»diez«

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"Me hacen falta tus tormentas" le dijo el mar al cielo.

Sus grandes ojos marrones miraban al vacío, concentrados en los pequeños puntos brillantes que podía notar. El castillo no estaba lejos, sin embargo, prefería quedarse sola y sentada en aquel lugar escondido donde podía ver al mundo.

Recordó a Louis, ese pequeño ángel de alas azuladas que siempre le miraba con amor, sí, amor. Es que, ella no podía explicarse cómo algo tan grande como el amor podía reflejarse en unos ojos tan pequeños como los de Louis.

Se recostó en las nubes, su cabello largo y rojo, sus pecas marcadas en aquella piel tan blanca como los sueños, sus manos pequeñas y ese traje de ángel que llevaba puesto. No, ella no quería irse del cielo, pero solía preguntarse cómo estarían todos allá: Su tía, su profesor de historia, su compañero de laboratorio. Lesly quería que todos estuvieran bien, incluso mejor que ella. Pero eso era algo casi imposible, ellos no tenían a Louis.

Suspiró, y se levantó de aquel pequeño lugar lleno de aún más pequeños recuerdos. Liam la había llamado y ella aún no se había presentado en el castillo así que se dirigió hasta allá con cuidado, con la ilusión de encontrarse a Louis.

¿Por qué siempre pensaba en Louis? Él era tan brillante... Le recordaba a los atardeceres que veía cuando estaba en la tierra, le recordaba al sol escondiéndose y a aquellos colores que pintaban el infinito.

Él le recordaba a la vida, a la muerte y al sentimiento.

Louis era un ángel pequeño y sin demasiada experiencia, a veces se equivocaba, sus palabras se enredaban, sentía una profunda tristeza en su corazón, pero eso era lo que le gustaba a Lesly. Si te gusta alguien deben gustarte sus risas, sus miradas, sus caricias y sobre todo cada uno de sus pedazos rotos. No tenía sentido caer enamorada de los colores sin ser consciente de cada una de las sombras.

Al entrar en el castillo saludó a varios ángeles que le sonrieron devuelta, todos la apreciaban a pesar de ser "nueva", ella no temía sonreír de vuelta. Subió aquellos escalones viendo las margaritas que adornaban la manilla y llegó hasta el lugar de Liam, con educación, lo saludó.

—Te estaba esperando—sonrió el ángel superior haciéndole señas para que se sentara.

Lesly se maravillaba cada vez más al ver aquel lugar hermoso. Los libros, los recuerdos, las flores, la vida. Todo se encontraba encerrado allí.

—Me gusta el cielo—dijo sin más la pequeña chica.

Liam le miró con felicidad, era increíble cómo la presencia de aquella inocente ángel le hacía olvidarse de todos sus problemas, de todo lo que era "importante".

—Es todo tuyo, Lesly—afirmó—. Quería hablarte de algo con respecto a tu cielo.

— ¿Mi cielo?—preguntó ella.

—Claro, verás, el cielo no es mío, ni de Dios, ni de la vida: El cielo es de todos aquellos que lo merecen. Y puede parecerte extraño, pero el cielo no es sólo este lugar lleno de nubes y ángeles, puedes encontrarte el cielo en lo que sea que te haga sentir viva.

Lesly pensó inmediatamente en los ojos de Louis.

—Entonces, todos sus libros son mi cielo. —La pelirroja rió y Liam la imitó.

— ¿Eso crees? En el momento más inesperado tendrás uno, pero primero debemos hacer la ceremonia.

— ¿Ceremonia?

«cielo»  l. w. t.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora