One-shot

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Vida, uno de los muchos sustantivos que admiten un posesivo delante, el cual puede modificar totalmente el significado de la palabra. No solo te da derecho a poseerla, sino también a cambiarla, desarrollarla, destrozarla y aun así, seguir viviéndola.

En definitiva: mi vida, tu vida, su vida. No estoy conjugando, simplemente atribuyéndole un dueño a una simple palabra. Pero, ¿qué seríamos nosotros sin esa simple palabra? Nada. Nos condiciona y nos hace ser quien somos.

Antes de nada, disculparme por este rollo que os voy a soltar, pero la morfina hace que me ponga filosófica. Cuando ya se van pasando los efectos, y mi mente se libera de esa bruma indolora, comienza a trabajar a toda velocidad, cuestionándose cualquier pequeño detalle. Aun me duele el pecho, pero voy recuperando fuerzas poco a poco, aunque todavía no he despertado. Supongo que, cuando lo haga, me encontraré en una habitación de hospital, rodeada de la gente que me importa.

Pero volvamos a la vida. La han plasmado de diferentes formas a través de metáforas, para hacerla más comprensible, más cercana, más... humana. La vida es como un río, la vida es como un laberinto, la vida como un camino plagado de piedras, como una carrera de obstáculos... Yo más bien la veo como una carretera con un final fijado, pero que tú no sabes cuándo llegarás a él, ni dónde está. Nos limitamos a conducir por ella, guiados por un destino que nos aconseja coger unas salidas y pasar de otras. Puedes ignorarle o puedes seguirle a rajatabla. Esa es nuestra forma de desarrollarla, de vivirla, de cambiarla y destrozarla.

Muchas veces hay accidentes. Como cuando chocas con otro coche, con otra vida con su respectivo posesivo, y te quedas en la cuneta, mirando sobrecogido cómo acuden las ambulancias a ponerte dos tiritas y darte una palmada en el culo mientras te dicen "Ala, sigue tu camino". Unas veces vuelves a meterte en el coche y les obedeces, continuando tu viaje. Simplemente, olvidas que has chocado con esa persona, porque no era el momento o no era la indicada. Sigues adelante, aunque vayas con miedo de chocar otra vez.

Sin embargo, muchas veces no puedes seguir adelante, no solo. Comienzas a compartir carretera con el otro componente del accidente, a compartir tu viaje, ahora guiados por dos destinos que suelen acabar por ponerse de acuerdo en vuestro camino. Aunque hay veces en las que los destinos de ambos no se ponen de acuerdo y se separan sus caminos por un tiempo, deciden tomar salidas diferentes en esa carretera. Pero si están predestinados, si realmente se quieren, volverán a juntarse y probablemente jamás vuelvan a separarse. Porque el amor siempre triunfa...

Cuando esto pasa, todo en lo que creías, todo en lo que confiabas, cambia. Desde pequeños nos dicen que la Tierra gira alrededor del Sol, que la Luna no brilla por sí sola, que las estrellas no son planetas, el Sol sale por el este y se pone por el oeste, etc. Pero después de tu accidente, comienzas a ver que la Tierra puede ser el centro del universo, que la Luna puede brillar con intensidad sin ayuda de nadie, que puedes visitar las estrellas y vivir en ellas, que el Sol sale por el oeste y se pone por el este. Todo cambia. Tus sentimientos, tus ideales, tus pensamientos, tu forma de vivir acaba trastocada. Y si esto ocurre, tu mundo se tiñe de color, "color de rosa" como dice la canción. Aunque no tiene por qué ser el rosa, se tiñe del color que tú identificas con la felicidad, puede ser cualquiera, incluso el negro.

Mi vida se tiñó de azul hace tres años, azul clarito, transparente, límpido, helado, celeste, índigo, oscuro... Desde entonces, mi carretera la comparto con él, y aunque damos millones de vueltas, soy feliz. Damos millones de vueltas porque hemos estado ciegos demasiado tiempo, negando todo el rato la posibilidad de que compartamos para siempre la misma carretera. ¿Tontos? No sabéis cuánto... Ha tenido que pasar lo que pasó para que reaccionáramos, para que reaccionara y me hiciera abrir los ojos (en sentido metafórico, claro). Pero qué os voy a contar de esta historia que no sepáis. Nuestros caminos se separaron y se volvieron a juntar multitud de veces. Desde que él apareció en mi vida, he tenido más accidentes que nunca, pero también he disfrutado de mi viaje como nunca antes había hecho. Ha logrado que me pare a admirar el paisaje, que levante el pie del acelerador, que crea lo increíble, que imagine lo inimaginable y que pase lo imposible. Si eso no es amor, ¿qué es entonces?

Con esa mentira bastaríaWhere stories live. Discover now