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Dedicado a: BreddyLove

El sujeto del pelo teñido regresó unos minutos después, con una caja de herramientas en una mano y un aparato raro en la otra.

Se acercó a Bryan y a su grupito de amigos, dándose cuenta de que ya tenían varias latas de cervezas en el piso y en sus manos que al parecer el castaño les había comprado.

Se le hizo un poco egoísta el haberse aprovechado de su evidente inexperiencia al haberle pedido algo a cambio de un poco de ayuda, el pobre tipo estaba en aprietos y a leguas se notaba que se estaba muriendo de miedo. Aunque ese sentimiento de culpa desapareció instantáneamente cuando recordó que era un niño rico, no cualquiera tenía ese tipo de coches, o celulares, ademas de su forma de hablar tan fresa, como si tuviera una papa en la boca.

Era un niño rico, y a ellos no se les hacen favores gratis.

Llegó y dejó las cosas en el suelo, iba a comenzar su labor pero no pudo ni siquiera tomar un desarmador cuando el moreno lo interrumpió tocando su hombro.

—Fredd, carnal, nos alcanzas en la tiendita, ¿va?. Este morro si se mochó chido, nos alcanza para una buena peda, allá te esperamos, vamos a empezarle.

—Ah que chingones, yo trabajando como negro y ustedes bien listos ahí, pinches huevones, pero va —dijo con evidente molestia.

—Andale primo, es que aquí puede llegar la tira*, si nos ven tomando en la calle nos agarran y ya ves que se la traen contra nosotros.

Y finalmente Freddy resopló y accedió. No era como si tuviera otra opción. Además, no tenía ganas de beber.

—Va, pero guardenme algo culeros —dijo resignado, volviendo a rebuscar en su caja de herramientas.

—Simón, carnal —respondió el moreno sonriente, mientras comenzaba a alejarse, dejando solos a Freddy y a Bryan.

Un silencio un poco incómodo se comenzó a formar mientras el teñido comenzaba a quitar el neumático dañado, utilizando sus desarmadores y aquel aparato rojo que comenzó a subir el auto ligeramente.

Quitó la tapa, los tornillos que la sostenían hasta que finalmente sacarla, tirándola a un lado. Quedó tan destrozada que ya no servía ni siquiera para hacer un columpio en un árbol.

—¿Nunca le has cambiado las llantas a tu coche, carnal? —preguntó Freddy, tratando de romper la tensión acumulada.

—Eh... No —respondió el castaño un poco cortante.

—Con razón, ya solo era cuestión de que se rozara un poquito con algo para que se terminara de desmadrar.

Bryan tan sólo contestó con una risa algo incómoda.

—¿No eres de por aquí, verdad?

—No —dijo casi con una mueca de disgusto.

—Lo imaginaba, se nota que eres de esos lugares caros y mamoncitos... pero ¿que chingados andas haciendo por aquí?

—Iba camino a ver a un amigo

—Ah va —dijo Freddy finalmente, dando por terminada la conversación.

Se notaba que aquel niño fresa no quería hablar con él.

Se dió cuenta cuando lo vió tratando de mirar hacia otro lado en todo momento.

Terminó de colocar la llanta nueva, apretando cada uno de los tornillos con mucha fuerza, para que quedara bien asegurada.

Volvió a meter sus herramientas en la caja y se levantó del suelo.

—Ya quedó —dijo sintiéndose un poco avergonzado de repente, no entendía por qué.

—Oh, ¿Cuanto te debo? —preguntó Bryan sacando su billetera del bolsillo trasero de sus jeans.

—¿Que? No carnal, me ofendes... Déjalo así, ¿Va? —ni siquiera él entendía por qué estaba siendo tan amable de repente. Bueno, ante todo el valor del respeto y la cortesía era algo que sus padres le habían inculcado, no podía faltar a sus propios principios.

—¿Estás seguro?

—Si, de todos modos ya nos pagaste la peda, era lo mínimo que podía hacer.

—Pero ellos se gastarán todo, no te dejarán nada a ti que hiciste el trabajo.

—No te preocupes, en serio así está bien —respondió con una sonrisa sincera.

—Muchas gracias amigo, me salvaste la vida.

—Dime Freddy... y no es para tanto. 

Y quizá era algo tonto, pero su sonrisa lo contagió, y le respondió con una de vuelta.
Fue un movimiento casi involuntario, pero se sintió extrañamente bien.

A comparación de los demás malandros, Freddy era un poco más... Amable.

Había algo en el que lo hacía sentir cómodo. Quizá era su actitud, quizá era su sonrisa.

No lo sabía, pero sentía que él era diferente.
Quizá ni siquiera era tan feo debajo de esas fachas... Quizá ya estaba pensando demasiado.

—Bueno... Ya debo irme —dijo Bryan asustado de sus propios pensamientos.

—Si... Ve con cuidado, y trata de no pasar por aquí tan seguido... este no es lugar para gente como tú.

Y de un momento a otro, la sonrisa se borró de su rostro.
Quizá Freddy no lo dijo con malicia, y para ser sinceros, el tipo estaba en lo cierto, aunque no pudo evitar sentirse ofendido por sus palabras.

Inclusive enojado.

—Tienes razón... —Subió a su auto y lo encendió, puso sus gafas en sus ojos, volviendo su expresión aún más seria que al principio. Justo cuando iba a pisar el acelerador, volteó hacia el teñido, quien aún seguía observandolo—Muchas gracias... Freddy.

Y sin mas que decir, aceleró y se perdió en la distancia.

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Instagram: @breddygirl 🐦

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