, lo hacía queriendo que yo lo observara y claro que lo hacía, pero no le iba a dar el poder de hacerme enojar, así que preferí mantenerme donde mismo y sentí el esfuerzo que hacía para no lanzarme encima suyo.

—¡¿Por qué no te largas de una vez?! —grite dándole la cara—. Ve con tus perros falderos a otra mesa porque a mí ya me tienes harto. —volví a gritarle y por si no había quedado claro ya; Sting y yo nos odiamos ¿la causa? Pues yo estaba destinado a ser el capitán del equipo de lacrosse hace un año, pero al parecer él no estuvo de acuerdo con eso así que hizo que me sacaran del equipo antes de que me nombraran el capitán. Yo estaba en el equipo en segundo grado, tenía un simple puesto de running back pero al antiguo capitán Laxus de alguna manera lo sorprendí y decidió nombrarme su sucesor, pero antes de que se fuera, Sting se encargó de destrozarme tanto en mi imagen como en mi reputación, ¿típico, no? Sin embargo yo logré algo que Sting no pudo y fue hacer amigos reales que aún bajo lo reclamos de él, no se alejaron de mí, como Gray y Gajeel, otros miembros del equipo.

—Si éramos amigos, —dijo con sarcasmo indignado, y quise corregirlo pero era la verdad—. ¿O ya lo olvidaste? ¿Quién te consiguió a tu primera vez? ¿Quién te defendió alguna vez de los mayores? ¡Fui yo, Natsu! No esa bola de ineptos que se hacen llamar tus amigos. —y nuevamente volvimos a ser la pelea principal de la cafetería. Creo que después de todo no era tan invisible como pensaba.

Enamorando al Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora