Capitulo Cinco

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Estoy dentro de mi coche, el tablero marca las 2:30pm, he terminado mi jugo de naranja y le doy el último mordisco a mi baguette de atún. La cita con el ginecólogo es a las 2:50, Louis prometió llegar 10 minutos antes. Yo llevo aquí desde las 2 muriéndome del nerviosísimo.

Mastico con tranquilidad el último bocado en mi boca, miro a mi celular y encuentro varios mensajes de mi jefe de departamento, ruedo los ojos cuando leo como exige que tenga mi reporte listo antes de la medianoche. Mierda, siempre tiene que ser tan molesto, incluso cuando en 5 años que he estado en la empresa nunca le pedí salir mas temprano.

Deslizo mi pulgar por la pantalla, leyendo otros mensajes en el buzón de notificaciones. Muchos mensajes son de mamá o mi hermana, otros de Niall y Mitch, los cuales parecen preocupados por mi ausencia de ya varias semanas.

Suspiro tragando el bolo en mi boca y logro escuchar las llantas de un vehículo rechinar detrás mío. Arrugo mis cejas y observo por el espejo retrovisor como un jeep negro gira a toda velocidad hacia mi dirección, lo observo dirigirse y estacionarse a un lado mío. Bajo la mirada y observo el tablero: 2:39pm.

La música retumba fuera del jeep, es música electrónica que se mantiene encendida en lo que bajo de mi coche y le pongo alarma. Las ventanas del jeep son polarizadas, complemente oscuras, no atino a ver quien está por dentro. Pero Louis baja el vidrio del copiloto, unos lentes negros cubriendo sus ojos y una sonrisa adornada por una barba de semanas.

–¿Como evalúas mi puntualidad?– pregunta gritando sobre la música retumbando por el lugar.

Sonrío, levantando mi dedo pulgar y asintiendo.

Louis sonríe quitándose los lentes negros para regalarme un guiño sutil antes de subir la ventana y detener la música.
...

–Y aquí están sus manitas– dice el doctor señalando con su dedo pulgar el monitor.

Observo la pantalla con una sonrisa. Louis esta a un lado mío, de brazos cruzados y con sus lentes de sol sobre su cabello. Hay una leve sonrisa en sus labios, apenas notoria.

–Al parecer todo se encuentra bien, ¿has tenido molestias, Harry?– me pregunta el doctor, el cual había dicho que su nombre era George y que sin problema podía llamarlo así.

–Un poco de náuseas por las mañanas y unas terribles ganas de orinar a todas horas– respondo con una sonrisa incómoda, miro a Louis de reojo mirarme atento.

–Es normal, a partir del cuarto mes las náuseas comienzan a disminuir– dice mientras me limpia la barriga con un papel áspero que me hace arrugar la nariz. –Sin embargo la urgencia urinaria puede ir en incremento, es completamente normal debido a la presión que ejerce el producto sobre la vejiga entre otros cambios hormonales–

Genial.

–Ya pasamos las primeras 12 semanas del embarazo y el producto parece demasiado estable– sonríe. –En tus próximas visitas iremos haciendo varias pruebas de control–

Camina hacia la puerta y antes de salir, justo cuando la enfermera entra de nuevo con una sonrisa amistosa y reconfortante, se gira hacia nosotros.

–Felicidades a ambos– dice asintiendo levemente.

...

–¿Qué te gustaría que fuera?– pregunta Louis mirándome atento, da vueltas a la cuchara dentro de su taza de té.

–No he pesando en eso–

–Yo un varón– lleva la taza a sus labios y da un sorbo pequeño. –He criado mujeres desde que obtuve consciencia–

–¿Cuantas hermanas tienes?– pregunto.

–Cuatro– suspira, tirando su cuerpo sobre la silla, sonriéndome.

Me observa con la taza de té entre sus manos. Yo lo observo a él y él aún sonríe. No puedo evitar corresponder la sonrisa.

–¿Tú tienes hermanos?–

–Una hermana mayor– respondo.

Louis asiente. Gira su cabeza hacia otro lado y bebe de la taza. Puedo mirar su perfil, su nariz y sus pómulos, la barba que le adorna las mejillas y sobre los labios, sus pestañas enchinadas y sus ojos azules que combinan con la pared de fondo. Puedo ver cómo traga y el líquido baja por su garganta, luce tan atractivo con sus lentes aun sobre su cabellera castaña y con esa chaqueta de mezclilla y pantalones flojos.

Aun recuerdo su olor, la sensación de su piel sobre la mía cuando con un solo agarre a mi cintura logró subirme al lavamanos, sus manos ásperas bajando mis pantalones hasta por detrás de las rodillas y su aliento a tabaco y gin tonics pegando contra mi boca al tener su frente tan pegada a la mía. Sus labios que se fundían sobre los míos junto con su lengua húmeda y dulce, que cada que rozaba con la mía era como si choques de electricidad cruzaran todo mi cuerpo. Recuerdo como se deslizo hasta quedar de rodillas frente a mi y como sin pensarlo bajo mis bóxers hasta el mismo nivel de mis pantalones, la humedad de su boca me tenia temiendo de alertar a la mesa llena de mis compañeros de trabajo que ni se percataron que me había escabullido, ya que estaban igual o más tomados que yo.

Cuando termine tan pegado al espejo que estoy seguro de que deje mi silueta marcada, es cuando comencé a tomar consciencia, pero ya era tarde, Louis ya estaba tan adentro de mí que apenas podía respirar.

–¿En que piensas?– pregunta Louis, ahora con sus brazos cruzados sobre la mesa.

Niego aclarando mi garganta.

–En nada importante– respondo, sintiéndome un poco sonrosado. Me muevo un poco incómodo sobre la silla, dándome cuenta que apenas y he probado mi chai.

–¿Quieres ir cotizando cunas?–

Expecting Donde viven las historias. Descúbrelo ahora