Adiós

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Con papá nos encaminamos a una pequeña tienda donde vendían patines. Edgar y yo mirábamos el que nos gustará más, yo elegí unos rosa con blanco y Edgar unos azules con verde, estos patines eran diferentes tenían como un pequeño filo en la planta. Con papá nos dirijimos a la pista donde había muchas personas patinando.

Papá- Perla, ten ponte lo. - me dio mis patines.

Me senté en una banca de madera pequeña donde estaba sentado también Edgar, al parecer él sabía mejor como ponerlos, yo estaba batallando con ellos, mi padre percató mi épica lucha y se acercó.

Papá- ¿necesitas ayuda? - me preguntó incandose ante mi.

Perla- papá, ¿Dónde está Natalí y Daniel? - terminó de atarme los patines.

Papá- ellos van a la montaña a esquiar - me tomó de la mano - pero ya se pueden cuidar solos.

Mire por todos lados y no encontraba a Edgar, me percate después de un segundo que él estaba ya patinando entre la multitud, lo hacía bastante bien para ser sinceramente. Mi papá entró a la pista y me jalo de la mano, tenía miedo de resbalar y caerme pero él me miraba tranquilo y eso me daba confianza.

Papá- Tranquila - me agarro las dos manos - no te dejaré.

Le sonreí y me adentré, al principio parecía fácil pero mediante él me jalaba me comencé a resbalar, me tambaleaba como palmera en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en el suelo frío con un dolor de trasero. Mi padre se moría de risa al verme ahí tirada.

Perla- ¡Oye! - me acerqué a él y lo empuje.

Él calló de sentado con los ojos abiertos y me comencé a reír.
No pudo evitar reír, ahora estamos bien, padre e hija en el suelo riendo.
Él se levantó y me ayudó a levantarme.

Papá- mira - dejó de reír- el secreto para patinar es mantenerte en equilibrio, ¿alguna vez has andado de patines o bicicleta?

Perla- si.

Papá- bueno, pues es lo mismo, todo está en el equilibrio.

Me traté de equilibrar una vez patine en tierra era muy buena, hasta obtuve medalla de 2° lugar en las mini olimpiadas de mi escuela pero eso fue hace 4 años desde entonces no he patinado. Me traté de equilibrar obviamente como a cualquier persona me tambaleaba pero pude, después trate de moverme pasos pequeños, bien. Vamos. Bien. Me comencé a deslizar hasta que lo logré. ¡Si! ¡Lo logré! Me movía de un lado para otro como una Diosa, ¡JA! Esto es pan comido, espera... ¡Demonios!
Volvimos con la Perla tirada en el suelo ¿Alguna vez has visto a una tortuga? ¿Si? Bueno, no preguntes yo era esa viva imagen. Me levanté y me comencé a mover de nuevo, busque a Edgar para jugar a algo, me estaba aburriendo. Después de buscarlo entre la multitud lo encontré.

Perla- "Seña de saludo"

Edgar- "Seña de saludo"

Perla- "Seña de jugar carreras"

Edgar- "asentir"

En ello nuestro padre llegó.

Papá- Perla, quédate aquí con Edgar, voy a estar con tu madre.

Miró a Edgar y le hizo un par de señas, él sólo alzó los hombros.

Perla- ¿Mamá? ¿Dónde esta ella?

Mi padre me señaló a una mujer con un abrigo rojo, rubia y con una hermosa sonrisa. Patine tan rápido como pude hacía ella y la abracé.

Mamá- ¡Wow! - se inclinó un poco al responderme el abrazo- ¿Porque tanto amor?

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