• Capítulo #1 •

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Es diferente su amar al mío.
Eso pensaba, o eso era lo que demostraban los dos.
Me gusta el voleibol, pero yo siento algo más por él.
Sus sentimientos hablan por ellos, sus acciones también, y los dominan. Pero, una cosa es lo que hagan y sientan a lo que es que digan.

¿Me quieres?

La práctica había terminado y la pequeña carnada salió con su bicicleta a un lado; decidió no esperar al armador pródigo, rey opresivo, ya que quería reflexionar de las cosas que los dos sentían y que se causaban mutuamente.

Tomó el rumbo de siempre, pasó por un lugar donde un foco alumbraba a un chico teñido de rubio con uniforme deportivo rojo y éste se acercó al reconocer que era visita desde Tokio.

–Hola Kenma —Saludó llegándole por detrás –¿Qué haces aquí?

– Oh, Shoyo —Contestó apartando la mirada de su celular por unos minutos. Luego la regresó y siguió tecleando –Me perdí y mientras Kuroo viene, juego.

–Ah, yo ya me iba —Se puso a lado de él –¿Te hago compañía?

–No gracias, puedes irte.

–Está bien, adiós —Se paró y siguió caminando.

–Adiós —Contestó en voz baja, sin prestar mucha atención en su alrededor.

–Pobre Kenma, se pierde mucho... —Pensaba viendo al piso. Aún sin alejarse tanto, escuchó una voz familiar decir su nombre.

–Hinata es mío —Salía un aura negra del rey, cuyo inconscientemente peleaba por el naranjoso –No le coquetees.

–No lo hacía —Frunció el ceño, disgustado por tales celos –Yo sólo espero a Kuroo.

El pelinegro chasqueó la lengua y apresuró el paso para alcanzarlo. Se percató que vio la escena por lo que trató de ignorarlo.
Kuroo en ese momento llego, segundos después y recogió a Kenma.

–Sabes que no debes de caminar seguro por estas calles, son desconocidas para nosotros —Caminaron atrás de los cuervos que en segundos los alcanzaron.

–¿Uh? —El pelinegro volteó y luego posó su mirada en su compañero, para formar un corazón con su dedo índice y pulgar.

–¿Ka...Kageyama? —No entendía muy bien el mensaje en seña.

–Nada... —Susurro por lo bajo al ver que falló.

–¿Qué con el corazón, grandulón? —Pasó Kuroo a lado del pelinegro, provocándolo.

–Los gatos maúllan —Los miró serio.

–Vámonos Kuroo —Intentó detener a Kuroo quien se le borró la sonrisa después de escuchar al número nueve. No quería pelea en medio de la calle como si fueran bandidos, además de que no eran nadie para decir o molestar por territorio visitante, por así decirlo.

–Si, tenemos una agenda muy ocupada —Volteó con Kenma poniendo su brazo en su hombro.

–No te preocupes Kageyama, es para mí —Se acercó sonriendo e ignorando los malos comentarios. Si eso era un corazón, estaba más que feliz.

Te Amo Más Que El Voleibol.Where stories live. Discover now