Prólogo

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La primavera suele ser principalmente una estación en la que el sol brilla y la brisa tibia recorre cada rincón de las ciudades, pero ese año había sido distinto en la ciudad de Medal.

El aire frío alzaba con sus rápidos movimientos las hojas de los árboles que caían y el cielo era de un tenue color gris, aunque unos pequeños rayos del sol se colaban entre las nubes.

Todo estaba en su lugar, la gente reía en las tabernas, caminaban por los pisos de tierra y los niños jugaban entre ellos. Menos Isaak.

El chico había pasado toda la semana anterior siguiendo sigilosamente a una adinerada familia que había encontrado residencia en el lugar. Isaak no planeaba robar sus cosas por necesidad, sino por un motivo completamente distinto. La protección del pueblo.

Sabía que la familia era guardiana de un objeto maldito, y no iba a dejar que los efectos de la maldición atormentaran a su hogar.

Isaak tenía su mirada fija en el refinado bolso que colgaba de la mano izquierda de la mujer, que observaba distraídamente a su hijo jugar con sus hermanos. El chico decidió que era momento de actuar, por lo que, entre las sombras de los árboles, comenzó a acercarse a la no tan joven mujer.

Al estar lo suficientemente cerca tomó un respiro y salió de detrás del árbol. La mujer no había notado aún la presencia del castaño, lo cual facilitó las cosas para éste. Deslizó lentamente su mano hasta tocar la suave superficie del bolso y lo tomó fuertemente entre sus dedos, para luego comenzar a correr ignorando los agudos gritos de aquella mujer.

El sonido de las hojas secas ser aplastadas obligó al muchacho a comenzar a correr más rápido, sabiendo que la guardia real era la que lo perseguía. Esperaba poder escapar de esta, ya que no era la primera vez que huía de ellos.

Aunque el castaño no contaba con la presencia de Annabelle.

Un fuerte golpe en su hombro hizo que dejara caer al suelo el pequeño bolso en donde el objeto se encontraba. Unos instantes más tarde una fina mano tomó firmemente su brazo, dejándolo parado en su lugar.

—Disculpa, pero se te ha caído este bolso —habló tranquilamente la chica, sin ser consciente del apuro que acechaba al chico. Este se soltó del agarre de la chica y estuvo a punto de tomar el bolso de su mano.

Pero ya era muy tarde.

Una mano nudosa y llena de callos tomo su brazo y tiró de él.

La pelirroja aún tenía el bolso entre sus dedos, cuando este le fue arrebatado por su joven dueña que —aliviada y cansada— soltó un suspiro.

—Muchas gracias muchacha —habló la mujer con una voz suave y con un acento extraño—. Acabas de recuperar el bolso que éste sucio ladrón me había quitado —continuó, mirando despectivamente al chico que aún era retenido por el guardia.

—Yo... —comenzó a decir la pelirroja, pero fue interrumpida por la mujer.

—Como muestra de agradecimiento, puedes quedarte con este anillo. —Sacó del lujoso bolso un pequeño pero delicado anillo.

Annabelle quedo alucinada observando la pequeña alhaja. Nunca —en sus veintiún años— pensó que podría ver algo así. Tomó el anillo entre sus manos y miró incrédula a la sonriente mujer, dándole sus más grandes agradecimientos.

Pero el miedo comenzó a brillar en los ojos de Isaak; él sabía que ese anillo era el objeto maldito, y que cayera en las manos de aquella joven inocente no mejoraría las cosas.

—Si quieres seguir viviendo, no tomes ese anillo —dijo mientras era arrastrado por el guardia, haciendo que la joven se girara a mirarlo. Aunque Isaak sabía que ya era tarde.

El anillo ya estaba en el dedo de Annabelle.

El Anillo MalditoWhere stories live. Discover now