Capítulo VII

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A la mañana siguiente, Pedro no tenía ánimos para nada. Había decidido quedarse en su casa viendo capítulos antiguos de Bob Esponja que tenía grabados en VHS, y que era lo único que le animaba cuando estaba de bajona. Eso sí, se había negado a quedarse en pijama, y en su lugar llevaba uno de sus trajes favoritos. Lo cortés no quita lo valiente.

Lo que había ocurrido la tarde anterior había sido un palo. Nunca se hubiera imaginado que Pablo y Albert mantuvieran una relación, y sin embargo esa parecía ser la única realidad. Pero aún así, aunque sabía que lo más inteligente sería resignarse, estaba decidido a no perder aquel último rastro de esperanza que aún mantenía en su interior.

Iba por uno de sus capítulos favoritos cuando alguien llamó al telefonillo. Le dio al botón de pausa y se levantó para responder, arrastrando los pies por el suelo. Su corazón dio un vuelco cuando a través del aparato sonó la voz de su único y verdadero amor. Sin dudar le abrió y esperó ansioso a que llamase al timbre. No se olvidó de apagar la televisión, su pasión por Bob Esponja era su secreto mejor guardado.

Por fin Pablo llamó al timbre y Pedro abrió la puerta. Su intención había sido parecer frío y desenfadado, pero cuando vio el cansado rostro de Pablo todo aquello se fue al garete.

-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Pablo asintió y después de mirar hacia atrás y a los lados, entró en la vivienda. Pedro cerró la puerta y el de la coleta preguntó:

-¿Estás solo?

El moreno asintió y le hizo un gesto a su acompañante para que se sentara en el sofá. Se sentó el también y con gesto preocupado inquirió:

-¿Me vas a contar qué te pasa?

Pablo suspiró sonoramente y tras unos segundos declaró:

-Ayer te mentí.-Pedro no respondió y el podemita continuó:-Es verdad que Albert y yo nos liamos, pero yo no siento nada por él.

La esperanza volvió a adueñarse de Pedro y preguntó, ansioso:

-¿Por qué me dijiste eso, entonces?

-Cuando dejé de responder a sus WhatsApps, él se puso muy pesado, y me ha estado espiando desde entonces.

Pedro se llevó una mano al rostro, sorprendido por aquella revelación. Aunque a decir verdad, no era tan inesperado viniendo de aquel maldito neocon.

-Lo único que quería era que no la tomase contigo.-El líder de Podemos siguió explicándose.-Ya es lo suficientemente malo que me espíe a mi, no quería que hiciese lo mismo contigo.

Pedro sonrió, emocionado ante ese gesto de preocupación por parte de su amado.

-¿Te han seguido hasta aquí?

-Creo que no. De todas maneras, he dejado a Íñigo en el portal con un walkie talkie de Peppa Pig que le trajeron los reyes para que me avise si aparece alguien sospechoso.-Pablo sonrió con cariño.-No funciona, pero así se entretiene el chaval.

Pedro asintió y se preparó mentalmente para hacer la pregunta definitiva. Se moría por saber la verdad, pero tenía miedo. Que Pablo le hubiese querido proteger de las garras de Albert le llenaba de ternura, pero no significaba que el politólogo correspondiese sus sentimientos. Las palmas de sus manos estaban sudorosas y el pulso de su corazón acelerado. Era ahora o nunca.

Necesitaba un copazo.

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⏰ Last updated: Jan 14, 2016 ⏰

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