(Cae. Llega fray Lorenzo.)

FRAY LORENZO.- ¡Por San Francisco y mi santo hábito! ¡Esta noche mi viejo pie viene tropezando en todos los sepulcros! ¿Quién a tales horas interrumpe el silencio de los muertos?

BALTASAR.- Un amigo vuestro, y de todas veras.

FRAY LORENZO.- Con bien seas. ¿Y para qué sirve aquella luz, ocupada en alumbrar a gusanos y calaveras? Me parece que está encendida en el monumento de los Capuletos.

BALTASAR.- Verdad es, padre mío, y allí se encuentra mi amo, a quien tanto queréis.

FRAY LORENZO.- ¿De quién hablas?

BALTASAR.- De Romeo.

FRAY LORENZO.- ¿Y cuánto tiempo hace que ha venido?

BALTASAR.- Una media hora.

FRAY LORENZO.- Sígueme.

BALTASAR.- ¿Y cómo, padre, si mi amo cree que no estoy aquí, y me ha amenazado con la muerte, si yo le seguía?

FRAY LORENZO.- Pues quédate, e iré yo solo. ¡Dios mío! Alguna catástrofe temo.

BALTASAR.- Dormido al pie de aquel arbusto, soñé que mi señor mataba a otro en desafio.

FRAY LORENZO.- ¡Romeo! Pero ¡Dios mío! ¿qué sangre es ésta en las gradas del monumento? ¿Qué espadas éstas sin dueño, y tintas todavía de sangre? (Entra en el sepulcro.) ¡Romeo! ¡Pálido está como la muerte! ¡Y Paris cubierto de sangre!... La doncella se mueve. (Despierta Julieta.)

JULIETA.- Padre, ¿dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y allí estoy. Pero ¿dónde está Romeo, padre mío?

FRAY LORENZO.- Oigo ruido. Deja tú pronto ese foco de infección, ese lecho de fingida muerte. La suprema voluntad de Dios ha venido a desbaratar mis planes. Sígueme. Tu esposo yace muerto a tu lado, y Paris muerto también. Sígueme a un devoto convento y nada más me digas, porque la gente se acerca. Sígueme, Julieta, que no podemos detenernos aquí. (Vase.)

JULIETA.- Yo aquí me quedaré. ¡Esposo mío! Mas ¿qué veo? Una copa tiene en las manos. Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! no me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará. (Le besa.) Aún siento el calor de sus labios.

ALGUACIL 1°.- (Dentro.) ¿Dónde está? Guiadme.

JULIETA.- Siento pasos. Necesario es abreviar. (Coge el puñal de Romeo.) ¡Dulce hierro, descansa en mi corazón, mientras yo muero! ( Se hiere y cae sobre el cuerpo de Romeo. Entran la ronda y el paje de Paris.)

PAJE.- Aquí es donde brillaba la luz.

ALGUACIL 1°.- Recorred el cementerio. Huellas de sangre hay. Prended a todos los que encontréis. ¡Horrenda vista! Muerto Paris, y Julieta, a quien hace dos días enterramos por muerta, se está desangrando, caliente todavía. Llamad al Príncipe, y a los Capuletos y a los Montescos. Sólo vemos cadáveres, pero no podemos atinar con la causa de su muerte. (Traen algunos a Baltasar.)

ALGUACIL 2°.- Este es el escudero de Romeo, y aquí le hemos encontrado.

ALGUACIL 1°.- Esperemos la llegada del Príncipe. (Entran otros con fray Lorenzo.)

ALGUACIL 3°.- Tembloroso y suspirando hemos hallado a este fraile cargado con una palanca y un azadón; salía del cementerio.

ALGUACIL 1°.- Sospechoso es todo eso: detengámosle. (Llegan el Príncie y sus guardas.)

PRINCIPE.- ¿Qué ha ocurrido para despertarme tan de madrugada? ( Entran Capuleto, su mujer, etc.)

CAPULETO.- ¿Qué gritos son los que suenan por esas calles?

Romeo y Julieta - William ShakespeareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora