El ladrón de novias

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Inglaterra, 1820

________________(tn) se volvió de la ventana por la que penetraba la fresca brisa nocturna a la salita y miró a su querido y senil padre.

- No puedo creer que me sugieras eso, papá. ¿Por qué crees que debería considerar la posibilidad de casarme con el mayor Sanchez? Apenas le conozco.

- Bueno, es amigo de la familia desde hace años -repuso Arthur al tiempo que cruzaba la estancia para reunirse con Hermione junto a la ventana.

- Sí, pero la mayor parte de esos años la ha pasado en el ejército -señaló ella, esforzándose por conservar el tono calmo y contener un estremecimiento.

No se imaginaba que ninguna mujer albergara pensamientos románticos respecto del austero mayor Sanchez. Cielos, aquel hombre lucía un ceño que le daba la apariencia de acabar de morder un limón. Aquella conversación era probablemente el resultado de las maquinaciones casamenteras bien intencionadas pero inoportunas de su madre.

El padre se acarició la barbilla.

- Ya tienes casi veintiséis años, _____(t apodo). Es hora de que te cases.

            La castaña luchó contra el impulso de elevar los ojos al techo. Su padre - aunque en realidad era su padrastro puesto que el suyo murió cuando apenas contaba con un año- era el hombre más cariñoso y dulce del mundo, pero a pesar de tener una esposa y cuatro hijas era más duro que una puerta en cuanto a entender a las mujeres, sobre todo a ella.

- Papá, ya he superado con mucho la edad casadera. Estoy perfectamente bien tal como estoy.

- Tonterías. Todas las jóvenes desean casarse. Me lo ha dicho tu madre.

            Aquellas palabras confirmaron sus sospechas de que su madre estaba detrás de aquel lío.

- No todas, papá.

            El estremecimiento que ya no podía reprimir más le bajó por la espalda al pensar en verse sujeta con grilletes a alguno de los hombres que conocía. Todos eran unos pesados y unos mastuerzos, o bien se limitaban a mirarla fijamente con una mezcla de lástima, confusión y, en algunos casos, claro horror cuando osaba hablar con ellos de ecuaciones matemáticas o temas científicos. La mayoría le llamaban Hermione La Excéntrica, un nom de plume que ella aceptaba filosóficamente, ya que sabía que en efecto era excéntrica, al menos a los ojos de los demás.

- Por supuesto que todas las jóvenes desean casarse -insistió su padre, volviendo a atraer su atención al asunto que tenían entre manos-. Fíjate en tus hermanas.

- Ya me he fijado. Todos los días de mi vida. Las quiero mucho pero ya sabes que no soy en absoluto como ellas. Mis hermanas son bonitas, dulces y femeninas, perfectamente dotadas para ser esposas. Durante los últimos diez años no hemos hecho otra cosa que tropezar con su constante aluvión de pretendientes. Pero el hecho de que Luna, Ginny y Hanna estén ya casadas no significa que deba casarme yo.

-¿Es que no deseas tener una familiar propia, querida?

            Un silencio llenó el aire, y __________ hizo caso omiso de la punzada de anhelo que le hirió las entrañas. Hacía mucho tiempo que había enterrado aquellas fantasías.

-Papá, los dos sabemos que no soy de esas mujeres que atraen a los hombres al matrimonio, ni por aspecto ni por temperamento. Además, soy demasiado vieja...

- Bobadas. Eres más guapa de lo que crees, _____(apodo). Y no hay nada de malo en que una mujer sea inteligente... siempre que no permita que alguien se entere. -Le dirigió una mirada llena de intención-. Por suerte, el mayor Sanchez no encuentra del todo desalentadores tu avanzada edad ni tu agudo intelecto.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2013 ⏰

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