Capítulo 16.

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Habían pasado ya unas tres horas desde que Manu se había ido porque quedó con el hombre misterioso de las llamadas. Me estaba aburriendo bastante, así que me puse a leer 'Eleanor & Park' de Rainbow Rowell.
Las horas pasaban y no tenía rastro alguno de Manu, no tenía nada que hacer y al décimo capítulo mis ojos no daban a más. Me levanté y busqué alguna distracción por la suite, con muy mala suerte no encontré absolutamente nada. Me planteé la idea de irme del hotel, pero yo sola por Madrid...Eso era una locura tan arriesgada como dejar a un bebé solo y rodeado de cuchillos. Cogí el móvil para revisar si Manu me había mandado algún mensaje o algo, por si por casualidad no había escuchado la notificación. Pero como el silencio que hubo en estas tres horas me indicaba, no había llegado ningún mensaje, y menos, de Manu. La televisión no iba porque no nos habíamos preocupado de bajar a recepción antes de que Manu se fuese. Decidí ponerme a ver vídeos en YouTube, pero ni Celopan ni JP, ni Koala conseguían distraerme o entretenerme.
Estaba por arrancarme los pelos de la cabeza de lo nerviosa, inquieta, que estaba. Manu seguía sin dar señales de vida, y pasaba el tiempo. Me preocupaba porque él no me habría dejado en la suite sola durante tanto tiempo. Quizá estaba en una reunión con su manager o algo similar, no podía ponerme nerviosa por una tontería así.
Mi desesperación me llevó a replantearme la idea de salir a dar una vuelta. Sabía que posiblemente me fuese a perder, pero tenía batería en el móvil, Siri y Twitter. Así que si me pasaba algo iba a poder arreglármelas, y más mientras no me fuese muy lejos..¿no? Además, ¿en cuántas canciones se menciona el perderse por la calles de Madrid? Dicen que es mágico, pues su ambiente te envuelve y no quieres volver a encontrarte. O al menos, eso dicen en las canciones.
Me cambié súper rápido, vaqueros negros, con una sudadera roja y unas deportivas blancas. Solo me puse un poco de polvos, el eyeliner, y los labios rojos, cogí la mochilita y comprobé que llevaba todo, desde un pequeño peine al monedero.
Estaba todo correcto.
Me dispuse a salir de la suite cuando sonó el móvil. Estaba dentro de la mochila, así que nerviosa me puse torpemente a sacarlo. El sonido repetitivo del tono de llamada me ponía tan tan nerviosa que me entraban ganas de estamparlo en vez de responder. Cuando conseguí cogerlo, vi que tristemente... solo era mi madre.
Salí de la habitación mientras descolgaba el teléfono:
-Dime, mamá.
-Ay, nena. ¿Qué tal estáis? ¿Habéis ido ya de compras? ¿Habéis estado en la Puerta del Sol, en Callao, en la Plaza Mayor, en el Parque del Retiro? Ay, cuéntame. -me respondió ella súper entusiasmada.
¿Qué le debía responder? ¿Que estoy genial, que los dos lo estamos pasando muy bien, o contarle la verdad? Llevaba poco en Madrid, no quería preocuparla así que descarté la última opción. Más por ella que por mí.
-¡Muy bien! -Me quedé callada, esperando a ver si cambiaba mi madre de conversación tras la confirmación de que su hija se encontraba bien, pero no. No ocurrió, así que me aventuré en el paraíso de las mentiras (y no tan mentiras)-. Ayer estuvimos dando vueltas por un montón de sitios, conociendo Madrid un poco y posiblemente mañana vayamos al Retiro y a algún sitio más -seguía mintiendo-. Quizá quedemos con unas amigas de Manu que vimos comiendo ayer -No quería que siguiese preguntándome sobre nosotros y Madrid así que corrí a cambiar el tema-. ¿Y vosotros, qué tal en mi ausencia?
-Pues cariño, papá está como siempre, en su mundo haciendo de las suyas. Esta semana está planeando seguir una dieta a base de carne a la barbacoa, y no sé cómo decirle que prefiero comer solo zanahorias durante toda la semana a atiborrarme de carne.
Mi padre siempre igual con la comida. Quiere hacer carne con salsa de queso, de pimienta. Carne más hecha menos hecha. Entrecots y chuletas. Alitas y filetes. Es el típico macho adorador de la carne.
-Déjale, y ve diciendo que quieres también ensalada, o macarrones que acompañen las alitas. Yo qué sé, haz cosas como siempre.
Estaba entrando al ascensor.
-Oye, mamá. -me apresuré a decir antes de que siguiese con la conversación. - Voy a entrar al ascensor y voy a perder la cobertura.
-Vale, nena. ¿A dónde vas?
-A ningún sitio, mamá. A dar una vuelta. Adiós, te quiero, ciao ciao. -Colgué.

Al salir del hotel no sabía a dónde dirigirme, así que un poco al voleo decidí ir hacia la derecha. Esperando que Madrid me enseñase su poderosa magia que consigue envolverlo todo a su alrededor.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2017 ⏰

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Can I kiss you? {Manu Ríos}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora