Capítulo 1

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Me temblaban las manos, estaban sudorosas (que débil), sabía que ese día cambiaría todo y era lo que más deseaba en este mundo...

***

El mundo es un lugar que puede llegar a ser horripilante en algunos casos, solo algunos pocos dejan de ser ignorantes y se dan cuenta en la sociedad en que vivimos, sucede muy a menudo entre escuelas ya que nosotros los adolescentes estamos en constante "cambio", y pues en mi caso trato de ayudar a las personas que van por mal camino, pero no siempre resulta.

Era un cinco de diciembre aproximadamente, terminaba el año escolar y yo no me sentía tan gusto, no había logrado mis metas que me propuse y a algunos les cause un daño al no mostrar mi sentimientos y a otros (otras para no andar con vueltas) se los di y me dieron un puñal por la espalda, nuestro profesor encargado de aula nos dio un sermón sobre el futuro y lo rápido que crecemos, me conmovió, no sé si parezca que soy muy sentimental aunque si lo sea pero no es algo muy común que se vea en hombres; sonó el timbre de salida y todos salimos corriendo, algunos se quedaron para abrazarse, otros para tomarse fotos, entre otras cosas más, salí algo cansado y con sentimiento de alivio (¡Joder que son vacaciones! ¡Al fin podré descansar!), justo yendo a mi casa me encontré con Amanda, es una chica de pelo castaño claro, ojos color miel, de tez blanca y de labios perfectos, me comenzó a gustar a comienzos de marzo, justo cuando ella estaba con pareja, en abril terminó con su novio y le afectó bastante y yo le ayude a mejorar ese mal rato, salíamos de vez en cuando a tomar un café o nos quedamos en casa a ver películas, claro...como amigos...o quizás algo más, con el tiempo tuvimos más confianza pero nunca tuve el valor para declararme, ya que de chico había sufrido del famoso "bullying" aunque en mis tiempos no era tan famoso y "revoltoso" el tema así que a nadie le tomaba importancia, así que era tímido; nos saludamos y me preguntó qué haría en las vacaciones, yo le dije lo de siempre (en casa), en ese momento se puso a rondar en mi cabeza la idea de hacerlo, no era el momento perfecto pero podíamos quedar para salir y ahí lo podría hacer...pero no lo hice. Me despedí con un fuerte abrazo e intercambiamos números, ya que se había comprado un celular nuevo y no tenía los contactos guardados.

Llegué a casa, me sentí como un verdadero estúpido, tenerla tan cerca pero a la vez sentirla tan lejos de mis posibilidades por mi complejo de inferioridad, entré a las redes sociales para ver qué había de nuevo, justo en los contactos me encuentro conectada a su mejor amiga, la cual yo tenía también confianza con ella, me puse a charlar un rato con ella...

- ¿Qué tal todo Mía?

-Bien, oye ¿Te puedo preguntar algo?

-Claro, dime.

- ¿Por qué aún no te has declarado a Amanda?

Me quedé pensativo.

- ¿Por qué lo dices?

-Verás, a ella le gustas desde hace un buen tiempo, pero ella siempre ha estado dudosa sobre los sentimientos que tienes hacia ella, ya que paras mucho con ella, y no quiero que la termines ilusionando si solo buscas su amistad.

Sus palabras me sorprendieron, ya que ella habitualmente no hablaba así, supongo que cuando se trata de la amistad las personas dan la cara por sus amigos, como gustaría tener amigos así...Fui sincero con ella, así que directamente le dije:

-Los sentimientos que tengo hacia ella, son los mismos que ella tiene hacia mí, jamás tuve el valor para estar con ella y tal vez nunca lo tenga.

Hubo unos minutos de silencio...

-Me alegra que no seas un estúpido más del montón, todos los hombres son iguales a mi parecer, bueno que tengas suerte.

Me paré del escritorio y me fui a mi dormitorio, cerré la puerta con llave y me tiré sobre la cama: ¡Qué estúpido había sido! Todo este tiempo hubiera disfrutado más de su agradable compañía si tan solo hubiera tenido los "huevos" de declarar mis sentimientos, pero todo esto debe cambiar, ahora que tengo la seguridad que necesito, lo haré.

Agarré el celular y llamé a Amanda.

-Hola Amanda, ¿Quieres ir a tomar un café? Tengo algo que contarte y es urgente. -Me sorprendí a mí mismo, nunca había tenido tal confianza.

-Claro, nos vemos a las cinco.

-Ahí te veo...

PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora