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En realidad es sólo una sensación inconsciente que de repente se vuelve consciente, algo que sólo pasa en el completo silencio, cuando la luna se da la vuelta y el pensamiento se duerme con los ojos despiertos.

Es en esa parte gruesa del insomnio, cuando los precisos movimientos del reloj casi infinito que vive con nosotros me disparan, están ahí, conmigo, y sin más se vuelven el centro de todo, aunque siempre lo son.

Y abruma.

Me asusta.

Me da miedo escuchar los latidos de mi corazón porque en cualquier momento podrían dejar de escucharse.

¿Y entonces qué?

Ya nada existiría, ni siquiera ese sonido.

Todo se habría parado sin posibilidad de volver a funcionar y yo sería el único testigo de la tragedia.

Sería tan agudo, tan grande y monstruoso, que literalmente sería lo peor.

Pero aún así, a pesar de todo, moriría.

Me iría esta noche y desde la oscuridad desconocida, me zambulliría en ese miedo, dando mis latidos a cambio de escuchar los tuyos.

Porque después de todo, son los mismos.

When she kisses poetryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora