A solo unos metros.

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Para mi gusto el vuelo salio, literalmente, muy temprano, un helicóptero me despertó para llevarme a un aeropuerto, mis cosas ya estaban listas, pero debo admitir que eso me puso de malas, sumado al aroma del lugar donde quede dormido. Sali al techo del edificio, que por suerte tenía helipuerto, y vi que el helicóptero no era tan grande como sonaba. Una joven camino en mi dirección y me entregó un paquete con la información que habia pedido escrita a máquina, era mayor que yo, quizá de unos veintiún años, me pidió mi maleta y se la encargo a un señor que la subió al avión <<Bien pudo solo decirme que se la entregara a él>>.
-Solo será un viaje de ida, el regreso cuando cumpla su trabajo, pero para ese momento mi señor ya no tendrá relación alguna con usted- comento por detras mio mientras yo caminaba y sacaba las hojas del paquete - Sí, lo se- fue lo único que le dije.
Subí al helicóptero y la chica no volvió a dirigirme la palabra, salvo para preguntar si quería comer; obviamente accedí.
No se cuanto tiempo duró el viaje, pero al día siguiente llegamos a un puerto, donde también tuve que tomar un barco, pues bien sabido era que Unyted se ubicaba en una isla, una muy grande y asegurada, decían que era un hermoso lugar, pero que su gente era muy celosa con su cultura y sus lugares de turismo bastante vigilados por lo que solo recibía visitas de comerciantes, eruditos y políticos.
Me encontraba mirando la isla que ya estaba a la vista por la ventana de una de las mesas del comedor, absorto en mis pensamientos.
-¿Qué ocultan ahí?- pregunte al aire libre.
-Oh nada especial, solo que dicen los charlatanes que ellos son descendientes de los sobrevivientes de la gran Atlantis. Yo digo que aunque sea un lugar bello y con grandes avances no es para tanto- contestó alguien por delante de mí que me obligó a sobresaltarme, un extraño chico, más o menos de mi edad estaba conmigo, el encontrarme con la guardia baja no era algo común, pero él lo había logrado, estaba en mi mesa debido a que era hora del desayuno y ya todas las demás estaban ocupadas. Pelirrojo, con pecas y traje fino color negro, con el cabello peinado hacia atrás y lentes sin armazon, por poco más alto que yo y completamente imberbe; llevaba un libro en mano que juraria que habia visto en algun otro lado.
-Lo siento ¿te asuste?- preguntó extendiendo su mano para saludar.
-No lo llamaria susto- dije evitando todo contacto visual.
-Jaja lo lamento, soy Damian, estudiante de botánica- dijo aun con la mano extendida, la estreche, pero la verdad no quería relacionarme con nadie, menos con sabiondos.
-¿Y a que vas a la "tierra de los dioses"?- de nuevo metiendose donde no lo llamaban.
-¿No se supone que estudias botánica?- dije cruzado de brazos.
-Eh... Sí ¿por que?
-Bien, quédate en la botánica y no te metas en asuntos ajenos- dije a secas con intención de alejarlo con mi mal carácter, que en ese momento era cien porciento natural.
-¡Que genio el tuyo!- se alejo molesto y se puso a dibujar las plantas del jardín del barco, no lo volvi a ver el resto del camino.

A las cinco de la tarde, el barco llegó al puerto de Unyted, mi Katana estaba envuelta y la cargaba en mi espalda, al bajar obviamente me preguntaron por ella los oficiales.
-Señores no se preocupen por ella, es antigua y miren...- les mostré mi belleza, mi mayor orgullo, una espada cuyo filo estaba invertido, los guardias rozaron la parte que debería tener el filo con una hoja y al no ver signos de cortada alguna me dejaron pasar. Si, una Katana de filo invertido, solo existen cuatro en el mundo, una es mía y las otras tres son de completos idiotas. Mi espada estaba inspirada en la de un samurái de un manga japonés que había leído de niño y era muy practica; Su débil apariencia me dejaba cargarla a cualquier lado, ademas, yo mismo la había forjado.
-Wow ¿sin filo eh? ¿Y para qué sirve una Katana sin filo?- esa voz familiar sonó detrás mio.
-Damian. Deja de aparecer así, carajo- debía admitir que el tenia un don para encontrarme desprevenido.
-Jaja calmate, vengo a decirte que te buscan ya me voy, suerte con tu mal humor- dijo mientras se marchaba, sorpresivamente emocionado, casi dando saltos de alegría <<De verdad me sacas de quicio>>.
De nuevo una persona extraña, un hombre vestido como sacerdote, no se de que religión, y ya algo viejo, se me acerco.
-Hidesato no es asi, acompañame, el amo Unmei me ha pedido escoltarte hasta el lugar de tu residencia- dijo casi ordenandome.
-Bien. Llévame, su excelencia- no sabía cómo rayos dirigirme hacia él.

Llegamos a un templo, antiguo pero bien cuidado, mi habitación era decente, me dieron de cenar, pero yo me concentré en ver la ciudad, que desde ese lugar se veía toda.
-Ve a verla, aprende todo lo que puedas para realizar tu cometido- comento mientras se servía té.
-¿Como es que un sacerdote lo aprueba?- voltee a verlo.
-Esa joven no es digna, esa joven no es digna- se la paso repitiendo eso hasta que se fue, cada vez se ponia más raro ese caso, pero bueno, quien era yo para preguntar; me decidí a ver el lugar todo lo que pudiera, pues aunque ese era un sitio desconocido, la noche aun era mía.
Me puse mi armadura, ligera y casi invisible, parecía ropa común y corriente; al fin me sentía yo mismo, envaine mi Katana y me encamine por los árboles, vi desde el oeste hasta el sur de la cuidad, me acerque al centro para ver la zona más poblada, en cada lugar había máximo dos templos, no pude acercarme al norte y a una residencia en el sur, el bosque se veía peligroso de noche asi que lo exploraría en el día, me decidía a regresar al templo donde estaba hospedado, cuando vi a una chica vestida con una capa que la camuflaba entre los arboles, se veía preocupada, creí que esperaba a alguien, quizás a su amante, no me quería quedar a ver una cursi reunión de enamorados, pero llegaron dos personas más, vestidas igual, se quitaron la capucha y pude ver sus rostros: dos chicas, una albina, de ojos cafes, parecía una muñeca de porcelana, debo decir que transmitía una calidez increíble, parecía de trece años; la segunda se veía mayor que ella de unos veintiún años, cabello negro como la noche, ojos dorados, del mismo color que el de la chica de la foto, parecía que esos eran los ojos de la gente nativa ahi, aun que el sacerdote no los tenia, esa mujer transmitía una seguridad y autoridad dignas de una reina; y por último un joven, al parecer de diecisiete años, también de ojos dorados, bueno, ojo, por que un parche cubría el izquierdo, se veía fuerte y su cabello también era negro.
-¿Fuiste a verla Hikari?- pregunto la chica a la menor.
-No pude Sicilia, ni siquiera a mí quiere verme ¿me odia?
-Eres nuestra hermana Hikari, no podría odiarte, ninguno de nosotros.
Hermanos, comencé a sospechar sus identidades, pero no podía verlos bien, sin embargo los nombres "Sicilia" y "Hikari" estaban en los papeles que me entregaron.
El joven hablo.
-Oculta algo, ella no es asi, seguro la han intimidado de nuevo los sacerdotes, diciendo que no es digna de su posición. Esos idiotas conservadores.
-Hawk ¿no crees que es injusto? ¡Nos alejaron de nuestros padres para convertirnos en sus divinidades, y cuando al fin surge su futuro dios dicen que es indigno! ¿¡Que les pasa!? Incluso me obligaron a casarme.
-Bueno, no te molestes, tu marido debe de preocuparse cuando llegas enojada, ademas, si gritas nos van a encontrar.
-¿Y qué haremos con Minerva? Seguirá encerrada en el templo del norte si no la convencemos de salir de ahí- bingo, eran los hermanos molestos que aparecían en la información, todos estaban ahí.
-Algo haremos pero no ahora, deben irse, Hikari, si los monjes te encuentran aquí no quiero pensar lo que te harán, eres la sacerdotisa favorita del pueblo, debes irte, Sicilia lo mismo para ti, el bosque es peligroso y tú estás encinta, yo me iré a la mansión, a investigar un poco mas sobre esto de la deidad, me parece una tonteria.
<<¿Deidades?¿Indignos? Que estupideces dicen estas personas>> me repetía una y otra vez.
Cuando al fin se retiraron yo hice lo mismo, pero antes de irme di una ojeada a la zona norte, hasta donde pude, tal fue mi sorpresa al ver que el tonto de Damian estaba ahí muy a gusto en los jardines.
-Quizá si sirva de algo después de to...- Ahi, cerca de Damian, la mujer de la fotografía, ciertamente su cabello era morado y sus ojos de color diferente, sonreía de verdad, era diferente, a pesar de ser la misma. <<Al fin, se donde estas. Damian creo que siempre si seré tu amigo después de todo>>.
-Disfruta de tu lujosa vida linda, por que se terminará muy pronto- me retire, por esa noche era suficiente.  

Oh my poor goddess.Where stories live. Discover now