"Mi super héroe favorito"| Spideypool

> Capítulo 1

Para cualquier otro joven de su edad, tener la vida que él tenía, o bien era una fortuna, o quizá una completa desgracia. Ser un joven tímido, inteligente, amable, y demasiado buena gente, del que todos se aprovechaban y llamaban "nerd". Y al mismo tiempo, ser el súper héroe de New York, proteger a la ciudad, luchar contra villanos, salvar la vida de cientos de personas y al final del día, ser amado por toda la población... o casi toda, a eso le restamos los noticieros.

Pero para Peter no era ni bueno ni malo, sino todo lo contrario, se sentía afortunado por poseer el poder que tenía ahora, y poder hacer el bien con él. Pero el precio era alto, renunciar a muchas cosas importantes para él, por ejemplo; el amor. Y eso también lo hacía sentir desdichado.

En las últimas fechas era un joven más solitario de lo normal, se había alejado de sus amigos, (de los pocos que tenía) y de sus compañeros de clase, el ser Spiderman no le daba muchas libertades. Ahora era aún más apartado y misterioso. Era un joven serio y bien portado, le gustaba ver por los demás simplemente para tener la satisfacción de saber que hizo lo correcto, sin necesidad de recibir algo a cambio o esperar que otro se lo agradeciera. Era una buena persona, tenía un alma pura y un espíritu inquebrantable, un corazón de oro puro y una mirada realmente hermosa. Era de ese tipo de personas de las que a veces te hacen dudar que aun exista gente tan noble y magnifica como él.
Cierto era que Peter no era una persona completamente feliz, le faltaba mucho para eso. Por supuesto que también tenía demasiados problemas y heridas del pasado que aun dolían, así como cicatrices que aún no sanaban, como la muerte de su tío y de las personas que él amaba.

Quería olvidarse de todo eso, o al menos distraer su mente un poco de la agonía que no lo dejaba dormir por las noches. Entonces decidió que para tratar de aliviar o enterrar sus penas, lo mejor que podía hacer era lo único bueno que le quedaba ahora, a parte de su tía; así es, ser Spiderman tiempo semi-completo.

Entonces se decidió a pasar las noches cuidando las calles de ciudad sigilosamente, después de todo, acababa de recibir la llave de la ciudad, así que era su deber velar por los habitantes, así lo creía él al menos.

Esa noche parecía tranquila. Da una última mirada desde la azotea de un edificio, a las calles a su alrededor, todo en orden, como en las últimas tres noches, hasta que...

Algo acapara su atención, está dispuesto a irse cuando escucha mucho alboroto a unas dos calles a su izquierda, sigilosamente se dirige hasta allí, desde lejos puede ver un puñado de rufianes, o eso parecen, portan armas y no lucen muy amables. Pero eso no es lo que termina por llamar su atención, si no aquel sujeto... un sujeto con un traje rojo, vestido con el de pies a cabeza y con un par de ¿espadas? En su espalda... es que no las alcanza a ver bien desde la altura y bajo la oscuridad de la noche.

Se da cuenta entonces de que el sujeto extraño mata uno a uno a todos aquellos tipos que le daban pelea. Todo sucede más rápido de lo que su mente alcanza a analizar.

No sabe si quedarse donde está a seguir mirando que pasa después o averiguar qué es lo que acaba de ocurrir, se debate la idea unos segundos, pero sabe que no puede dejar a un tipo así suelto, es decir; mató sin más a muchos hombres, y con una agilidad increíble por cierto, ¿Y si era peligroso? Debía averiguarlo. Era su deber hacerlo.

Entonces con ayuda de sus telarañas se dirige al pavimento de la calle donde todo aquello acaba de suceder, baja rápidamente y se queda unos tres metros de distancia a la espalda del otro sujeto. Solo así puede verlo un poco mejor aún en la oscuridad. "Su traje no recibió ni un solo rasguño" piensa.

Por su parte, el hombre de traje rojo y negro se percata de la presencia del chico, y se gira lentamente para mirarlo.

Ambos se quedan así, simplemente observando al otro, tratando inútilmente de ver más allá de lo que sus máscaras les permiten, tratando de descubrirse, como queriendo escavar en la mirada del contrario, y así poder descifrar el "por qué" se sienten extraños ante la misma mirada interrogante que se dirigen.