11. A Rose in the Wall

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¡Buenas tardes!
No termino de creerme que haya escrito tres capítulos en la misma semana, pero ya os lo merecíais después de lo que he tardado en subir.
Espero que os guste y mil gracias por leer, votar y comentar.

XXX.

***
Hacía frío, fuera y dentro de la fortaleza. Los ventanales de la biblioteca estaban llenos de escarcha pero cuando tocaba el cristal se derretía entre sus dedos.

- Roselyn. - Era Jon acompañado con una tremenda carga de culpabilidad y con una disculpa en los labios. - Lo siento. - Rose no contestó en ese momento. - Yo elegí el Muro, continuaría eligiéndolo y tú no eres mía. - Se quedó un momento callado para mirarla detenidamente, estaba preciosa. - Tú no eres de nadie.

- Agradezco que reacciones así. - Ella vio que Jon tenía sentimientos hacia ella, no solo de amistad.

- Te echo de menos.

- Yo también te echo de menos.

- No de la misma forma...

- Le quiero, los dioses saben que intenté controlarme, que intenté no sentir pero ni ellos pueden evitarlo... - Él no dijo nada, ya se había resignado a perderla.

- Los chicos te echan de menos. - Yo también. - Sam me ha pedido que le escribas, está preocupado por ti, le gustaría protegerte como hiciste tú con él, aunque sabe que no necesitas protección. - Esta vez rieron los dos.

- Le escribiré. - En un impulso se acercó a él. - ¿Han aprendido ya a pelear?

- Grenn sí, es explorador; Pyp sabe defenderse, y Sam... bueno, él sabe leer bien. - Ella se rio. Se quedaron a una distancia de un paso.

- ¿Cómo están el Maestre Aemon y el Lord Comandante?

- Están bien, no lo dicen pero también te echan de menos.

- Eso tú no puedes saberlo, mi marcha fue un alivio para ellos. - Solo rio ella, fue una risa amarga porque de verdad lo creía.

- Sus ojos no dicen eso. - Ella no le respondió.

- Te ves muy bien. - Pasó la mano por sus rizos que, aunque estuvieran más largos, seguían igual de alborotados.

- Invernalia te sienta bien. - Ella le sonrió mientras que él no podía dejar de mirarla. Jon le pasó un mechón por detrás de la oreja y de repente Rose supo que iba a hacer una tontería, él se acercó más y comenzó a agachar la cabeza. ¡No, no, no, no, no! ¡Rose, reacciona!

- Jon no lo hagas. - Ella dio un paso hacia atrás. - Jon, yo quiero a Robb y tú elegiste el Muro. - Ella se rompió por dentro al ver la frustración y el arrepentimiento de Jon. - Los dos elegimos y te aseguro que lo hicimos correctamente. - Escucharon un carraspeo detrás de ellos y vieron a Robb.

- Siento si interrumpo algo. - Aunque trataba de disimularlo, estaba algo molesto.

- No, yo me iba. - Jon comenzó a andar y cuando estaba detrás de Robb volvió a girarse. - Ha sido un gusto volver a verte, Rose. - Y salió de la biblioteca.

Se quedaron ellos dos solos, Rose volvió a sentarse junto al ventanal y Robb la siguió. Estuvieron un rato sin hablar, ella continuaba derritiendo la escarcha de los cristales pero esta vez bajo la mirada atenta de Robb.

- ¿Qué ocurre? - Le preguntó sin mirarle.

- ¿Jon y tú...? - Había miedo en la voz de Robb. Ella asintió a la vez que rezaba para que no se lo tomara a mal. - Pero ahora...

- Ahora nada, ya lo has escuchado, los dos elegimos. - Le miró y pasó su mano por las mejillas frías de Robb. - Y yo tomé la mejor elección que podría haber tomado. - Él sonrió mientras que Rose veía cómo lo comprendía; fue él quien se acercó a besarla, y si sus mejillas estaban frías, sus labios estaban tan calientes que mandaron un escalofrío por la espalda a Rose. Robb pasaba las manos por su pequeña cintura, pero sentía cómo ella intentaba controlarse. - No lo hagas, Rose.

A Rose in the Wall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora