1: Enero.

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Enero.

10 de Enero del 2015.

Ellie.

Tick, Tock, Tick, tock.

6:49am.

Las agujas del reloj avanzaron con una paciencia desesperante, entre más me fijaba el minutero nunca avanzaba y si lo hacía era poco. Además de frustrarme, yo tenía prisa porque diera la hora de entrada, ya no soportaba la espera y el aburrimiento porque nada hacía y ya necesitaba iniciar el bendito curso de inglés que mi padre tanto insistió para que entrara ahora que estábamos en Nicaragua.

6:50am.

El reloj avanzó un miserable minuto, el segundero con paciencia lo rodeaba con lentitud sacándome de quicio. Me levanté de mi asiento y acerqué al expendedor de agua, estaba tan sedienta y abrumada, no me gustaba estar aquí, a pesar del aire acondicionado no era capaz de relajarme y el sudor corría por mi pálida frente, tomé un vaso de agua fría, el líquido aflojó el nudo en la garganta que traía, suspiré lanzando el vasito de papel al basurero y me mordí el labio inferior, hasta que me salió sangre por accidente provocando varias maldiciones en inglés de mi parte.

— Oye, calma, ¿estás bien? —preguntó riendo una chica menudita y con anteojos sentada a dos sillas de donde antes estaba yo, le dediqué una mirada fulminante, ¿Qué no me vio como me mordí el labio? ¿Y qué fue lo más gracioso para estar riéndose? Solo me atreví a hacerle un gesto negativo por la insistencia en su mirada.

Agarré mi mochila y me dirigí al baño, cuando entré a un cubículo me encontré con un chico en el inodoro, la cara roja como un tomate y los ojos cerrados, retorciéndose un poco en su lugar y provocando sonidos extraños, como si estuviera haciendo "presión" para sacar lo que tenía adentro, literal, se veía muy gracioso, me quedé un momento en la puerta sin saber qué hacer, al echarle un rápido vistazo me pareció conocido, pero no sabía quién era, dejé de verle incomoda y me largué de allí casi corriendo.

Creo que debí haber tocado antes.

Ahora me traumé con la visión de un chico cagando piedras, literalmente. Me moría de vergüenza hasta sonrojarme, supongo que me equivoqué de baño, aunque al salir me fijé y de hecho no lo hice, ese era el baño de chicas, y un chico estaba en él, "WTF..."

Mi amiga Julissa me tomó del brazo y arrastró al salón de clases de inglés avanzado sin dejarme completar el vulgar pensamiento. ¿Qué haría un hombre en un baño de mujeres? ¿Es que acaso no tenían sus propios inodoros?

La voz de mi nueva amiga me devolvió a la realidad donde por suerte ningún hombre estaba haciendo popus.

— ¿Qué había en ese baño que te sonrojo tanto? Parece que has visto a un fantasma teniendo sexo con otro fantasma—preguntó con una sonrisa reluciente alzando sus delgadas cejas con una mirada coqueta insinuando otra cosa. Creo que mirar a un un fantasma teniendo sexo es mejor que un chico haciendo sus necesidades, por lo que no quería hablar de eso y opté por el silencio.

Recién nos establecimos en la casa de mis abuelos paternos, acudí a clases de inglés en el instituto de lenguas extranjeras donde mi papá empezó a trabajar a inicios de diciembre del año pasado, no me gustaba perder mi valioso tiempo en estudiar de nuevo algo que sabía desde que aprendí a hablar, que era mi primera lengua prácticamente, pero mi querido padre deseaba que me relacionara con más personas de mi edad al mudarnos a un país que yo no había visitado luego de siete largos años y que cuando una bomba emocional explotó en nuestras vidas él aprovechó como primera oportunidad para regresar a su tierra natal.

Entramos a la clase y cuarenta minutos después me quedé roncando en mi estrecho pupitre, cuando la clase acabó, Julissa me despertó y regañó, refunfuñé enojada porque me despertó sabiendo que odio que me despierten cuando estoy bien dormida, por eso a su regaño no le tomé importancia, ya sabía todo lo que aprendieron ese día, hasta yo misma podía dar la clase sin titubear, pero no, a mi fabuloso papá le preocupaba que fuera alguien solitaria, pero ¿qué esperaba si me obligó a dejar mi vida en Inglaterra? Dejé a mis familiares maternos y a mis amigos, aunque no era un problema en realidad, ya que solo sería un año, en doce meses ya estaría de vuelta en el lugar que nací y me olvidaría completamente de que pase 365 días en Nicaragua.

A la salida me quedé esperando a papá por media hora hasta que me dijo que le tocaría doble turno y que tomara un taxi a casa, de mal humor entré al ascensor y cuando presioné el botón para el primer piso, un chico entró rápidamente con papeles desordenados en sus manos cayendoseles cuando intentó tocar un botón para el segundo piso.

Torpemente le ayudé a recogerlos hasta que nuestras manos se tocaron por querer coger una hoja y le vi directo a sus ojos cafés oscuros, los cuales me dejaron hipnotizada por un momento, para luego recorrerlo con la mirada y analizarlo bien. El aire familiar me invadió al verlo, fruncí mis labios y le entregué los papeles, él solo me quedó viendo como idiota sin decir nada.

Era lindo, no tan guapo, pero sí tenía algo atractivo en él, sus ojos oscuros eran preciosos con ese brillo y el corte de cabello le favorecía, no era tan alto, pero sí más que yo unos centímetros notables y tenía bonitos labios rosados algo gruesos, además de espesas cejas y pestañas de envidia, pero lo que más me intrigó es que sentía que lo había visto en alguna parte antes...

Cuando el ascensor llegó al segundo  piso él salió sin dejarme de ver ni un segundo, no lo dejo de hacer ni cuando las puertas del ascensor se cerraron.

Sentí una sensación extraña en mí corazón, y me llegó a la mente el vivo recuerdo del terrible miedo que viví siete años atrás.

Me enamoré de una estrella fugaz.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα