Comienzo

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El viento procedente del mar Egeo acariciaba las costas de la isla de Zalases, al sureste de la isla de Lesbos. Los barcos cargados con la mercancía de aquel día comenzaban a llegar. Alastor Doskas observaba las naves llegar al puerto. Junto a él se encontraban su mano derecha, Cadmus Kafkis y su mujer, Basileia Afrodakis. La brisa revolvía el pelo negro azabache de la hermosa mujer y acariciaba los rostros de los dos hombres, serio.

-Parece que hoy han llegado todas las naves correctamente, Doskas.- dijo Cadmus, contando cada barco según estos atracaban en el muelle.

-Tal vez por fin nos dejen un poco de descanso, esos malditos piratas.- comentó Basileia. Alastor seguía en silencio. Veía a los jóvenes del puerto ayudar a descargar las mercancías a los marineros de cada barco, y miles de comerciantes empezaban a llegar a por sus mercancías para poder volver a llenar sus almacenes.

-No dudarán mucho.- habló finalmente Doskas. Su mejor amigo le miró.

-Entonces cuando vuelvan a atacar, allí estaremos para defender las naves, ¿no crees, Alastor?- Cadmus le dio una suave palmada en el hombro a su mejor amigo, y Doskas rió, siguiéndole Cadmus y Basileia.

-¡No me vais a pillar!- gritaba la pequeña Amarantha Kafkis, corriendo. Tras ella, corrían los pequeños Alyxander Doskas y Neleus Nikopolidis.

-¡Espera, Amarantha!- exclamó Alyxander, seguido por Neleus. Los tres niños acababan de salir de la mansión de los Doskas tras un buen desayuno. Claro estaba, los niños no iban solos, pues solo tenían nueve años, y les acompañaba Achlys Kafkis, la hermana mayor de Amarantha, quien pese a tener doce años, tenía ya una madurez y un sentido de la responsabilidad que hacía que su madre, Dasha Kokkalis, se sintiese tremendamente orgullosa.

-No corráis, chicos, u os podréis hacer daño.- les advirtió, otra vez, Achlys. Las faldas de su vestido se agitaban con la brisa en su andar. Su hermana, al contrario que la mayor la cual adoraba usar vestidos, siempre se quejaba cuando su madre la ponía uno, incluso para las festividades elegantes de la mansión Doskas, y prefería vestir pantalones cortos. Como el tiempo en la isla siempre era cálido, no había problemas con ello. Al menos, en lo que a eso se refería. La pobre Dasha ya no sabía cómo hacer que su hija dejase de vestir pantalones, pese a que no estaba mal visto.

Los niños no la escucharon y siguieron corriendo y riendo. Los tres pasaron junto a los adultos y bajaron hasta el muelle, y corrían por entre la gente. Achlys se detuvo junto a los tres adultos, a lado de su padre.

-Buenos días, padre.- saludó a Cadmus. Besó la mano de Daskos.- Buenos días, Pater.- en griego, πατέρ era "padre", la forma por la que llamaban a Alastor, como si él fuese el padre de todos los miembros de la Familia Doskas, estando por encima de todo el mundo. Dio dos besos a Basileia.- Buenos días, meter.- a Basileia, como mujer del Patér, se la llamaba μητέρ por el mismo motivo que a su marido.

-Buenos días, Achlys.- le saludó la mujer. Ambas observaron a los niños correr por el muelle, y fueron tras ellos para evitar que los pequeños causasen algún problema con toda aquella vitalidad tan desbordante. Los dos hombres se quedaron solos.

-¿Aún no has hablado con tus mujeres, Cadmus?- le preguntó Alastor a su mejor hombre, refiriéndose a su mujer y sus dos hijas. Él negó con la cabeza.

-Esta tarde Dasha no tiene que ir a la tienda, así que hablaré con mi mujer y mis dos hijas.- le contó su plan a Daskos.

-Espero que sepas lo que te haces, Kafkis. Recuerda que debéis partir pasado mañana, y aún no has dicho nada a tu familia.- le puso una mano en el hombro, serio.

-No te preocupes.- asintió Kafkis, tranquilizando a Alastor.

Aquella tarde, Cadmus Kafkis informó a su mujer Dasha y a sus hijas Achlys y Amarantha que los cuatro debían irse un par de años en barco a vigilar los territorios, la mayoría islas del Egeo, con las que la familia Daskos hacía negocio. Si bien su mujer y su hija mayor no aceptaron la noticia con agrado, fue Amarantha quien peor se lo tomó, negándose a separarse de sus dos amigos. Pese a que se pasó todo el tiempo de morros y en el cuarto de Alyxander con él y con Neleus, cuando llegó el día, no la dejaron más remedio que montarse en el barco. Así, comenzó un viaje que, lejos de durar un par de años, llevó diez largos años lejos de Zalases.

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¡Bueno, aquí como prometí una nueva historia! ¿Qué os parece el comienzo? Me gustaría leer sus comentarios acerca del rumbo que vaya tomando la historia para poder saber cómo poder contentar más a mis lectores. Por favor, no me gustaría tener solo lectores fantasmas, jaja. ^^



La familia Doskas.Where stories live. Discover now