El suspiró. —Te desmayaste y te dejé por un momento sólo para volver y verte temblando.

El sueño. Se sintió tan real. ¿Quién era él?, ¿era verdad lo que dijo?

¿O tan solo era otra estúpida pesadilla?

Me senté, gotas de sudor se resbalaban por mi frente. Miré hacia mi pecho, en el lugar donde sentí el cuchillo enterrarse. Posé una mano sobre mi corazón para asegurarme de que seguía latiendo, y efectivamente sí.

Suspiré aliviada y miré hacia arriba para ver a Harry mirándome intensamente, su rostro estaba borroso.

—¿Qué? —pregunté.

¿Qué ocurrió hace unos momentos? Estaba jodidamente sorprendido al verte agarrando un cuchillo, a punto de matarte, comenzaste a temblar y te desmayaste.

—E-Este q-que... —tartamudeé, y miré hacia otro lado—. Para ser honesta, no lo sé. No sé qué infiernos está mal conmigo.

¿Tienes hambre?

—Un poco —respondí, confiada. No estaba en el modo correcto en esos momentos, y todo lo que quería es ir a casa. Casa. Ahí es donde quiero ir. A mi hogar.

De vuelta a donde todo es seguro, donde mi madre y mi padre no estaban peleados. De vuelta a donde seguía teniendo amigos, y donde no soy la demencial perra luego de conocer a Harry.

Casa.

Tengo manzanas, las cogí de un árbol no muy lejos de aquí —musitó, extendiéndome tres rojas manzanas.

Primero pensé que era acto era un tanto adorable, pero algo no encajaba. Tal vez él quería algo de mí, o algún intercambio por su buena obra.

Pero, ¿por qué?, ¿qué es lo que quiere de mí aparte de matarme?

Antes de preguntarle, tomé las manzanas. Lo miré con los ojos entrecerrados, e incluso con mi vista estando borrosa, podía verlo mirándome.

Tomé la más pequeña y le di un mordisco. Estaba jugosa, una de las mejores manzanas que había probado. Traté de no gemir ante el sabor celestial que tenía. Y estaba hambrienta.

—Esto...es...bueno —murmuré con la boca llena. Él tan sólo asintió, como si estuviese alegre de que me haya gustado.

Luego de terminar la manzana, la lancé lejos. Comencé a morder otra manzana, y estaba perdida comiéndola. No hasta que escuché el sonido de huesos crujir.

Miré hacia arriba y vi a Harry masticando un cuervo, y me dieron nauseas con esa vista.

—Asqueroso. —Me di la vuelta y me decidí a terminar mi manzana, bloqueando el sonido de huesos. Luego de terminarme las manzanas, ya me sentía llena.

Me di la vuelta para ver a Harry mirándome.

Nos iremos dentro de un rato —habló. La pregunta es, ¿a dónde?

—¿Donde estamos, de todo modos? —No pude evitar preguntar.

En las afueras de Silent Mound —masculló— Iremos de vuelta a la ciudad.

Mi corazón dio un salto, sí, un tanto cliché, pero no pude evitarlo. ¡Volveremos, finalmente!

—Oh, bien —respondí.

Él miró hacia otro lado antes de comenzar a caminar. Lo tomé por el brazo y sus ojos se abrieron grandemente, y me miró.

—Gracias.

Él tan sólo asintió y caminó. Bien, es lindo hablar contigo.

Lo seguí a través de la puerta y comencé a bajar los escalones hasta que mis pies tocaron el suelo silvestre.

Vamos.

Y comenzamos nuestro camino de regreso a Silent Mound. No podía evitar pensar sobre lo que pasaría una vez que llegásemos allí. ¿Él me dejaría ir? ¿Dejarme libre, tal vez?

Y, sobre la pesadilla, ¿era una señal?

Me estremecí al tan sólo recordar la pesadilla. Se sintió tan real, como si de verdad hubiera pasado. Jamás sabría si volvería a ver la luz otra vez.

Y, ¿cuándo acabará esta ceguera? Quiero ver con propiedad nuevamente.

Caminamos por unos minutos más, Harry guiándome y diciéndome a donde ir.

¡Crack!

Pisé sobre una rama, disturbando el silencio del bosque. Unos pocos pájaros volaron de su descanso en las altas ramas de los árboles.

Me quedé quieta por un momento en lo que Harry dirigía su atención a mí y a los pájaros volando.

Entonces, el suelo comenzó a sacudirse, y el calmado bosque cobró vida con el sonido de grandes pisadas.

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