Extra I - Primer aniversario [PT. I]

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—Pensaste que me había olvidado, ¿eh? —inquirió mientras se acercaba a mí con paso decidido y una sonrisa dulce en el rostro—. Sé que no es mucho, pero es una buena manera de iniciar la mañana.

Tenía toda la razón del mundo. La observé fijamente y me di cuenta de que su largo cabello estaba escurriendo por las puntas y solo llevaba una bata que se amarraba en la cintura.

Yo sabía de otras maneras para iniciar bien el día.

Elevé una ceja interrogante.

—¿Tienes mi regalo ahí debajo? —pregunté.

Ella puso los ojos en blanco.

—¿Por qué siempre tienes que pensar en eso? No, no lo tengo aquí debajo. Te lo daré una vez que llegues de trabajar. —Se sentó en mi regazo y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello—. Feliz aniversario, cariño. De verdad espero que te guste la sorpresa —dijo con ternura. Elevé mi mano y acaricié su suave mejilla con delicadeza.

—Sabes que no tienes que darme nada. Amanecer a tu lado todos los días es más que suficiente para mí —expresé serio.

Jan rio al escucharme y acercó su boca a la mía.

—Eres tan cursi —susurró, entonces bajó sus labios a mi cuello y empezó a besarme. Mis manos fueron inmediatamente a sus caderas y las apreté en modo de advertencia cuando sentí la temperatura elevarse un poco.

—Me tengo que ir en un momento, no hagas eso —gruñí.

—¿Que no haga qué? —preguntó justo antes de morder ligeramente el lóbulo de mi oreja. Me estremecí y sentí la sonrisa que se formaba en su rostro.

—No es divertido ir a trabajar con una gran cantidad de frustración sexual, pequeña.

Escuché su risa cantarina. Se estaba divirtiendo conmigo.

—Lo siento. Ya no lo haré, lo prometo.

Gemí.

—El problema es que no quiero que pares. —Descansé mi frente contra su hombro y suspiré mientras esperaba que Dereksito volviera a descansar.

Una vez que todo volvió a la normalidad, respiré profundo y me puse de pie con Jan aun abrazando mi cuello. Enredó sus piernas en mis caderas y subí a la habitación así, con ella besando mi cuello nuevamente y frustrándome demasiado.

—Voy a llegar tarde al trabajo si sigues haciendo eso, cariño.

—No sería la primera vez. —Reí.

—¿No te importa? —pregunté curioso.

—Nah. De todos modos eres rico, no sé por qué la necesidad de ir a trabajar. Podrías quedarte aquí como mi esclavo. Desnudo. Entre más lo pienso mejor se me hace la idea.

Sacudí la cabeza divertido.

—Tú. Estás. Loquita. —dije al tiempo que pellizcaba su pequeña naricilla pecosa. La arrugó en una mueca y me frunció el ceño.

—Tú lo estas más —contraatacó.

—Pero me sigues amando.

—Sabes que sí. —La miré con ojos tiernos y luego la puse sobre el piso alfombrado al tiempo que miraba el reloj sobre la mesilla de noche.

—¡Mierda, es tarde ya! ¡Te amo! —grité mientras salía corriendo a toda velocidad.

—¡Ve con cuidado, también te amo! —alcancé a escuchar antes de cerrar la puerta en mi prisa por llegar al auto.

Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora