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Al día siguiente Jack se despertó a las ocho de la mañana y se dio el lujo de rodar por la cama sin levantarse. Estar de vacaciones le dejaba tener algunas horas más en la cama pero tenía que estar listo para su turno de las nueve en la tienda de música a la vuelta de la esquina.

Diez minutos antes de las nueve estaba abriendo y limpiando lo esencial antes de abrir al público. Claro, aún abierto no había clientes tan temprano en la mañana así que se dedicó a sacudir y terminar de limpiar los rincones, un grupo de chicas entró a la tienda cerca de mediodía, les sonrió, no parecía que fueran a comprar pero si parecían interesadas en hablar con él, pasaba a menudo, estaba acostumbrado.

Llevaba varios minutos hablando con las chicas en el mostrador cuando un cliente más entró y él levantó la mirada, se quedó helado durante varios segundos cuando el hombre camino directo a donde estaba. Las chicas se quedaron calladas y él le sonrió al extraño cordialmente.

En los segundos en que el hombre dio sus últimos pasos y antes de que él abriera la boca para saludar, notó de dónde había venido su fantasía de la noche anterior, su sueño, desde luego debía haber visto a aquel hombre por ahí y lo había recordado en sueños.

—Buenos días, ¿puedo ayudarlo en algo?— Preguntó y Elihja que acaba de entrar le miró extrañado.

—¿Por qué actúas como si no me conocieras?— El extraño preguntó y Jack comenzó a sentirse nervioso.

—Eh...— miró a las chicas aún frente al mostrador, después volvió la mirada al anillo que usaba en el dedo todavía, había olvidado quitárselo. Por un momento, un momento de locura, dudó de si lo que había soñado era de verdad un sueño... o si quizá aún estaba soñando— ¿Elihja?— Elihja levantó una ceja.

—Olvidas muy rápido. Necesito hablarte— Jack asintió sin saber si estaba soñando o si ya se había vuelto loco. De reojo miró a las chicas, ellas parecían mirar a Elihja con apreciación, admiración y curiosidad, así que o estaba soñando o tenía una alucinación conjunta, o las chicas también eran alucinaciones... comenzaba a asustarse de verdad.

—Yo... eh...— apretó los labios, estaba confundido— Estoy en turno aún ¿puedes esperar a que termine? Me falta media hora— Elihja asintió.

—Esperaré a que salgas— aunque Elihja no tenía ni idea de cuánto era media hora, pero podía esperar algún tiempo fuera.

En la tienda las chicas se dedicaron a hacerle preguntas a Jack sobre su amigo, no evitando mencionar lo guapos que ambos eran, claro aunque quisieran un hueso nuevo no iban a soltar al viejo.

Sonrió para sus adentros.

Eran unas chicas adorables, cuando se era tan joven se sentía que se tenía el mundo en sus manos, aquellas niñas no pasaban de los dieciséis, su seguridad de tener al mundo comiendo de sus manos le parecía encantador. Habló con ellas un rato más y después se marcharon, cuando su reemplazo llegó a cubrir su turno y él se despidió. Cuando salió de la tienda Elihja le esperaba parado junto a la puerta, había algo de nieve sobre su cabello y él se acercó y con un ademan le sacudió un poco.

—No tenías que esperar aquí afuera, debes estar congelado— Pero Elihja solo sonrió.

—Una brisa como ésta no me congelaría. Hablemos a solas, creo que no todos tienen una mente tan abierta, cuando lo recuerdo incluso a Nicolas le costó aceptar que existía la magia y qué decir de las criaturas mágicas como yo— se rió y Jack sonrió nerviosamente, comenzaba a darse cuenta de que aquello podía ser real, es decir, el frío, la imagen, todo era muy real, no estaba esa bruma que acompañaba a sus sueños, todo era muy nítido, no era solo una idea en su mente, estaba todo... muy claro y tangible.

Viento de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora