Capitulo uno

1.5K 13 1
                                    

Eran las cuatro menos doce minutos, ya iba atrasado a tomar mi vuelo con destino a new york. Nadie mas que yo olvidaría algo tan importante como tomar un avión, o mejor dicho quien olvido algo fue la suerte, pues como ya es de costumbre se olvidaba de acompañarme. Me considero ese tipo de chico al que le ocurre de todo, como en ente caso fue olvidar el boleto de avión al salir de casa, me di cuenta de que no lo llevaba cuando estaba a un par de cuadras de mi casa ya. No tuve mas remedio que regresar, el señor del taxi quería matarme por haberlo hecho esperar en medio de la lluvia por tanto rato.

Cuando llegue al aeropuerto, por un momento pensé que la vida me sonreía, pues al llegar al embarque puede escuchar por el alto parlante que habían retrasado todos los vuelos con destino a estados unidos, si!, por fin algo bueno para mí.

La tormenta me tendía la mano. Pero pensándolo bien ese avión se lo merecía por querer irse sin mí. Después de todo creo que la suerte si estaba conmigo ese día.

El hecho de que afuera estuviese lloviendo de una manera poco común en estos días donde el clima ya es tan impredecible se me hacia normal. En todo caso a mí siempre me a gustado la lluvia, me gustaba presenciar las primeras gotas de agua, esas que humedecen la tierra seca y dejan en el aire un agradable aroma que me subía siempre el animo. Me hacia recordar días de niño, de inocencia y felicidad en casa con mi madre. Pero bueno, esa lluvia en particular fue una muy fría, por lo que me sentía muy atraído por la idea de encontrar una cafetería y beber un delicioso café.

Dirigí mi vista hasta un enorme reloj que anunciaba la hora y la salida de cada avión, para el mio faltaba alrededor de treinta minutos. Entonces caminé por una especie de hilera de tiendas conectadas por un pasillo principal y justo cuando estaba por darme por vencido en la búsqueda de mi cafetería como de la nada apareció una pequeña pero acogedora tienda que llamó mi atención, entré y mire a todos lados buscando ahora una mesa. Como si mi vida dependiera de eso empecé a mirar cada una de las mesas desocupadas, la primera no me gusto, porque estaba cerca de la puerta por lo que entraría mucho ruido y aire del exterior, la segunda tampoco, porque estaba cerca de una ventana descubierta y el hecho de que todos puedan verme desde afuera mientras bebo un café no me pareció muy atractiva en ese momento, por ultimo la tercera tampoco ya que un tipo mas astuto que yo o mas bien mas rápido que yo la escogió primero. Finalmente tome una mesa que estaba justo en el lugar preciso según yo, porque se apoyaba en una pared, no tenía ningún tipo de ventana por donde pudieran verme y lo mejor de todo es que estaba cercana a la calefacción de la tienda.

Como es habitual en mi, fue un largo rato el que tuve que demorar para elegir qué café bebería. Es que la idea de probar un cappuccino me volvía agua la boca, pero si elegía ese dejaría de lado el vainilla o al chocolate, oh por dios que pecado seria ese. En fin, me decidí por el primero y lo disfruté, si que lo disfrute y entonces me arrepentí de no haber elegido la mesa que daba a la ventana, así podría haber tomado mi café y la gente que pasara por fuera me envidiaría con tal clima.

Pronto pude ver el fondo de la taza y me apresure a ver la hora y me lleve el gran susto cuando me di cuenta de que otra vez ya estaba atrasado. Ay Dios, ¿qué voy hacer conmigo?, como pude ser tan imbécil de volver a perder tiempo, entonces en mi cabeza apareció cómicamente la personificación de la suerte riéndose de mi en mi cara.

Nuevamente y sin otra opción empecé a correr hasta la puerta al avión, ahí se encontraba una sobrecargo recibiendo los últimos boletos para subir al avión

- Su boleto por favor

- Aquí esta... creo, ¡perdón aquí debe estar! O no por Dios esto no me esta pasando a mi. No puede ser, si estaba aquí hace un momento

Aun te amo JohnOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz