—Lamento que hayas tenido que ver eso —dije y me ruboricé, mentalmente dándome un golpe.

Él tan sólo asintió y me entregó las frutas. Nos sentamos en unas rocas secas y comimos nuestro almuerzo. Traté de ignorar a Harry comiendo su almuerzo sin modales, pues se escuchaba el ruido de los huesos siendo triturados y de cómo sorbía.

Era horrible y grosero a la vez.

Luego de nuestro «almuerzo», continuamos nuestra travesía, pasando unos tantos árboles y pequeños charcos e incluso ríos. La noche estaba cayendo muy rápido, con el cielo tornándose de un tono celeste hasta naranja y de ahí a violeta, unas pocas estrellas comenzaron a aparecer.

Luego de pasar por la próxima cascada, estaremos frente a una carretera —Harry explicó, él caminando delante de mí.

Me estaba aburriendo un tanto, así que decidí comenzar una conversación: —¿Te arrepientes de haber matado a esas personas?

El detuvo sus pasos, y eso me alarmó. ¿Era un tanto personal? Luego de esperar unos minutos, lo escuché suspirar.

Un poco —admtió.

—¿Cómo era Mertil? —cuestioné y él se giró, mirándome con sus ojos verdes, casi fulminándome.

Ella...ella era buena. Divertida —trató de recordar—. Hermosa, para ser exacto. —Sonrió, y era la primera vez que lo veía sonreír, literalmente. Era un tanto impresionante.

—¿Ella era todo lo que pudieras desear en una chica?

Él asintió solemnemente. —Ella era mi todo. —Frunció el ceño de inmediato—. Pero él no me creyó.

Elevé una ceja. —¿Quién no te creyó? —No pude evitar preguntar debido a la creciente curiosidad ante el saber de alguien que no hubiera creído su amor por ella.

Su padre.

—¿Quién era su padre? ¿Quién era?

Él inhaló fuertemente. —No, es mucho para recordar —dijo y comenzó a alejarse. Suspiré y lo seguí, viendo el río.

Tuvimos que pasar por varias rocas para cruzar la cascada, lo cual era un tanto suicida ya que el agua estaba corriendo verdaderamente rápido, pero de todas formas lo hicimos. Harry fue primero, asegurándose de no caer en el agua y ser acarreado por una fatal corriente y terminar en Dios sabe dónde.

Yo, por mi parte, soy una joven muy torpe. Estuve a punto de caer cuando Harry tomó mi brazo.

Se cuidadosa —siseó y asentí. Cuando se dio la vuelta, rodé los ojos.

Harry finalmente llegó al otro lado, esperándome. Bien, estaba un tanto impacientado en lo que golpeaba su pie, así que no creo que le alegre esperar.

Una roca más, y estaría segura en el otro lado. Me paré sobre dicha piedra, pero estaba un poco resbalosa, haciéndome caer hacia adelante, perdiendo el balance.

Grité, viendo lo que había abajo, el agua cayendo sobre las rocas, antes que fuera tironeada y mis pies tocasen la tierra.

Mis pensamientos se enredaron, sintiendo una mano en mi hombro y otra en mi cintura.

¡¿Qué demonios?! ¡¿Qué mierda estabas pensando?! ¡Pudiste haber muerto, Lucinda! —él gritó, con sus ojos oscurecidos y la respiración agitada.

Fui depositada nuevamente en la tierra, ahora claramente parada cerca de Harry. La última vez que estuve así de cerca de él, no terminó bien, por mí claro.

¡Lucinda! Joder, ¡¿estás lastimada?!

Negué con la cabeza, mirándolo directamente a los ojos, que gradualmente volvían a ser verdes. Acababa de notar que mis manos estaban bien sujetas en sus hombros, y aún seguía atemorizada por los hechos.

—E-Estoy bien —balbuceé, y él suspiró profundamente. Su mano tocó y acarició mi mejilla, donde sin duda había rastros de lágrimas que ni siquiera sabía que había derramado.

Si te hubieses caído...No te hubiera agarrado a tiempo, el pensar qué...—Él cerró sus ojos, tratando de mantener la compostura.

—E-Estoy bien, fue mi culpa —dije, y sus ojos se abrieron nuevamente, pero no de color negro, sino, de un verde oscuro.

Para mí, no lo estas...

Y antes de darme cuenta...

Sus labios estaban sobre los míos.

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