HACKER 1 | terminada.

Interrogatorio, parte II

—Digamos que... Estás en todos los noticieros y primeras planas del mundo, amigo. —Harry le dedica una sonrisa triste y de inmediato, el muchacho tiende a mover los hombros. No algo déspota, sino más bien incómodo. Sus ojos se dilatan, se toca la nariz, se abraza un poco con sus propias manos. Harry logra reconocer que está nervioso, pero aún más, con indicios de ansiedad.

—Te han enviado aquí, ¿verdad? —pregunta con la mirada fija en la pared que tiene frente a él. —Ellos.

—Estoy aquí por mi cuenta, Justin. Quería verte. Saber cómo estabas...

—Harry... —el chico pronuncia su nombre y cada letra que sale de su boca, es como si estuviera envenenada de la más pura de las inocencias. —No hay nadie más que esté escuchando esto, ¿o sí? No estamos siendo grabados, ¿cierto? Dímelo, Harry, no estás traicionándome ¿verdad?

Harry tarda unos segundos en responderle, quitándose el sombrero en su nombre. Lo mira y reconoce en sus ojos, aquella inquietante mirada llena de terror.

Justin está atemorizado.

Lo sabe por sus manos temblando, su mandíbula apretada y la sensación contagiante de paranoia que transmite con solo mirarle.

—Claro que no, amigo. —le dice produciendo en Justin una tranquilidad que le invade por completo.

El chico sonríe.

—Sabía que podía confiar en ti—esta vez y para sorpresa de Harry, Justin cede en ponerse de pie. Sus pasos son más intimidantes de lo que habría imaginado. Pero no sabe qué es lo que verdaderamente teme de él. Si a su persona completamente, o a lo que es capaz de hacer con su mente... Solo teniéndolo sentado ahí.

Promete no caer en ninguna trampa.

—Me han tratado mal, Harry — el chico toma asiento en la silla en frente de él. Se acomoda lento y se soba la espalda. —Me culpan de cosas raras y no sé por qué. ¿Tú sabes por qué?

Acercándose un poco al muchacho, Harry le susurra: —Has matado al presidente, Justin.

Y él frunce el ceño, un tanto confundido.

—¿Hoy es tu aniversario de bodas, Harry? —le pregunta mirando su anillo de compromiso, que este intenta cubrir una vez que siente los ojos de Justin encima.

—Sí. —responde sin más.

—¿Cómo está tu familia?

—Ellos están bien.

—Y tu mujer, Harry. ¿Cómo está tu mujer?

En ese momento, algo golpea fuerte la mesa cuadrada que los separa. Los puños de Harry arden al haber azotado fuerte contra la madera, pero ha sido suficiente. Sabe que ha sido suficiente.

—No intentes jugar conmigo, niño —le advierte, sacando una vez más su inhalador para intentar calmar su organismo. —Ni siquiera lo intentes.

—¿Aún sigues utilizando esa cosa, Harry? —Justin lo mira y ladea el rostro mientras observa a Harry toser y utilizar el inhalador. Este intenta no intimidarse demasiado ante la posición analítica que Justin ha optado a tener. —Siempre quise saber qué se sentía...

—Escucha, Justin. He viajado hasta aquí porque voy a defenderte en el juicio que han impuesto hacia a ti. Hackeaste la bolsa de valores de los Estados Unidos e intercediste hacia los documentos confidenciales del gobierno, todo eso suma una condena perpetua hacia cualquier ciudadano que se atreva a traicionar los estatutos de su propio país. Y tú hiciste eso y mucho más...