Perverted. ✾ Subaru Sakamaki

Final alternativo; Shuu Sakamaki

Shinka dejó con suavidad la rosa en el cuerpo de Subaru, lamentándose por que el albino murió. Sintió como una mano se posaba en su hombro, y seguido de un beso en su cabeza. No le hizo caso, estaba demasiado ocupada mirando el cuerpo muerto del Sakamaki menor.

-Deberías dejar de venir aquí. -dijo Shuu en voz baja.

Shinka negó. Sabía que le hacía daño venir a verlo todos los días, observarlo en silencio, horas y horas. Hasta quizás días.

-Les hará daño.

La mano de Shuu se poso con suavidad sobre el vientre Shinka, que estaba abultado. Sonrió en silencio al ver como la rubia ponía una de sus manos sobre la de él.

Shuu le agarró de la mano con delicadeza y empezó a caminar lejos de ese ataúd, no sin antes mirarlo de reojo y mirar a otra parte por la incomodidad. Era incómodo saber que tu hermano menor estaba muerto y tú te habías quedado con su amor.

Pero, Shuu amaba a Shinka. Y ella a él. Eso hizo que Subaru se volviera loco y empezara a destruir todo lo que había a su paso. Cuando Shinka dijo el nombre de Shuu, el albino se había quedado quieto, su ceño se frunció y apretó sus puños.

Hasta había querido matarla, diciendo que si no era suya no era de nadie. Por suerte, Shuu estaba ahí y logró atravesar en cuerpo de su hermano con la daga de este. Shinka había llorado, y abrazado el cuerpo del albino empapándose de sangre.

Subaru fue alguien muy importante para ella, tanto, que había llorado por días por su muerte.

Pero habían pasado cinco años desde la boda de Shinka y Shuu, y de la muerte de Subaru. En ningún día, Shinka había faltado en ver a Subaru, incluso le garraba la mano y acariciaba, murmurándole como andaban las cosas y que había hecho.

Pero era hora de dejar ir a Subaru. Porque no era él a quién amaba. Era a Shuu. Solo a él.

Shinka apretó la mano de Shuu y dejó de tropezarse con sus pies, también, con su mano secó sus lágrimas y le regaló una sonrisa al rubio.

Era hora de enfocarse en su futuro. Iban a formar una familia, e iban a ser felices, incluso, en unos meses, iba a nacer su primer hijo.

Era hora de ser feliz y dejar el sufrimiento.

Shinka agradecía las experiencias que tuvo junto a Subaru, y que nunca lo olvidaría.