7: En el centro comercial.

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¿Qué?

—¿Es dónde hay una ventana?

—¡Si!

Sigo subiendo hasta el túnel amari...

¡Rayos pise un pedazo de pan lleno de mostaza!

¡Que asco!

—¡Creo que soy claustrofóbico! ¡Cada vez siento que se reduce más! No... puedo respirar...

Y yo pensando que sólo Leo es un dramático.

Me duelen las rodillas.

Llego hasta un cuadro morado y veo dos toboganes.

—¿Escorpio?

—Por aquí—veo que agita su mano.

Me acerco hasta la orilla del tobogán.

—Dame la mano—estiró mi mano a la de él.

—Eres un debilucho, ¿crees poder ayudarme?

—¿Prefieres quedarte aquí?—le contesto algo molesto por su comentario.

Él pasa saliva y se me queda viendo.

¿Porqué lo piensa tanto?

Él me da su mano, esta sudando. Trato de jalarlo pero es verdad, soy muy débil.
En eso se escucha unos pasos venir y aparece Aries.

—Eh venido a ayudar—dice en un tono cantarin.

—Genial, solo tenemos que jalar su mano—le hago señas.

Ambos agarramos la mano de Escorpio y comenzamos a jalar.

—¡Estás gordo!—le dice Aries haciendo un gran esfuerzo.

—¡No es verdad, es puro músculo!

Seguimos jalando hasta que poco a poco va saliendo por él mismo.

—Salgamos de aquí—dice Aries tomando el mando y un poco de aire.

—¿Ya lo sacaron?!—nos grita Leo con voz burlona.

—¡Ya vamos!

Salimos con dificultad por culpa de Escorpio que no sé como carajos pudo subir.

—¡Estoy vivo!—grita emocionado y me agita fuertemente de los hombros.

—Ya, ya—trato de empujarlo antes de que se mueva de lugar mi cerebro.

—¡Hey! ¡Yo también ayude!—Aries hace un puchero.

—Ya vámonos, estamos llamando mucho la atención—dice Capricornio ya irritado.

Narra Aries:

Secretamente me escabullo a la cocina y me aseguro de que no esté nadie cercas.

Abro la puerta del congelador lentamente y agarro la paleta de chocolate de Tauro, tiene aquí dos días y dije que si hoy la volvía a ver me la comería.

Me regreso a mi habitación y me quedo quieta con la mano en la perilla al escuchar ruidos.

—¡Ouch!—se queja... ¡Sagitario! Si es la voz de él—. ¿Podrías hacerlo con más amor?

—Cállate y deja de moverte que no puedo frotartelo bien—le dice Géminis.

¿Qué? ¿Que está pasando? ¡Pensé que Géminis y Sagitario eran como hermanos!

Me pego como chicle a la puerta tratando de asegurarme que estoy escuchando bien.

—¡Pero me duele! Hazlo más despacito—pide él.

La casa del Zodiaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora