Capitulo 9

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Despierto muy feliz, a pesar de que ayer Tom me rompió el corazón y que hoy es lunes, tal vez me siento así porque Oliver no me terminó odiando cuando le dije que no quería estar con él. Al levantarme pongo lentamente mi pie sobre el piso, al hacerlo levanto los brazos en victoria, hoy comencé con el pie derecho, presiento que hoy será un gran día.

Corro hasta mi ventana para verificar el día, es una soleada mañana, de reojo miro la guitarra de Tom, <<Pobre, también la desecharon>> pienso dando un fuerte suspiro. Camino hasta mi viejo armario, miro mi ropa, quiero ponerme un vestido, pero no tengo ninguno. Salgo de mi habitación a pedirle un vestido a Antonella, voy dando saltos y silbando al son de la música. Antonella acaba de colocar la canción Mi destino del grupo Glup, sin pensar comienzo a cantar a gritos la canción con ella, de la nada Oliver me toma de la mano para que bailemos, mientras, comienza a cantar el coro de la canción: ¨Usted es la culpable, te declaro mi enemiga, la única bandida, que se robo mi corazón, mi destino está en el viento, mi tortura es tu hermosura, estoy como un perro hambriento, cuidado si te muerdo(...)¨, ahora que lo pienso, esa parte de la canción es bastante sugerente. Oliver me suelta y toma a Antonella y comienzan a bailar mientras cantan, sonrío al ver que todo sigue igual que siempre.

Antonella me pasa varios vestidos, pero solo uno me queda bien, es un hermoso vestido rojo, mi amiga me pasa unos zapatos con un pequeño tacón, me los coloco, tomo mi cabello en una cola, me dejo dos mechones sueltos junto a mi cara, creo que ya estoy lista, jamás me había visto tan bonita, el vestido resalta mi figura. Antonella me toma de la mano y le pregunta Oliver como me veo, él me mira de pie a cabeza y dice que prefiere mi estilo desastroso, Antonella le entorna los ojos y me dice que me veo hermosa, le sonrío, en gratitud. Antonella a regañadientes me pasa mi ruinosa mochila negra, ella quiere pasarme un bolso pero me niego, me va a dar una sobredosis de femineidad. Guardo un chaleco por si hace frio en la tarde, y salgo de la casa colocándome gafas de sol. Generalmente cuando salgo de mi casa, las personas me miran mal por cómo me visto, y los hombres ni si quieran me ven, pero ahora, me impresiona la cantidad de hombres que se giran para mirarme.

Hoy todo ha ido de maravilla, no me quede dormida, el autobús se detuvo cuando lo hice parar, llegue a tiempo a la universidad, el profesor cancelo la clase a la mitad porque su esposa estaba con contracciones, y a eso debo agregar que me cancelaron la clase de la tarde, así que hoy llegaré temprano a casa. Voy bajando por la escalera de emergencias, debo bajar al menos uno para encontrarme con Antonella y volver a casa con ella. Al llegar a la puerta de salida del menos uno, veo por el rabillo del ojo que a alguien se le caen un montón de hojas en la parte de descanso de la escalera que da al menos dos. La escalera de emergencia es como si te metieras a una habitación de concreto, bajas los peldaños hasta un descanso rectangular, caminas por el y puedes seguir bajando, la gran pared de concreto que hay, hace que no puedas ver una parte del rectángulo, y por ende debes bajar para poder verla, justamente esa es la parte en donde está la persona a quien se le cayeron los papeles. Bajo las escaleras con saltitos alegres para ayudar al que está detrás de la pared, al llegar al descanso, mi corazón se detiene un segundo, ¿Por qué tenía que ser él? ¿Por qué tenía que ser Tom?

-¿Le molesta si lo ayudo? – Digo tratando de no sonar nerviosa. Él me mira de pie a cabeza con la boca levemente abierta antes de responder.

-No me molesta Leonora. – Me responde desanimado.

Nos agachamos al mismo tiempo, al tomar las hojas me doy cuenta que son pruebas de distintos cursos que imparte Tom, con cuidado trato de no mezclarlas. Recogemos los papeles uno por uno, estamos completamente en silencio, suspiro al ver que ya nos quedan poco papeles, mi mano y la de Tom tratan de tomar la misma hoja, nos miramos, pero eso no dura mucho, yo agacho la cabeza nerviosa y tomo el papel.

-Lo siento. – Susurra Tom colocando su mano en mi nuca. Cuando lo miro él me besa.

El suave beso de un segundo a otro se vuelve en un beso desesperado, sigo el ritmo acelerado del beso. Ambos estamos de rodillas profundamente perdidos en el mundo de sensaciones. Tom tiene sus manos en mi cabeza, yo tengo las mías apretando su chaqueta, jamás había dado un beso, pero con la pasión y las ansias de Tom pareciera que hubiera nacido sabiendo cómo se dan, salgo de la profundidad de la pasión, al escuchar a lo lejos el eco de las risas de un grupo de gente, que vienen bajando las escaleras, suelto mis manos de la chaqueta de Tom y las coloco en el pecho de él, debo empujarlo con fuerza para separarlo. Con rapidez subo la escalera tapándome la boca con mi chaleco, mientras, jadeo por la falta de aire, pareciera que hubiera corrido una maratón. Salgo de la escalera de emergencia, camino apresurada hasta el baño de mujeres, entro, espero que una chica salga y me saco el chaleco de mi boca y me miro al espejo, ¡Por dios!, mis carnosos labios están rojos y un poco inflamados.

-¿Te pegaste con algo o te dieron un beso? – Me pregunta de la nada Antonella acercándose a mí. Me sobresalto.

-Me asustaste. – Le digo colocando mi mano en mi corazón.

-¿Quién te dio tu primer beso? – Me dice tomándome de los hombros mientras sonríe.

-Déjame. – Le digo mientras saco sus brazos de mis hombros. – Me golpee con la puerta de entrada del baño, ya sabes, con mi pie hice un efecto látigo y me pegue en la boca y un poco en la nariz... espero que nadie se haya dado cuenta. – Le miento mientras me humedezco la boca. – Fue muy vergonzoso.

-¿Cómo haces eso? – Antonella se comienza a reír. – Todo el tiempo te golpeas con las puertas.

-Creo que mi pie me odia. – Digo mirándome la boca en el espejo.

Jamás pensé que mis accidentes con las puertas sirvieran de excusas para lo que acaba de ocurrir; nadie puede saber lo que paso en la escalera de emergencia, creo que después del correo que mando Tom, este será nuestro nuevo secreto. Antonella es mi mejor amiga, pero no le puedo contar, mi abuela decía que si uno no quería que un secreto se supiera entonces jamás había que decirlo.

Antonella me arrastra en contra de mi voluntad hasta el Minimarket que hay dentro de la Universidad para que me compre un helado y lo coloque en mi boca. Al salir del lugar nos encontramos con Oliver y Alan, Antonella no se demora ni un solo segundo en contarles lo que me paso, ambos se comienzan a reír y a molestarme, Oliver es el que más me molesta, si supiera lo que realmente me paso, creo que masacraría a Tom por los celos.

Llego a casa con una extraña sensación, no sé si el beso fue algo bueno o no, pensé que el día sería maravilloso pero luego de eso, tengo sentimientos encontrados. Me estiro en la cama pensando que siempre que trato de olvidar a Tom, él se atraviesa en mi camino y no me permite dejarlo ir de mi cabeza.

Escondiéndome de su mirada (Tom Hiddleston Fanfiction)Kde žijí příběhy. Začni objevovat