13| ¿Eso que veo ahí es cerveza?

Start from the beginning
                                    

Pero por supuesto, su agarre es mas fuerte. A lo lejos escuchamos la risa de Luigi y Lydia encantados por el espectáculo.

—Yo iré a buscarla —propone —Si voy yo será más fácil, es mi responsabilidad, creo que ayer le metí ideas erróneas en la cabeza sobre disfrutar la adolescencia y vivir sin pedir permiso.

—¡¿De verdad le dijiste eso?!

—¡Y estoy aceptando la culpa!

—¡Aceptaras una patada de mi parte si esa niña vuelve borracha a la casa!

—Es una pareja tan rara...—escucho por parte de Lydia.

—¡Vuelvan al taxi! —el grito resulta al unisono.

Decido entonces que gritar no ayudará a que la situación se revierta y acepto que Damian vaya al rescate de la mayor de los hermanos. Vuelvo al taxi con los restantes dos y me toco la frente para verificar que mi vena saltante no esté pues...exaltada.

Los minutos se me van haciendo eternos y veo como más manecillas de mi reloj se van moviendo cada vez más rápido.

—A esta hora debería estar en mis clases de matemáticas y Luigi haciendo la tarea ¿Qué pensarán mamá y Benjamín cuando se enteren de esto? —Las pestañas de Lydia revolotean a mí al rededor risueñas.

—No pienso ceder a chantajes.

—Mamá paga unos dinerales para que yo apruebe esa tortura numérica.

Odio la sensación que me provoca saber que se aproxima una confrontación,

—¿Qué quieres a cambio de no contar nada? —desisto entonces cansada.

—Pizza para cenar y televisión ilimitada.

—¡Y un pato! —añade su hermano.

—Te ofrezco pizza para la cena, televisión hasta la siete y nada de patos.

Se miran ente si.

—Aceptamos.

Antes de que puedan pensar un chantaje mejor, Chiara y Damian aparecen en mi radar de visión saliendo de la casa.

—Solo digo que tardaron más de lo que pensé —acepta al llegar a nuestro lado. —Y podrían haberme enviado un mensaje, no había necesidad de que te aparecieran como un guardaespaldas.

Estoy a punto de replicar algo, cuando Damian se me adelanta.

—No habrá celular para ti hasta que Quinn decida, estás castigada.

¿Está qué? Pongo la misma cara de sorpresa que Chiara, lo dice tan serio y tan firme, que esta ultima ni siquiera pone reparos a nada. Los cinco volvemos al taxi y esperamos hasta llegar a casa, ya más calmados y tranquilos, doy fe a mi palabra y preparo pizza para la cena, Damian lava los trastes y Luigi y Lydia ponen la mesa, todos cenamos para antes de las nueve e incluso Chiara baja a cenar por el aburrimiento de estar castigada, su enojo con el oji-gris pasa a segundo plano cuando este saca de la heladera su batido de apio y manzana verde que antes le había prometido hacer.

Horas mas tardes, los señores Berlusconi llegan directo a acostarse y yo me quedo en la planta de abajo utilizando su laptop prestada.

—Necesito una cerveza para darle fin a este día del horror—escucho decir a Damian cuando baja las escaleras después de cerciorarse que los tres hermanos se hayan acostado y afre el refrigerador.

—Ahí solo encontrarás agua de jengibre y batidos sin sabor.

—¿Por qué no pudiste elegir una familia con padres divorciados y alcohólicos? —se lamenta, verificando que efectivamente, solo hay eso en el refrigerador.

—Eres cruel.

—Ha sido un día largo, solo soy un hombre que sería feliz con una cerveza —mira con curiosidad por encima de mi hombro —¿Y eso que es?

—Buses con destino a Candeli, pero la fecha más próxima es en tres semanas. —me encojo de hombros, es demasiado tiempo.

—Yo podría llevarte.

—¿Rose te pidió que me cuidaras?

—¿No puede ser mi acto de buena fe?

—Los actos de fe no se hacen esperando algo a cambio —levanto la mirada —¿Qué es lo que te traes entre manos?

—No quiero estar en esta casa cuando esos niños se aburran un fin de semana.

—¿Y quieres usarme de excusa para salir? —junta las inquietas manos tras la espalda.

—Exacto.

—Tengo que aceptar que tu compañía podría ser útil.

—¿Y eso por qué? —alza una ceja.

—Porque dominas bien el Italiano.

No me pasa desapercibido que su semblante se tensa sin vacilar.

—Podría preguntarte la razón.

—Te recuerdo que también fui al instituto como tú.

¿Y era un instituto multilingüe o que?

—Hay cosas que no sabes de mi, Quinn. —Dice después.

—Debería saberlas.—exijo cuando lo veo tomar distancia y acercarse a la puerta.

—Hay verdades que es mejor no saber —dice antes de salir —. Y tu y yo no somos amigos como para fingir que te interesa saberlas. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Cuando nos convirtamos en estrellasWhere stories live. Discover now