La estación

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Yo me preparé para salir. Tomé mis cosas y me acerqué a la puerta. Todo estaba tranquilo, hasta el aire de la mañana.
Tenía que viajar. Debía hacerlo.
Tomé mi pequeño bolso con todas mis cosas adentro y salí por la gran puerta de madera barnizada.
Bajé como infante las escaleras, casi corriendo, y elevé la mano en alto y un remis se detuvo.
-Hasta la estación de trenes, por favor -dije entrando en el vehículo.
¿Por qué será que estoy tan nervioso? Tan solo era un viaje.
Llegué a la estación y apresurado le pagué.
Caminé, algo acelerado, y me senté en espera del tren.
Pero apareció ella. Lo que una vez amé surgió frente a mis narices.
-¿Por qué te vas? -dijo reservada ella.
-Por una razón y la otra -agregué yo mirando la hora en mi muñeca.
Una vez me dijiste que me amas pero ahora que no me amas.
Ahora me preguntaste que haría de mí. Me preguntaste si me iría lejos y jamás volvería.
Pero, ¿por qué me lo preguntas?
En algún momento me tienes que dejar ir. Lo tienes que dejar ir.
No soy eterno. Tampoco lo es mi viaje.
El tren llegó, a tiempo como siempre suele hacerlo.
Tomé mis cosas y sin mirarla a ella, subí al tren.
No había sentido mirar atrás, nunca lo hubo.
El tren siguió su camino. No paró. No había motivo para que pare. Solo siguió.
Al final del viaje, no era yo. Solo un joven nuevo que acabo de conocer.

Nota del autor del cuento La estación: Este cuento se dirige a una persona. No cualquier persona, sino una especial. Y espero que logre llegar a las expectativas de esta persona a la cual le estoy dedicando este cuento. Espero que lo disfrute.

Un Viaje Entre Cuentos FantásticosWhere stories live. Discover now