Parte Única.

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Sus estocadas le dolían, el arma afilada en su costado, en su cuello y en sus piernas, que cada vez temblaban más. Yao estaba cansado, joder, ¿Cuando ésto terminaría? Su contrincante de verde parecía no darle mucha importancia al asunto, se veía calmado, relajado, como si luchar así fuera una costumbre ya impuesta. Trébol era así, pensó cuando detenía el paso de la espada del otro con su lanza, ellos siempre luchaban, siempre estaban atentos a cualquier atisbo de debilidad para poder conquistar el mundo y que todo fuera para ellos.

Un golpe con la parte plana de la espada le hizo trastabillar y caer. Un pie le alejó su lanza de las manos, y la punta del acero se acomodó en su cuello.

-Serás el primero de la realeza de Picas en morir bajo la mano de Trébol en esta batalla, ¿No es eso genial? -una risa algo extraña salió de sus labios, y Yao no entendió el porque de su comentario tan... alegre, al menos él no hallaba nada divertido en esa situación.

-Sí vas a matarme, hazlo luego, aru. -el Jack soltó un suspiro. Al menos había tenido una vida bella, pensó, dejando que su cabeza descansara en el barro que los reyes de verde habían provocado por la lluvia. El otro se quitó la capucha y reveló palidez combinada con tristeza en un rostro que parecía amable pero que estaba rodeado por un aura oscura.
-Es justo que veas quien te va a matar, ¿no?... -Tal vez, solo tal vez, Yao sintió un atisbo de lástima en aquel tono de voz.

Con una sola mano el otro levantó el arma y le acarició el cuello con la punta filosa, a la par que los ojos del jack se llenaban de lágrimas. El cielo comenzaba a despejarse, poco a poco, y las estrellas en el cielo le hicieron recordar a quien había sido su hermano, sentado en el trono rojo y a su madre, que estaba en casa cuidando a sus hermanitos pequeños. Le sonrió al extraño, dejándole aquella vida que se había llenado desde la infancia con deberes, trabajos... que no había aprovechado bien.- Oh... tengo que irme, lo siento, te mataré en una próxima oportunidad, ¿Vale?

Y aquel guerrero se esfumó. Pasaron los minutos, y Yao Wang aún no estaba consciente de lo que había pasado. Ni aún cuando su rey se posó a su lado y lo tomó en brazos para llevárselo se dio cuenta de la situación. De que seguía vivo.

En la casa de las curanderas le entregaron un trébol de cuatro hojas que estaba colado en su ropa, mientras ellas seguían vendando sus heridas.

-..--..--..-

El jack azul suspiró mientras elevaba el estandarte de Picas en aquella tierra poco conocida para él. Trébol no era el mejor aliado que se podían hacer, y Corazones estaría muy indignado si se enteraba de la visita que los nuevos reyes (inocentes, para que negarlo) a esa nación. ¿Qué daño le harían al mundo si charlaban un poco? Yao Wang no mantenía rencores por guerras pasadas de reyes pasados, y su deber como Jack fue adelantar la marcha y detenerse frente al castillo proclamando la visita del rey Alfred y la reina Arthur.

Entre tartamudeos.

Parecía como si se hubiera encontrado con un fantasma.

Alegre por su llegada, el rey de Trébol -quien estaba desde hacía unos minutos afuera, esperando- bajó las escaleras y tomó la mano del Jack, para besarla, gesto que a su reina, de cabellera oscura, que observaba el camino en busca del carruaje azul, no le incomodó.

-Comenzamos de mala manera, ¿No? -otra vez la risa extraña llenó el aire, esa que por años había sonado en sus oídos antes de acostarse o cuando entrenaba esgrima.- Rey de Tréboles, Ivan Braginsky. ¿No eras tú el Jack que casi mato aquella vez? -un asentimiento de parte del pelinegro fue todo lo que necesitaba.- En esas épocas era un simple militar, hace poco obtuve el cargo... -no recibió respuesta, otra vez.- El tiempo hace que uno cambie, ¿No? Dile a tus señores que estaremos en la sala, habrá una linda bienvenida y música de parte de nuestro Jack, Roderich. -el rey se giró y comenzó a subir las escaleras, tras haberle dado una suave reverencia a Yao.

-¡Espere un momento, aru! ¡Rey de Trébol! -el otro se detuvo en seco, mientras el Jack subía las escaleras, a paso rápido, tras él.- Ésto es suyo, aru. -De su cuello quitó una pequeña cadena, que tenía un Trébol de cuatro hojas enmarcado en dos láminas de vidrio.- Lo he tenido de aquella vez, aru... desde la última vez que nos vimos.

La extrañeza en el rostro de Ivan le hizo detener su mano, temblorosa, que iba en dirección al rey verde. Pero el otro sonrió, tomando el collar.
-Me alegra que ahora podamos empezar bien, ¿No crees?

[APH Cardverse] La Suerte del Jack. {Rochu}Where stories live. Discover now