Cubículos

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Entonces el fin de semana se esfumó de un suspiro. No salí sábado ni domingo.

No he cambiado desde secundaria, sigo siendo el mismo chico que se queda los fines de semana en casa poniéndome al corriente con el trabajo.

— Ah... —me miro al espejo.

Sigo siendo yo.

Agradecí que el trabajo disminuyera al menos por tres semanas, si es que Takano-san no se le ocurre dejarme más.

Desde que colapsé no ha dejado más pilas de trabajo en mi escritorio.

¡Takano-san! Qué haré con él en esta semana. No estaré tranquilo ni concentrado pensando que él está a mi lado.

Tal vez él ya ideó un plan para dejar de quererme.

Qué extraño, no hice nada al respecto.

¡No!

Se supone que está bien ¿no?

Sólo nos dañamos los dos.

...

Creo que esto es peor.

No quiero que Takano-san renuncie...una parte de mi no quiere hacerle daño y que todo esto haya sido en vano. Sus esperanzas falsas, pero una muy pequeña y oculta quiere terminar este trabajo de la forma fácil.

¿Y si en realidad quiero que esté enamorado de mí?

Pero no podría responder a él como es debido, él es como una especie de morfina que no puedo evitar. Me paraliza como si no fuera un humano más.

Me detiene y a la vez me acelera de mil por hora.

Arrugo la nariz. Deja de pensar eso Onodera. A lo que vas; a trabajar.

Salgo de mi apartamento.

— Qué raro...

¿Takano-san no está? ¿Ya se fue? ¿Ahora va a evitarme? ¿O es muy temprano?

No, es el tiempo correcto. La hora exacta, él debería de estar afuera esperándome como siempre. Trago saliva. No debo ser presa del pánico.

— ¡Ricchan! —grita Kisa-san cuando me ve.

Busco a Takano-san en su escritorio. Pero él no está ahí. Su escritorio está vacío.

"Guau, los de la limpieza tiraron todas sus cosas...jeje..."

— Hola.

— Tengo un regalo para ti.

— ¿En serio?

¡PUM!

Kisa-san saca de la nada una pila de papeles y los deja caer sobre mi escritorio.

— ¡¿Qué demonios es esto?!

— Trabajo —Kisa-san apoya su mandíbula en la palma de su mano.

— ¡Esto no es un regalo! —grito histérico.

— A mi me pareció bonito detalle.

Apuesto que este trabajo es de él y no mío. Estoy a punto de gritarle a Takano-san para que haga justicia, pero él aun no llega.

Cuando llegue le diré esto.



— ¡Buen trabajo a todos! —grita Hatori-san

— ¡Buen trabajo! —responden todos.

Menos yo.

Compruebo la hora en la ventana. Está oscuro y las estrellas ya salieron así como el último tren.

— Onodera, el último cierra la oficina.

Alguien me arroja las llaves pero no logro ver quién es.

He terminado la mitad del trabajo que Kisa-san me dio y noto que en realidad, son trabajos de Takano-san. Estuve pensando en él todo el día, estuve esperando y él nunca vino.

Estoy empezando a entrar en pánico.

Cuando escucho uno pasos acercarse.

Pasan de frente. Me desilusiono al instante.

—¡Yokozawa-san! —grito como puedo consiguiendo que me escuche.

— ¡¿Qué?! —Vuelve.

— Eh... esta es una pregunta tonta pero —Me muerdo los labios—. Esto... ¿dónde está Takano-san?

— ¡¿Qué?! —grita abriendo mucho los ojos— ¡¿Él no te lo dijo?!

— Mmm —Creo que no debí preguntar. Su reacción es exagerada—, no.

Yokozawa-san me dedica una mirada asesina. Trago saliva.

— No voy a decírtelo, idiota —Aparta la mirada—. Si él no te lo dijo es por algo.

Yokozawa-san se larga dejándome con la duda en la mente. Hice algo muy malo.

Ahora ya puedo entrar en pánico.

Cubículos –MCR.

GRACIAS A MARI-CHAN POR LA EDICIÓN... O MÁS BIEN POR ESCRIBIR CASI TODO POR MI (la mayor parte pues!) Y ponerle nombre al capítulo. La verdad la canción que me pasaste no me inspiró en nada... Bueno, muchas gracias. Sé que estas bien centrada en Lärm pero pos... ai nid yu

Y... todavía no sé cuándo publique. Más o menos la próxima próxima semana. 

(Diganle a Mari-chan, ella es la que me escribe todo) Si no está ocupada ella pueees... mejor.

Give Your Heart A Break; Sekaiichi HatsukoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora