Me levanté a toda velocidad y corrí hacia ella. Llegué justo cuando bajaban la camilla que contenía un cuerpo cubierto con una sábana blanca y sentí que el mundo se tambaleaba bajo mis pies.

El aire escapó de mis pulmones y mis rodillas se desestabilizaron.

«No. No, no, no.»

Dios mío, no podía ser él. ¡NO! Simplemente no podía ser Derek. Él... Derek no podía morir y dejarme sola.

Miré a los hombres que bajaban la camilla luciendo tristes y me acerqué a uno de ellos sintiendo que mi cuerpo temblaba.

—¿P-puedo ver el c-cuerpo? —inquirí con voz temblorosa. En cualquier momento empezaría a llorar.

El hombre miró a su compañero y, tras un asentimiento, retiró un poco la sábana para descubrir a una mujer mayor de edad. Me sentí mal por el alivio que me inundó. Ella tampoco merecía morir.

—Gracias —exhalé sintiendo que la voz me fallaba.

No desperdicié más tiempo y entré al hospital. Corrí entre los pasillos, mirando dentro de cada puerta en busca a Carter. Él podía decirme si Derek se encontraba aquí o si venía en camino.

—¡Carter! —grité cuando lo vi al final del pasillo con dos enfermeras. Se giró a verme y su rostro adquirió un gesto confuso al verme, seguramente pálida y horrorizada. Llegué hasta él sin aliento.

—Hey, Jany, ¿estás bien? —Colocó una mano en mi espalda y comenzó a frotar en pequeños círculos. Negué con la cabeza y luego las lágrimas empezaron a caer, mi cuerpo estremeciéndose por los sollozos que no pude controlar por más tiempo.

Me abrazó.

—¿Derek? —pregunté. El conocimiento llenó sus ojos y entonces me dio una mirada preocupada y llena de compasión.

—Justo ahora está en el quirófano.

—Dime.

—Jan...

—¡Dime, maldita sea! —exigí al borde de la desesperación.

Carter sabía lo terca que era y era consciente de que si él no me decía, yo misma iría en busca de información. Lo vi suspirar resignado.

—Al parecer tiene perforado un intestino y ha perdido mucha sangre. Está... No sabemos, Jan. No saben si va a lograrlo —anunció.

Mis rodillas se debilitaron. Derek no podía morir. No podía. Seguía repitiéndomelo una y otra vez. Él no iba a dejarme. Me amaba.

Yo lo amaba.

—Quiero verlo —exigí.

—Jany, sabes que eso es impos...

—¡Quiero verlo! —grité alterada. Levanté la mirada hacia Carter y le supliqué con mis ojos—. Por favor, Carter. Quiero... Dios mío, necesito verlo —susurré desesperada.

Le tomó dos segundos de indecisión, pero al final cedió.

—Está bien, pero ponte una bata y límpiate.

Asentí enjugando las lágrimas de mi rostro con el dorso de mi mano y me encaminé a los armarios. Quince minutos después me encontraba al otro lado del quirófano, viendo por el vidrio que conectaba ambos cuartos a Derek. Estaba recostado y lleno de cables, sus signos vitales eran estables, pero a juzgar por la cantidad de sangre que manchaba las batas y guantes de los doctores y enfermera, la herida había sido muy grave y profunda.

Varios cortes más manchaban su rostro y brazos. Tenía una ceja abierta y los ojos cerrados. Se veía tan pacífico... y odié haber deseado alguna vez que dejara su hiperactividad de lado. Justo en ese momento quería verlo saltando alrededor, bromeando, riendo... Quería que me abrazara.

Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014Where stories live. Discover now