Dancing Queen

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Después de saludar al hombre joven, apostado en la puerta del recinto, y de hacer todas las presentaciones del caso, Severus y sus acompañantes se dispusieron a entrar.

La música sonaba muy alto, pero tenía buen ritmo. Muchas personas se movían al compás de la melodía en una pista situada al centro de la discoteca.

Hacía muchísimo calor. Se quitaron los abrigos y los dejaron en un asiento ubicado en un lugar un poco aislado, donde casi no había luz y debían caminar a tientas. Las chicas condujeron a Severus hasta la barra, y se sentaron en taburetes altos. Saludaron a un señor mayor que preparaba algunas bebidas y presentaron a Severus como un compañero del internado en donde estudiaban, en un lugar indeterminado de Escocia.

—¡¡Él es mi tío Richard!! — Proclamó Paulette, haciéndose oír por encima del ruido casi ensordecedor —¡¡ Es el padre de Clave: el hombre guapo que te presenté en la entrada!!

—–¡¡Mucho gusto!! — terció Severus, con sus mejores modales, pero sin extender su mano, ya que el señor tenía ambas ocupadas.

—¡¡El gusto es mío, joven!! —Respondió este— ¿¡Qué deseas beber!?

—¡¡Dale una cerveza!! — Ordenó la chica del cabello azabache, a la que las otras comenzaron a llamar Capullo—¡¡ Y para mí también!!

Después de unos instantes, Richard puso dos vasos llenos del líquido amarillo sobre la barra, y Severus, luego de agradecerle, comenzó a beber.

— ¡Está fría! — exclamó, luego de probarla.

— ¡Claro! — Respondió Paulette, mientras reía — ¡Es cerveza de lúpulo; no de mantequilla!

Severus miró el vaso nuevamente, lo llevó de nuevo a sus labios y bebió otro sorbo.

— ¡Es amarga, además! — Agregó— ¡Pero esta buena!

— ¡Y tiene mucho alcohol! — Intervino Solange, apareciendo por el otro lado, con un vaso de un extraño líquido de espumoso color oscuro— ¡Ten cuidado, o vas a emborracharte!

— ¡Es como beber hidromiel! — dijo Antonieta. Su vaso tenía una sustancia espesa de color blanco — ¡O como el whisky de fuego!

 Severus asintió y continuó bebiendo. Al recibir una nueva dotación de bebida de manos de Richard, comenzó a sonar una canción que entusiasmó a sus amigas, que decidieron ir a la pista.

— ¿No vienes? — preguntó Antonieta, al ver que permanecía sentado.

— ¡Preferiría quedarme! — respondió Severus— ¡Y observarlas desde aquí!

Antonieta y las otras no insistieron. Supusieron que siendo un mago que desconocía totalmente las costumbres muggles, no entendía de música ni de bailes; por lo que prefería no ponerse en ridículo. De modo que lo dejaron en la barra, con su segundo vaso de cerveza a medio beber y corrieron a la pista.


No tuvieron ningún inconveniente en conseguir pareja y comenzaron a deslizarse mientras sus compañeros las llevaban al ritmo de la suave canción que sonaba en voces femeninas, que repetían una vez tras otra:

"You are the Dancing Queen, Young and sweet, only seventeen"

Severus las contemplaba, tomadas de las manos de los tres muchachos que las llevaban con gran destreza, girando sobre sus pies una y otra vez. Sus movimientos eran sensuales, provocativos. Colocaban sus rostros muy pegados a sus partenaires, casi a punto de besarse, y luego éstos las alejaban y acercaban nuevamente, haciéndolas girar una vez más. Hasta que el tema llegó a su fin.

Las tejonas que amaban a Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora