1. El descubrimiento

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Pablo Iglesias estaba cansado de ser Pablo Iglesias. Los resultados de las elecciones lo dejaban satisfecho, y aunque habría deseado quedar en segundo puesto el trabajo que tenía ahora ya resultaba abrumador. No podían bajar la guardia y descansar; él y todo su equipo seguían negociando pactos y poniendo todo su empeño en que el presidente de España no volviera a ser Mariano Rajoy. Ahora tenían que empezar su trabajo de parlamentarios a la vez que seguían con la tensión de la lucha por el poder, la lucha para llevar la justicia al hogar de cada español... la lucha por llevar el progreso a este país. Pero al menos ya podía volver a Vallecas, a su acogedor piso que había presenciado los momentos más importantes de toda su lucha.

Era domingo por la tarde, el primer domingo del año y Pablo podía descansar un poco. Se dio una lucha relajante y decidió revisar las noticias de su amada serie Juego de Tronos en el ordenador. Al parecer George R Martin no iba a tener la nueva entrega lista antes del estreno de la serie. No le importó demasiado, ya que seguía más la serie que los libros (basó su libro justamente solo en la filosofía de la serie) pero era un dato a tener en cuenta. Intentó evadir lo más posible las redes sociales y siguió mirando algunas curiosidades y noticias de temas que le interesaban. Ahora, leer periódicos o abrir el facebook era para Pablo parte de su trabajo. Si quería relajarse, tenía que alejarse de toda esa realidad, aunque fuera cibernética. Pero entonces encontró una noticia en el apartado de humor. Era de principios de diciembre y al parecer comentaba el famoso debate a cuatro. Con la intención de reírse un rato con las burlas que esperaba encontrar, dio con algo completamente distinto. Vio dos imágenes juntas, de él y Pedro Sánchez. La manera con la que estaban manipuladas hacía ver que los dos se miraban con deseo y ansia. Se insinuaba toda una connotación sexual, y decidió empezar a leer para ver a dónde iba aquello.

Lo que encontró fue un mundo que nunca se habría imaginado ni en sus sueños más alocados.

Al parecer la juventud había canalizado sus ganas de que PSOE y Podemos pactaran creando toda una realidad paralela donde los dos líderes se enamoraban. Como experimento social le pareció increíble. Empezó a indagar más a través de las imágenes y los videos, fascinándose con la cantidad de gente que seguía ese movimiento. También dio con otras opiniones. Había gente que esperaba que Podemos y Ciudadanos fueran, en conjunto, el cambio de España y también lo habían reflejado al mismo nivel. Siguiendo todas las publicaciones llegó hasta twitter, y prometiéndose que no empezaría a responder twits serios, se metió de lleno en los hashtags. #Peblo y #Pablert fue lo que más le llamó la atención, pero pronto también descubrió #Pablíñigo. ¿Hasta ese punto a la juventud se le había ido de las manos?

Entendía que Íñigo, al ser algo joven y de apariencia todavía aún más, atraía el interés de mucha gente. Pero jamás se imaginó que podrían relacionarlo con él de una manera tan... tan gay. No tenía nada en contra, pero tampoco lo entendía. Con los demás líderes políticos se podía justificar diciendo que todo ese imaginario formaba parte del deseo del pueblo de que pactaran... pero ¿Íñigo y él mismo? Ya no se trataba de política, se trataba de un juego morboso más, aunque bastante divertido.

La tarde pasaba tranquilamente mientras Pablo se ensimismaba en las oscuridades de twitter, y le sirvió para reírse muchísimo y no preocuparse demasiado de la realidad. Pero lo inevitable tenía que llegar... y Pablo Iglesias dio con wattpad y la cantidad exagerada de fanfics y shipeos de políticos donde él solía ser el protagonista. Llevaba tanto tiempo sin reírse de ese modo... hasta que, ya entrada la noche, leyó algunas historias más serias con un contenido también... "más serio". Se dijo que no, que no iba a leer esas cosas, y menos aún cuando el protagonista era él, pero sus ojos lo traicionaron y siguieron acariciando esas letras tan fogosas que se deslizaban por la pantalla de su ordenador palpitando, como si tuvieran energía propia. Cuándo no quedó nada más para leer, y su reloj marcaba las 2 de la mañana, cerró su portátil confuso y cansado, preguntándose el porqué de todo y sin entender nada de nada.

¿Peblo o Pablíñigo?¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora